23/9/16


Ewan McGregor me cae muy bien. Me parece un actor de lo más solvente que por norma general, independientemente de la calidad de la película en la que participa, siempre está bien. Por eso me duele tanto que su peor actuación hasta la fecha (y recordemos que el actor estuvo en "El ataque de los clones") haya tenido que ser precisamente en la película que supone su debut como director, "American Pastoral".

Ya saben que aquí somos mucho de ir al grano, así que por si no ha quedado claro, se lo resumo ya: la película es mala. Muy mala. De esos dramas que se terminan convirtiendo en comedias involuntarias (si la ven, cuando lleguen a la escena de los guantes, me cuentan qué tal). Un auténtico horror. Porque uno podría pensar que quizás McGregor ha descuidado la faceta actoral porque está demasiado ocupado demostrando su pericia detrás de la cámara. Pero es que como director su labor aún es peor si cabe. Y si creen que le estoy metiendo demasiada caña, recuerden que he dicho que le tengo cariño, así que les juro que estoy siendo hasta benévolo.


"American Pastoral" se basa en la novela del mismo título de Philip Roth, una historia sobre la pérdida del sueño americano y la desintegración de una familia. O eso es lo que intentan venderte, porque en realidad lo que yo vi es la historia de una familia con una hija de las que te hacen pensar en ingresar en la Iglesia de la "hostia bien dada", y que en conjunto deambulan cien minutos por la pantalla sin saber exactamente qué hacer o cómo actuar, con una trama que te preguntas todo el rato hacia donde va, hasta que te das cuenta de que lo que ocurre es que no va hacia ninguna parte.

Venga, me debo a los lectores, así que seré un poco más específico en lo del argumento: McGregor es una antigua estrella del deporte en su instituto al que la vida le sonríe, que está casado con una reina de la belleza (Jennifer Conelly, que ha hecho un pacto con el diablo para seguir igual de guapa que hace 15 años, aunque con más talento aún si cabe) y que tiene una hija con problemas en el habla. Pero la hija les sale rebelde, muy "a las barricadas" y esas cosas. De modo que cuando desaparece justo después de que alguien haya puesto una bomba en la oficina de correos, matando a una persona, pues oye, que no hace falta ser Colombo para sumar dos y dos.


A partir de ahí, McGregor se embarca en una cruzada para recuperar a su hija. Pero no piensen en algo tipo "Venganza" (ya me gustaría), ni por estilo de la cinta (eso era lógico) ni, sobre todo, por marco temporal. Es decir, que los protagonistas aquí prefieren aplicar la máxima de "las prisas son malas consejeras", porque hablamos de años, años y años, que te hacen preguntarte si lo de "queremos que vuelva" no iría un poco de boquilla, porque no se podrían tomar las cosas con más calma.

No he leído la novela de Philip Roth, así que no sé a quién echarle la culpa de este despropósito (he oído de todo, desde que la película es de lo más fidedigna a que se toma muchas libertades; si alguien me puede sacar de la duda, se lo agradezco, porque no tengo intención de leer el libro en un futuro próximo, para qué engañarnos). Lo que sí tengo claro es que, como película, que es lo que a mí me interesa, esto no funciona. Ni por interés, ni por ritmo, ni porque nada tenga el más mínimo sentido. De manera que a los cuarenta minutos a "American pastoral" le ocurre lo peor que le puede pasar a una cinta: que te dé exactamente igual lo que les ocurra a sus personajes.


Y eso, hay que decirlo, es culpa en gran parte de Ewan McGregor, que si ya de por sí le tocaba bailar con la más fea en cuanto al material, no ha sabido sacarle partido a los excelentes actores con los que ha podido contar. Comenzando por una Jennifer Conelly muy desaprovechada, siguiendo por un David Strathairn con el piloto automático y terminando por una Dakota Fanning de la que se me hace difícil pensar que hace unos pocos años me parecía la mejor actriz de su generación (me temo que su hermana Elle le ha comido totalmente la tostada).

A esto hay que sumarle una dirección anodina, un trabajo técnico discutible en algunos aspectos (digamos que no apostaría mucho porque la peli vaya a ser nominada al "Mejor maquillaje" en los próximos Oscar) y, en líneas generales, una sensación de sopor absoluto. Ni siquiera es de estas cintas malas que crean debates acalorados. Es más bien del tipo de las que sales, te encoges de hombro, piensas "qué decepción" y las olvidas rápidamente y para siempre.


Ewan, te juro que esta no es la crítica que me hubiera gustado escribir. Porque sigo creyendo que tienes mucho talento, y la premisa de la historia no estaba nada mal. En manos de David Fincher, esto hubiera sido una pequeña joya (aunque eso no tiene demasiado mérito, en manos de David Fincher hasta la película de las "Spice girls" hubiera sido lo más. Y si nombro a Fincher no es por nada en concreto, sino porque me encanta su trabajo y me apetecía poder escribir en esta crítica al menos una línea sobre algo que realmente me guste). 

Pero por desgracia decidiste hacerte cargo tú. Y siento decirte que esta película te ha quedado tan grande, que al final has firmado un trabajo demasiado pequeño.