30/9/17


Para Darren Aronofsky hay un antes y un después de "Cisne negro". Antes de esa película era un "enfant terrible", responsable de algunas de las mejores películas independientes del cine americano de los últimos tiempos ("Requiem por un sueño", "El luchador)...pero a quien, más allá de determinados círculos indies, nadie hacía demasiado caso. 

Prueba de ello es que su nombre sonó para dos películas de superhéroes (sí, de superhéroes) como "Batman año uno" (que aún hubiera podido estar bien) o la nueva entrega de Lobezno" (o Wolverine, como prefieran) que, seamos sinceros, sonaba a producto alimenticio puro y duro.


Pero entonces el bueno de Darren hizo "Cisne negro", la película se convirtió en un pequeño gran éxito (nominaciones al Oscar y estatuilla para Natalie Portman mediante) y el director pudo darse el gusto de abandonar la peli del superhéroe canadiense alegando eso tan trillado de "problemas de agenda" y dedicarse en cuerpo y alma a hacer las películas que en realidad le apetecen. Lo que tiene su parte buena...y su parte mala.

Vale, lo de "Noe" no tiene parte buena, no hay por dónde cogerla. Pero afortunadamente no estamos aquí para hablar de su epopeya bíblica con gigantes de piedra sino de "Mother!", que, también les aviso ya, no es un producto lo que se dice fácil. Por no ser, ni siquiera es del todo entendible, ya que Aronofsky ha metido tantas alegorías, hay tantas formas de aproximarse a la película que como lo que busquen sea una narración tradicional, o sea, una historia entendible, ya les digo yo que lo llevan claro.


Les cuento la sinopsis de la película, dejando claro también que a efectos prácticos sirve de poco. Jennifer Lawrence (nueva pareja del director, que tonto no es) y Javier Bardem (cada vez más sobreactuado) son un matrimonio que vive en una casita alejada. Él es escritor y está pasando por un bache creativo que les afecta como pareja. Entonces, una noche, de repente se presenta en casa un extraño (el siempre excelente Ed Harris) que acaba pasando la noche allí. Y luego llega la mujer del extraño (Michelle Pfeiffer, cómo te echaba de menos) que también decide hacerse un hueco en la casa. Y a medida que pasa el tiempo el hogar de la pareja termina estando más concurrida que la mansión de playboy en sus buenos tiempos, con gente que se dedica literalmente a destrozarlo todo. Lo que viene a continuación es mejor que lo vean, porque si se lo cuento intuyo que no me van a creer.

"Mother!" está llamado a ser uno de los títulos más polémicos de la temporada, partiendo del hecho de que en sus primeros pases por festivales, la crítica le ha dado peor calificación que a la peli de las "Spice girls" (y que intuyo que ha tenido algo que ver con la decisión del director de no venir finalmente a San Sebastián, aunque haya usado el recurso (¿les suena?) de "problemas de agenda"). La gente la ama o la odia.


Particularmente, he de admitir que a mí me ha gustado a pesar de sus defectos. Que los tiene, y en abundancia. Sí, está claro que la sutileza no es el fuerte de Aronofsky, y que algún productor debería empezar a controlar sus delirios creativos. Pero lo que no se le puede negar a "Mother" es que, en un momento en el que el cine es cada vez más descafeinado y se aplican directamente fórmulas de sota, caballo y rey, la película tiene discurso (o discursos, en plural). Que su responsable tiene algo que contar, algo en lo que cree, con pasión y vehemencia. Aunque a veces lo haga de forma un tanto atropellada y mostrando cierto desdén por la audiencia, es decir, sin pensar nunca en complacer a los espectadores (algo arriesgado pero que al mismo tiempo aplaudo).

"Mother!" habla sobre muchísimas cosas. Hay un marcado enfoque religioso que hace que podamos interpretar la película en clave de "historia de la Creación", con su Dios, su Adán y Eva y su paraíso destruido. Pero también se puede entender como una reflexión sobre el mundo de la creación (enfoque que admito que me interesa infinitamente más que el otro). Sobre la intensa y no siempre sana relación entre los artistas y el público, y hasta qué punto los primeros se deben a los segundos. Cual es el límite, en qué sentido unos y otros se necesitan, se aman y se odian. Vamos, el pan nuestro de cada día para Aranofsky.


Como digo, "Mother!" dista mucho de ser una película perfecta. Pero tampoco entiendo la animadversión que ha despertado. Porque en el fondo sólo es la puesta en escena, la traslación en imágenes de lo que debe ser el caótico mundo interior de su director. Una persona apasionante, con ideas de lo más creativas que, también lo digo, confío en que con este film haya exorcizado ya todos sus demonios y pueda regresar a la senda no de lo convencional (eso nunca), pero sí de sus primeros trabajos. Esos que, sin hacer tampoco demasiadas concesiones, al menos sí tenían la deferencia de contar una historia. Algo que aquí, para bien o para mal, no sucede.