20/10/15


El festival de Sitges sigue dándonos la de cal y la de arena. Si hace unos días hablábamos de "Tales of Halloween", una muy interesante antología de relatos de terror, hoy toca comentar otra película de corte similar, "Southbound", de la que lo mejor que puedo decir es que estaba deseando escribir esta crítica para poder olvidarme por fin de la cinta y nunca, nunca, volver a pensar en ella.

A ver, ¿en serio es tan mala? Pues sí, lo es. Al menos para un servidor (no sé cuántas veces más voy a tener que repetir eso de que cada uno tiene su propia opinión; digo esto porque, buscando algo de información, he descubierto que hay gente que es fanática de este título. Pues bien, para ellos para siempre. A mí sus directores no me vuelven a engañar en la vida). Y ya no es porque ni uno solo de los episodios esté bien dirigido, o bien interpretado, o que no tengan interés ni se entiendan...espera, sí, sí que es por eso.


Siempre he sido seguidor de este tipo de films, por el mismo motivo por el que me encantan los relatos cortos: porque me parece fascinante tener que sintetizar en unos pocos minutos (o páginas) una historia que tiene que ir al grano. Que no se puede permitir el lujo de un largo prólogo o de una historia demasiado sutil. No, hace falta una premisa atractiva que cautive al espectador desde el primer minuto, porque si no lo único que conseguirás es que desconecte y decida que esa historia no merece la pena y que ya si eso intentamos reengancharnos con la siguiente.

Pues "Southbound" empieza bien, con dos tipos en una camioneta en medio del desierto, perseguidos por unas criaturas aterradoras, que son incapaces de huir de una cafetería a la que regresan una y otra vez, como si estuvieran en "En la boca del miedo" de Carpenter. En esos primeros diez minutos aún tenía esperanzas de ver una buena película.


Pero claro, de repente la historia se corta a medias y yo me quedo pensando que debo haberme quedado dormido, o estaba pensando en mis cosas, porque no me he enterado de nada. Y comienza la segunda historia, que tiene un tenue nexo de unión con la anterior, y pasamos a tres amigas que tienen un grupo musical y cuya furgoneta se rompe en mitad de ninguna parte. Y de repente una pareja las recoge y las acoge en su casa (hasta que puedan reparar el vehículo al día siguiente). Pero resulta que hay gato encerrado y que los anfitriones están metidos en algo chungo. Una vez más, tienen mi interés.

Entonces la historia de nuevo se queda a medias y, en el final más estúpido de la historia, se enlaza ya con el siguiente segmento. Y ahí ya me doy cuenta de que no, que esta vez no soy yo sino ellos. Que no es que no esté pillando los finales, es que sencillamente no existen. Y me empiezo a mosquear.

Y la tercera historia va bien de ambientación, pero me tiene con la mosca detrás de la oreja. Y cuando compruebo que tampoco lleva a ninguna parte, ya ni me sorprende. De modo que la cuarta historia podría ser una obra maestra (que no lo es, pero ni por asomo) que a mí ya me han perdido. Lo único que quiero es que la tortura acabe lo antes posible.


Obviamente el final de ese capítulo tampoco es ninguna maravilla, y llega por fin la última historia que enlaza, mira tú qué bien, con la primera de todas, explicando (es un decir) cómo los dos tipos de la furgoneta se vieron envueltos en la situación en la que estaban. Aunque quisiera no sabría explicárselo, porque mi cerebro, después de insultarme por haber elegido la película, directamente entró en modo desconexión.

Seguro que "Southbound" tiene su público, y si quieren verla, cada cual pierde el tiempo como le da la gana. Si les gusta, en serio, no quiero saberlo. Y si la odian, al menos no podrán decir que no se los advertí. Y con vehemencia.