17/10/18



"Esto no está basado en un hecho real. Esto es un hecho real". Así da comienzo "American animals", el debut en el largometraje de ficción del documentalista Bart Layton. Aunque está claro que tampoco ha querido lanzarse al vacío sin red, al elegir una historia real en la que incluso intercala pequeños fragmentos de entrevistas realizados a los verdaderos protagonistas. Pero ojo, que lejos de estorbar, resulta un recurso de lo más interesante, permitiendo al director tener lo mejor de ambos mundos (la ficción y el documental).

Ya regresaremos a ello, pero antes es importante contar de qué va la historia, ya que es bastante probable que la sinopsis les atrape tanto como me pasó a mí. A saber, un grupo de cuatro jóvenes deciden dar un golpe que les haga ricos. Pero en vez de elegir un banco o una joyería, se decantan por atracar...una biblioteca.


Sí, como lo oyen. Una biblioteca. Pero no una cualquiera, sino una que tiene un rarísimo y muy caro libro de Charles Darwin en una de esas zonas a las que sólo se puede acceder con cita previa y con la atenta vigilancia de la bibliotecaria. La idea, por tanto, es hacerse con el libro y luego venderlo en el mercado negro. Una de esas cosas que en las películas parece muy fácil, pero que en la vida real no lo es tanto.

Ese es uno de los puntos fuertes de "American animals": que muestra de un modo tan interesante como didáctico el modo en el que el mundo real y el de la fantasía chocan. Si examinamos el comportamiento de los criminales, cada paso que dan, en cierto modo tiene sentido. Y al mismo tiempo es una concatenación de errores y absurdas malas decisiones. Desde el modo en que contactan con posibles intermediarios para la venta del material robado hasta su decisión de disfrazarse de ancianos a la hora de realizar el robo, interpretando que así será más difícil que alguien les reconozca.


Como espectador, suelo huir de las "historias basadas en hechos reales", porque, siendo sinceros, la vida es caótica, confusa y las piezas nunca encajan del todo, justo lo contrario que ocurre con los buenos guiones. Por eso me gusta el cine de ficción, porque cuando está bien hecho las piezas encajan con precisión, todo funciona como un reloj. Nada sucede porque sí, todo está perfectamente pensado y repensado a través de las distintas reescrituras (los buenos guiones, insisto, que ya de por sí son una especie en peligro de extinción).

Por eso me sorprende tanto que "American animals", intentando ser muy fiel a la historia real, resulte tan fascinante. Y en esto hay que darle el mérito a Bart Layton, una de estas personas que entienden que tan importante como el qué cuentas es el cómo lo cuentas. El director se enfrenta a sus personajes con una envidiable objetividad. sin convertirlos en héroes (no lo son) pero tampoco sin mofarse de ellos. Al final llegas a la conclusión de que todos los participantes son estúpidos (para hacer algo así hay que serlo) pero no simples. Dicho de otro modo, logras empatizar con ellos.


Es muy interesante enfrentarse al hecho de que ninguno de estos chicos realmente necesitaba el dinero. Quiero decir, no estaban en una situación desesperada, lo que hace que sea difícil entender por qué llevaron a cabo el robo...y al mismo tiempo lo entiendes perfectamente, porque los seres humanos somos así. Del mismo modo la película retrata muy bien sus dudas, su sentimiento de culpabilidad, sus discrepancias... Es, en definitiva, una certera y exhaustiva autopsia de una situación pintoresca, que no inverosímil.

Aunque si tuviera que destacar algo de la película, el detalle que a mí terminó de ganarme, es su discurso sobre "qué es la realidad". No es que Layton haya cambiado algún dato para adecuarlo al relato que quería contar (no lo hace; ahí sí que sale su vena documentalista); es que las versiones de los propios protagonistas difieren sobre cómo sucedieron las cosas.


No me refiero a que nieguen haber formado parte del golpe, en ese sentido todos admiten su responsabilidad de un modo admirable (no lo hacen exactamente con orgullo, pero sí asumiendo sus actos), sino a que no están seguro de cómo sucedieron algunas cosas. Quién dijo que, quién propuso qué, cuándo decidieron esto o lo otro... Una muestra más de lo imperfecta que es la memoria y lo fácil que es crear recuerdos falsos y engañar a nuestro propio cerebro.

"American animals" parte de una premisa de lo más curiosa, como siendo sincero ocurre con un buen número de películas. Pero es que además logra mantener el interés a lo largo de sus casi dos horas, lo que sí que es mucho más raro. Está bien estructurada, bien contada, el ritmo no decae y trata temas profundos de un modo que parece ligero, dejando muchas preguntas en el aire.


Es de estos films que no te sacuden a la primera, pero que se quedan contigo, haciendo que no puedas olvidarlos, que te siguen rondando por la cabeza días después de que hayas salido del cine. Eso es aún menos habitual que intentar hacerse rico robando en una biblioteca. Y por ello no deberían dejar pasar la oportunidad de verla. Seguro que no les decepciona.