14/7/15


El pasado domingo pude asistir al pase previo de la nueva película de la factoría Marvel, "Ant-Man" ("El hombre hormiga"), en el cine Picture House de Londres, invitado por Marvel Studios (a quienes desde aquí aprovecho para darles las gracias).
Tengo que reconocer que mis expectativas para esta película eran bajas por un par de motivos. El primero, y para mí más importante, el hecho de que Edward Wright, quien iba a ser su director, saliese por la puerta de atrás del proyecto después de un tira y afloja con los productores ejecutivos de la película. Tras anunciar la salida de Wright, Marvel subía al carro al director Peyton Reed ("Abajo el amor"), un especialista en el mundo de la comedia. 

El segundo motivo era, no puedo negarlo, el hecho de tener a Paul Rudd en el papel principal como Scott Lang. Nunca me he considerado fan del actor, y culpa de ello lo tienen películas como "Te quiero, tío" o "Cómo sabes si...?", en la cual hasta el todopoderoso Jack Nicholson hace aguas por todos lados. Lo que no quita que el pobre Rudd me haya parecido un tipo bastante afable y cercano cuando tuve la oportunidad de hablar con él.

Y dicho esto, me gustaría añadir que estoy totalmente seguro de que no soy el único que esperaba ver al irreverente Nathan Fillion, como se rumoreró hace unos años, en el papel del superhéroe en miniatura.


Sin embargo he de decir que, tras el visionado de la película, no me queda más que aplaudir a Marvel y admitir que han vuelto a conseguirlo. Porque el producto final, sin llegar a ser una obra maestra del género, sí que aporta una ráfaga de aire fresco, haciendo que los 117 minutos de la película se pasen volando, al ser la mar de entretenidos. 

Michael Douglas, en su papel de Hank Pym, el primer hombre hormiga y miembro fundador de los Vengadores en las páginas del cómic, copa gran parte del metraje y eso se agradece bastante. Suyos son algunos de los diálogos más interesantes de la película, y su tensa relación con su hija Hope (una más que correcta Evangeline Lilly), llena la cinta de la carga dramática que toda película Marvel necesita. 


En el área cómica (factor en que se nota que han mamado de la fórmula ganadora de "Los guardianes de la galaxia"), el gran Michael Peña, junto a su grupo de inadaptados, se llevan el gato al agua. Por desgracia Corey Stoll no pasará a la historia como uno de los mejores villanos del género en su papel de Chaqueta Amarilla, ya que cumple su función, sin más. 

Y Paul Rudd... pues la verdad es que consigue dar a Scott Lang ese toque humano que el papel requería, condicionado por el afecto hacia su hija Cassie, y por las ganas que tiene de volver a estar con ella. Quizá lo único que no acabo de creerme es que Lang sea un ingeniero reconvertido en ladrón de poca monta, pero bueno, lo cierto es que Rudd no sale malparado.

En el apartado técnico hay que destacar esa nueva baza con la que Marvel puede jugar en este caso. El mero hecho de tener a un personaje que puede encogerse cada vez que le venga en gana permite a los creadores de este gran producto - visualmente hablando - jugar con la perspectiva y hacer ver al espectador situaciones nunca antes vista en una película de superhéroes. Realmente me ha recordado a los buenos momentos que pasé de niño viendo el clásico de Disney "Cariño he encogido a los niños", hormigas incluidas. 


En definitiva, les aseguro que la jugada le ha salido bien a Marvel y a Reed con esta película, la cual,consigue entretener, arrancar las carcajadas del público y hacer justicia a un personaje muy importante del universo marvelita que, sin lugar a dudas, tendrá su peso en futuros proyectos de La Casa de las Ideas. 

Ah, y por favor, recuerden quedarse en la sala después de los créditos para ver las dos escenas ocultas. La verdad es que ninguna tiene desperdicio y sirven para ponernos los dientes largos con respecto a lo que vendrá en un futuro no muy lejano.

Permítanme que me despida con la frase que escribió el bueno de Peyton Reed en el póster de la película que tuvo a bien firmarme: "Let's get small". Gran eslogan para una película que ha resultado más grande de lo que me podía imaginar.