30/5/16


Cuando se habla de cine fantástico o de terror hecho en Rusia, inmediatamente pienso en "Los guardianes de la noche" y en lo mucho que me aburrió, y de repente los prejuicios se apoderan de mí. Por eso admito que no tenía ninguna esperanza puesta en "Queen of spades: the dark rite" (título demasiado largo que vamos a abreviar a partir de ahora) y que fui a verla con cierta desgana. Como ocurre muchas veces, me equivoqué.

No es que estemos ante la película del año, que quede claro. Es más, admito que las pocas expectativas que tenía puestas en ella posiblemente hayan jugado a su favor, ya que cuando no esperas nada y de repente descubres que te lo estás pasando bien, pues como que uno se emociona más de la cuenta. Pero lo que sí está claro es que estamos ante una buena película de terror, bien llevada y que nunca se hace aburrida.


Cuatro adolescentes, vecinos del mismo bloque de edificios, se reúnen una tarde y comienzan a contar historias de terror, entre ellos la de la "Reina de Espadas". Un espíritu que, si dibujas una puerta con pintalabios en un cristal y dices su nombre tres veces, se te aparece, y no precisamente para contarte un chiste (más bien la buena señora, o el buen espíritu, o lo que sea, tiene tendencia a cortarte primero un mechón de pelo y luego ya retorcerte un poco los huesos según tenga el día).

En realidad se trata de una broma que le están gastando a Anna, la más joven de los cuatro, Pero, como suele ocurrir en estos casos, a la que no le hace ni puta gracia es a la auténtica Reina de Espadas, que resulta que sí que existe y que, dando muestras de una excelente educación, pues si alguien la llama, contesta, para desgracia de los cuatro chavales.


Si piensan que la historia (cambiando la Reina de Espadas por Candyman, Bitelchús o el espíritu que ustedes prefieran) les suena, tranquilos, no se han vuelto locos. Es uno de los puntos de partida más manidos del género de terror. Y si buscan originalidad, aquí no la van a encontrar. Pero si aceptan que estamos ante un título que sigue punto por punto una fórmula estándar (aunque el ritmo es bastante diferente al de las producciones americanas, un poco más pausado) y se relajan, les aseguro que se lo pasarán bien.

Sobre todo porque si algo tiene "Queen of Spades" es que va al grano. No es de esa clase de películas en las que tienes que resoplar durante cuarenta minutos esperando a que empiece a pasar algo. No, aquí a los cinco minutos ya han invocado al espíritu y ésta se ha cobrado la primera víctima. Y a los diez ya se han puesto las cartas sobre la mesa y sabes hacia donde camina todo. No es que haya grandes sorpresas, pero sí que es cierto que el conjunto se hace sumamente entretenido y no estás cada diez minutos mirando el reloj, deseando que la proyección acabe.


Tampoco vamos a negar que estamos ante la típica película "de festival", de esas que disfrutas más rodeado de gente y dejándote llevar un poco que si estás solo en casa y te da por empezar a cuestionarte todas las inconsistencias de la trama. De modo que, cuando la vean, les recomiendo que lo hagan en compañía de amigos, en un ambiente distendido y con ganas de pasárselo bien. Porque, como digo, no inventa la pólvora pero tampoco hace que te quieras arrojar lejía a los ojos. Que tal y como está el patio, a mí ya me vale.


Además "Queen of Spades" tiene a su favor uno de los personajes más fascinantes que he visto en mucho tiempo en una película de estas características. Me refiero a Katya, una de las adolescentes que participan en el ritual, y que es, sencillamente, la peor amiga que uno podría desear. No sé hasta qué punto está hecho adrede, pero protagoniza un par de escenas de delicioso humor negro que la convierten, sin lugar a dudas, en lo mejor de la función.

Cuando vean la película, presten especial atención a la escena de Katya con el padre de Anna y a su reacción en el momento de la segunda invocación. Entonces ya podrán decirme si no están de acuerdo conmigo en lo encantadora que es la criatura...