22/10/16


Sion Sono, ya lo dije en su momento, se ha convertido en el nuevo Takashi Miike. Por su rapidez a la hora de sacar adelante proyectos (tres películas en Sitges el pasado año, dos éste, y en medio en Japón ha estrenado alguna otra cosa), por lo ecléctico de su cine (cambia de estilo y de género con una facilidad pasmosa) y porque Sitges ya se ha rendido a sus pies. Y con él, un servidor.

Sin embargo, el problema de este tipo de directores es que lo mismo un año te fascinan con todo lo que traen (la edición de 2015) que te dejan más que frío con sus nuevos proyectos. Y por desgracia es lo que ha sucedido en esta ocasión, hasta el punto de que he decidido aunar en un sólo artículo la crítica de sus dos películas presentes en Sitges porque, sinceramente, no me veo capaz de decir demasiadas cosas buenas de ninguna de ellas, y odio hacer sangre en el trabajo de gente a la que admiro.


Empecemos por "The whispering star", película de la que Sono ya hablaba el año pasado, cuando visitó Sitges, y que estaba llamada a ser uno de sus mejores trabajos, el que le reconciliara con el mundo del cine (como expliqué en la crítica de "The Sion Sono", el director no acabó contento con sus últimos largometrajes). Pues bien, sí, admito que es un trabajo de los "importantes", y que entiendo por qué quería ponerlo en marcha. Es posible que se trate de una de esas cintas que me gustaría firmar como director...pero que no me interesa nada ver como espectador. Porque es aburrida hasta decir basta.

Rodada en un elegante blanco y negro (las cosas como son), la película sigue el día a día de un androide (interpretado por Megumi Kagurazaka, la esposa y musa del director) que recorre la galaxia a bordo de su nave espacial, repartiendo paquetes a los pocos humanos que aún viven dispersos por distintos planetas. Lo que no es un mal planteamiento, y menos cuando la película reflexiona sobre la humanidad, la importancia de los recuerdos, el tiempo, la inmortalidad y estas cuestiones que siempre son de lo más agradecidas.


Pero claro, hay formas y formas de plantearlo. Y Sion Sono opta por la más aburrida. Esto es, silencios eternos, planos que no se acaban nunca y una galería de secundarios a cada cual más extravagante: la pareja que le pide a la androide que camine con ellos, un señor que lleva una lata de refresco debajo de un zapato, unos ancianos en una lavandería...

Así que lo que al principio resulta intrigante, con el paso de los minutos empieza a ser tedioso, sobre todo cuando entiendes que la fórmula no tiene visos de cambiar: la protagonista se pasea con la nave, se relaciona con su tablero de mandos, presta atención a unas polillas atrapadas en la luz, mira al infinito, diez minutos más tarde se da un paseo por un planeta e intercambia un par de frases crípticas con alguien...y vuelta a empezar. Y así durante hora cuarenta.

Para que nos entendamos, Sion Sono parece tener fijación con un grifo que gotea, que aparece tantas veces en plano que no pude evitar recordar el maravilloso "Celebrities" de Muchachada Nui dedicado a Lars Von Trier, en el que Joaquín Reyes le parodiaba anunciando que su próxima película serían tres horas con la pantalla en negro...y una gota de agua cayendo. Pues eso.


Claro que, en comparación con "Antiporno", "The whispering star" es una obra maestra, porque lo otro sí que difícilmente se puede calificar de película. 75 minutos de divagaciones y desnudos, rodados en una misma localización, en los que tenemos a una mujer segura de sí misma que humilla a su empleada, sólo para descubrir que en realidad están en un rodaje, y que la protagonista es una persona insegura a la que la actriz que hace de empleada sumisa no deja de gritarle.

Después hay divagaciones, fetichismos, conversaciones de carácter sexual, intercambio de roles, otras actrices que se unen a la función...en definitiva, un batiburrillo de temas que no llegan a ninguna parte. O quizás sí que lo hagan, pero su primera mitad me pareció tan espantosa que, teniendo en cuenta que vi la película a la 1 de la mañana, llegó un momento en que decidí que lo mejor que podía hacer era cerrar los ojos un rato y tratar de descansar algo.


Sí, quizás cuando logre volver a verla, entera y menos cansado, sea capaz de encontrarle el punto a "Antiporno". De entender lo que Sion Sono quería transmitir. Pero después de "The whispering star", y basándome en lo que sí alcancé a ver, dudo mucho que mi opinión sobre la película vaya a cambiar mucho. A lo sumo, es posible que empeore, que lo bueno de ver las películas en estado de vigilia es que el cerebro tiende a rellenar los huecos de forma más satisfactoria (lo sé por experiencia).

Sion Sono, sigo siendo un gran fan de tu trabajo. Y el año que viene en Sitges veré una, dos, tres o las películas que traigas, porque creo que tienes un talento descomunal. Pero mentiría si no dijera que la cosecha del 2016 no ha sido particularmente buena. Quizás tú odies tus trabajos anteriores, pero la cosa está en que el público, en ocasiones, tiene gustos diferentes a los de los propios creadores. Y si me preguntan, a veces, como en este caso, son gustos más acertados.