31/5/16


En un mundo en el que la eutanasia asistida ha sido legalizada, dos chicas (una veterana y otra novata) que trabajan para una agencia con pocos escrúpulos, viajan a una mansión en medio del campo para realizar un nuevo "trabajo". Lo que ellas no saben es que en realidad el lugar es el núcleo de un culto de seguidores de deidades primigenias que las necesitan para hacer un extraño ritual.

Leo la premisa y me digo que ahí se encuentra el germen de una gran comedia negra (en la línea del relato corto de Neil Gaiman "Cómo hablar a las chicas en las fiestas" o la desaprovechada "The Birthday" de Eugenio Mira). Pero luego ves la película y resulta que no, que está planteada como una historia de terror existencial. Bromas las justas.


Ese es el gran problema de "The Hexecutioners". Que se toma tan en serio a sí misma que termina resultando un poco cargante. El director, Jesse Thomas Cook, está tan desesperado por dotar de profundidad a la película, de crear una atmósfera lánguida y funesta, que sacrifica la primera hora de película, en la que, siendo sinceros, apenas pasa nada.

Al menos, esto sí he de reconocérselo, el ritmo pausado de la película tiene su razón de ser. El director intenta que nos adentremos en la mente de su protagonista (la chica que acaba de empezar en el trabajo), que nos demos cuenta de sus conflictos morales, de su progresiva alienación, de cómo poco a poco su mundo se derrumba. Pierde su fe, pierde su casa, pierde su gato... (lo siento, es escribir esto y pensar de nuevo en las posibilidades cómicas de la historia; pero una vez más, repito, la cosa va en serio). De modo que para cuando llega el tercer acto es una persona rota. Lo que, por supuesto, resulta fundamental para entender los acontecimientos de los últimos 20 minutos.


Como digo entiendo el por qué del avance a paso de tortuga, pero eso no quiere decir que lo aplauda. Sí, es cierto que la evolución del personaje es necesaria. Lo malo es que para cuando se produce, para cuando por fin empiezan a pasar cosas, ya no te interesa demasiado lo que estás viendo en pantalla. Tu cerebro ha hecho click y resulta misión casi imposible volver a engancharte a una trama que te ha perdido por el camino, en una sucesión de sueños extraños, escenas oníricas y clichés del género (como esa casa misteriosa, ese habitante extraño que caza zarigüeyas y esos "aquí pasa algo raro y deberíamos irnos, pero no nos vamos ni a la de tres").

Todo sea dicho, "The Hexecutioners" se levanta en la parte final. No tanto porque la película remonte milagrosamente sino porque, de algún modo, las piezas comienzan a encajar. No es que haya un cambio de ritmo, todo sigue siendo cansino y algo confuso, pero de manera extraña cuando comienzan a salir los títulos de crédito te das cuenta de que en el fondo la cosa tampoco ha estado tan mal. Supongo que es porque, como decía, al menos el director sabe qué historia quiere contar y ésta nunca se le escapa de las manos.


Es una apuesta arriesgada. Insinuar, sugerir, dejar en el aire, pedirle al espectador que participe del juego. Y hay, tampoco lo voy a negar, algunas ideas muy interesantes. Reflexiones sobre la eutanasia y cómo el trabajo afecta a las protagonistas, convencidas de estar haciendo una buena labor pero sin poder quitarse la sensación de que en el fondo son unas asesinas. Asuntos sobre los que merece la pena reflexionar, pero que se presentan con tan poca fuerza que no estoy nada convencido de que los espectadores realmente quieran volver a pensar en ello una vez fuera del cine.

Al final "The Hexecutioners" es una película fallida que podría haber sido un excelente cortometraje. Tiene detalles interesantes, sí. Pero para una historia en la que hay cultos extraños, demonios, vampiros, rituales sangrientos, deidades y hasta una nota de lesbianismo, lo cierto es que el resultado final está muy por debajo de lo que podría haber dado de sí. Una pena.