22/10/16


No me canso de repetir que existen dos tipos de documentales: los que tienen un tema y los que tienen un tema... y una estructura. En este segundo grupo podríamos agrupar grandes películas como "Bowling for Columbine" (Michael Moore presenta la premisa, la desarrolla y expone su conclusión), "Eight days a week" (ya saben, mi documental favorito del año), "This film is not yet rated" (menuda joya) o incluso el "Jodorowsky's Dune", en el que se hace un recorrido por su vinculación en el proyecto, desde la idea inicial hasta su salida del mismo y el estreno de la cinta de David Lynch. Ni que decir tiene que son mi tipo de documental favorito.

Por desgracia "The Sion Sono" pertenece a la otra categoría, esto es, de esas en las que su responsable decide que sería interesante aproximarse a la figura del genio director (y poeta, y pintor y no sé cuántas cosas más) pero no tiene una idea clara de qué hacer luego con el material, salvo ir acumulándolo hasta que tenga 90 minutos aprovechables.

Dicho de otro modo, "The Sion Sono" no cuenta una historia. Termina donde lo hace como podría haberlo hecho media hora antes o tres horas después. Es un "sigamos grabando, que fijo que dice cosas interesantes". En ese sentido el documental es una pequeña decepción.


Lo que ocurre es que la figura de Sion Sono es tan interesante, y él se muestra tan irreverente, que la película acaba por cautivar al espectador. Pero obviamente es un trabajo sólo recomendable para fans de Sono, para todos aquellos que quieran saber más del enfant terrible del cine japonés. Si no conoces al director o no te interesa su trabajo, mejor no pierdas el tiempo con la película (ni con este artículo, ya puestos).

"The Sion Sono" funciona sólo a ratos. Hay momentos muy interesantes, combinados con otros que invitan al bostezo. Es anárquico, extraño, inconexo...exactamente como la carrera de su director. Lo que ocurre es que los momentos brillantes del documental son oro puro. Sobre todo porque Sion Sono, lejos de intentar quedar bien, parece que le importe un pimiento lo que los demás piensen de él, y no tiene problemas en decir en cada momento lo primero que se le pasa por la cabeza.


Así es como descubrimos que considera que sus últimos trabajos son basura (joder, y a mí que me gustaron... eso, sí, intuyo que a sus productores aún les hará menos gracia escuchar estas declaraciones), aunque de inmediato asegura que cuando una película no le interesa, trabaja el doble de duro en ella. También en el documental, rodado durante el proceso de producción de "The whispering star", habla de su esperanza de que esta película le ayude a recuperar la pasión por el cine (confío en que lo lograra...porque lo que es a mí, como espectador, no pudo aburrirme más).

Otro gran momento del documental es cuando los protagonistas de "Himizu" recuerdan su primer contacto con Sion Sono, que se presentó borracho al casting y además se quedó dormido en medio de la audición... anécdota que el director no sólo desmiente, sino que incluso parece divertirle. E igual de brillante es ese momento en el que afirma que él "prefiere la cantidad que la calidad, porque a base de hacer muchas cosas, a lo mejor tiene la suerte de acabar haciendo algo bueno". Genio y figura.


Pero si tengo que quedarme con un momento, es la explicación del Sion Sono pintor sobre su arte y la vida, haciendo un símil entre una pintura y el desarrollo vital de una chica joven. En serio, esto es algo que no se puede explicar, sino que hay que verlo. Porque es delirante, un poco cafre, no exento de humor negro...pero en el fondo es una reflexión con mucho de verdad. Como casi todo lo que dice Sono.

Aunque intenta aparentar despreocupación y cierto grado de locura, en el documental queda claro que Sion Sono tiene las ideas muy claras y sabe lo que se hace. Y al mismo tiempo es evidente que no es una persona fácil, algo que queda patente en las intervenciones de su mujer, la actriz Megumi Kagurazaka, que intenta ser simpática pero que no puede evitar que se note que a ratos mataría a su pareja (y sinceramente, creo que con razón).


Lo que tenemos por tanto en "The Sion Sono" es exactamente eso: una aproximación a la figura del director, a su filosofía vital, a sus métodos de trabajo. Quizás el resultado podría haber sido más redondo, pero esto es lo que hay, y al menos a mí me ha servido para entender mejor al inclasificable director y constatar que la impresión que me dio el año pasado, cuando tuve la suerte de entrevistarle, era la correcta. 

Está como unas maracas. Pero el cabrón tiene tanto talento que se le perdona todo.