30/5/16


Hacer una película es siempre difícil. Lo que para uno, como espectador, son 90 minutos más o menos entretenidos, para los responsables del film supone, en muchos casos y con suerte, un mínimo de dos años de sus vidas, con infinidad de momentos complicados. No voy a entrar en el terreno de lo políticamente correcto, afirmando eso de que "jamás deberíamos ser duros con ninguna película porque cuesta mucho hacerlas". No, a todos nos gusta ser viscerales y categóricos. Pero eso no quiere decir que, al menos en mi caso, no sea consciente de lo duro que resulta hacer un largometraje.

Supongo que, con semejante párrafo introductorio, ya se imaginarán que no tengo muchas cosas buenas que decir de "Camino". Lo que, para ser sinceros, me fastidia. Primero, porque tuve la ocasión de hablar con Nacho Vigalondo (que aquí ejerce sólo como actor), que es un tipo simpático y muy ocurrente, y me gustaría poder mostrarme más entusiasta con este proyecto. Y en segundo lugar por el director, Josh C. Waller, es el responsable de la muy interesante "Raze", película que me sorprendió gratamente en Sitges hace un par de años. 


"Camino" cuenta la historia de una fotógrafa de guerra a la que envían a Colombia a hacer un reportaje sobre una pequeña guerrilla y su líder, un español con alma de libertador. Pero claro, como no podía ser de otra forma, resulta que en realidad es un mal bicho que lo mismo trafica con drogas que mata a niños inocentes. La fotógrafa lo descubre, él no está por la labor de permitir que ella le cuente la verdad al mundo y, obviamente, toca perseguirla por media jungla para intentar silenciarla.

Les hablaba hace un par de párrafos de "Raze". Era una película de serie b (a mucha honra) pero muy entretenida y filmada con brío, que te mantenía en tensión durante todo su metraje. Por desgracia, la única similitud con "Camino" es que la protagonista vuelve a ser Zöe Bell, la musa de Tarantino desde que hiciera de doble de Uma Thurman, y que aquí hace lo que puede con un personaje unidimensional a más no poder (se llevó ex aequo el premio a la mejor actriz en Nocturna, pero viniendo del mismo jurado que decidió premiar a "Polder", yo no sabría cómo tomarme lo del galardón).


Peor aún lo tiene Nacho Vigalondo. Partamos de la base de que, seamos sinceros, es mejor director que actor. Aún así, aquí se las ingenia para dotar de cierto carisma a su personaje, el villano de la función, intentando convertirlo en un personaje-serpiente, es decir, este tipo de personas que parecen encantadoras pero que a la mínima posibilidad te clavan un puñal por la espalda (aquí de manera literal). Pero el problema es que si Zöe Bell no tiene mucho a donde agarrarse, el pobre Vigalondo aún menos. ¿Conocen la expresión "villano de opereta"? Pues eso.

El principal problema de "Camino" es su guión. Sigo conciliador, así que, aunque sea de perogrullo, diré eso de que uno a veces tiene días mejores y días peores (unos días los artículos te quedan tal y como te los habías imaginado y otros cada frase se te resisten cosa mala). Pues bien, dejémoslo en que el guionista Daniel Noah ha tenido días mejores.

Todo en la película es inverosímil. Desde esa mini-guerrilla que no duraría dos días en un auténtico conflicto hasta las motivaciones del villano (y el por qué invita a una reportera a unirse a su grupo y luego es incapaz de esperar dos putos días antes de empezar a hacer sus chanchullos) pasando por el modo en que convence a los suyos de que en realidad la mala es la periodista (¿en serio? ¿EN SERIO?) y terminando por un final del que no voy a decir nada, pero... No, véanlo y luego si quieren hablamos.


Podría perdonarle los fallos de guión. Qué demonios, he disfrutado películas que no había por dónde cogerlas. Podría hacer la vista gorda con la poca profundidad de sus personajes, porque lo cierto es que algunos protagonistas de pelis que adoro son más simples que el asa de un cubo. Pero lo que de ninguna manera puedo perdonarle a "Camino" es que sea aburrida.

Por desgracia, en contra de mis deseos - siempre resulta más divertido escribir críticas positivas, se los puedo asegurar -, lo es. Y mucho. Una pena. Lo mejor con diferencia es el claim acuñado por un compañero periodista y que ojalá hubieran adoptado los responsables de la peli: "De fotógrafo de guerra a guerrera fotógrafa". Esa definición (no oficial) es más ocurrente que los 100 minutos que dura el montaje final.