En 1977 Peter Finch se convirtió en el primer actor en ganar un Oscar a título póstumo:
fue como Mejor Actor por "Network, un mundo implacable", de Sidney
Lumet... Pero no quiero hablarles de eso ahora. No quiero hablarles de la
película, de su inmenso guión oscarizado, ni del genio de Lumet...
El cine no siempre es
sólo entretenimiento. No ocurre muy a menudo, pero de cuando en cuando una
película, una escena, una frase o una interpretación, trasciende esa categoría
para convertirse en arte mayor, en Patrimonio de la Humanidad... En el mejor reflejo
del mundo que le rodea y del que se nutre, un valioso legado para espectadores
futuros: una prueba fehaciente del valor incontestable del arte y la cultura
como testigos que dan perspectiva, claridad y sentido al devenir de los
tiempos..
La semana pasada,
en EEUU se alcanzaba un hito histórico: el matrimonio homosexual era legalizado
en todos los estados del país... Y el resto del mundo se cubrió de banderas de
colorines: balcones oficiales, manifestaciones en la calle... Y fotos de perfil
de millones de usuarios de cualquier red social. El triunfo de un colectivo que
ha atravesado las arenas de su desierto particular (si no es acaso el mismo que
cruzamos todos...) por su derecho a expresarse, protestar y luchar por sus
derechos...
Estos días, son los
griegos los que libran su batalla particular: en este caso no contra un
desierto, sino más bien un cerco, un corral (sin el diminutivo alusivo a los
bancos) al que están siendo empujados por, entre otros, los mismos que
intentaron controlar el mundo a base de gas y fusiles no hace tanto tiempo, y
que hoy dictan las normas libres de toda culpa desde sus tronos en casas de
moneda y timbre... Pero ellos, los griegos, tampoco renuncian a su derecho a
expresarse, a salir a la calle y unirse para luchar por sus derechos, con sus
convicciones y la palabra como únicas armas. Y qué hermosa lucidez hacerlo en
una plaza llamada Sintagma...
Y en medio de
tanta victoria de la palabra... En España nos la quitan con una mordaza. Y de
esto sí quiero hablar; y es entonces cuando me acuerdo de Peter Finch, pienso
en todas las películas que han retratado para siempre la realidad de los
cambios que sacuden el mundo (desde "Philadelphia" hasta
"Lincoln", desde "Norma Rae" hasta "El Juicio de
Nuremberg: Vencedores o Vencidos"...), y pienso que en todo lo que
quisiera y pudiera decir ahora (poco, si no quiero enfrentarme a una multa que,
como buen actor, no puedo permitirme pagar gracias a la in-gestión de este
Gobierno...) no habría prácticamente nada que no se hubiera dicho ya en esta
escena... Una escena que, 40 años después, podría estar sacada de cualquier
manifestación del Orgullo LGTB, de las últimas horas en la Plaza Sintagma... O
de cualquier rincón de este país en estos días, y desde hace ya demasiado
tiempo...
Y ustedes, ¿qué
eligen? ¿Gritar o cerrar la ventana?
(Repitan conmigo:
"qué grande es el cine"... Y abran la ventana)