24/6/15


La verdad es que hay noticias de Hollywood que a uno le engorilan mucho, cosas que te cabrean y que dan ganas de ponerte cual simio a tirar excrementos a la gente que pasa bajo tu ventana. Una de esas noticias fue el anuncio de la tercera entrega de "Cazafantasmas" protagonizada por mujeres (la verdad es que a día de hoy no sé si es un jodido reboot o una secuela directa). El caso es que ahora mismo he cambiado de idea y quiero verla, es más, puede que incluso mole. ¿El motivo? Paul Feig.

El anunciado director, del que todo lo que había visto hasta ahora en el cine me parece una basura, se ha marcado una de las comedias más divertidas, macarras y descacharrantes que he visto en años.e Estoy hablando de “Spy”, una nueva y sorprendente vuelta de tuerca al tan manido género de los espías.



“Spy” comienza con una secuencia de acción muy bien ejecutada, con correctos movimientos de cámara y coreografías y tiroteos claros y vistoso, parece una película de acción más, hasta que al prota Jude Law, se le dispara la pistola al estornudar y le pega un tiro en toda la sesera al terrorista que acaba de vender un arma nuclear transportable. Un gag simple, pero directo y con mucho gancho.


Un golpe de humor que no es más que el inicio de una película disparatada con una trama propia de unos de los filmes modernos de Bond o de infiltrados y agentes secretos en plan Jason Bourne, sólo que totalmente fuera de tono, donde todo vale y la violencia totalmente gratuita, el lenguaje burdo y soez y los chistes escatológicos tienen cabida sin ningún tipo de mesura.

No voy a hablar gran cosa sobre la trama, porque francamente no creo que haga falta. Todo girará ,como imaginaréis, en torno a recuperar el arma nuclear, y el peso interpretativo recae sobre la grandérrima Melissa McCarthy, que sorprende por la cantidad de recursos que tiene su personaje.


No obstante "Spy" es una película con varios actores a tener en cuenta. El primero,  el mencionado Jude Law, chulesco y pagado de sí mismo, un James Bond narcisista y egocéntrico. Luego tenemos a Jason Statham, al que desde ya quiero ver en papeles cómicos más a menudo, porque cada aparición suya en pantalla es impagable, así como sus monólogos sobre lo buen espía que es y lo dura que ha sido su carrera. También está por ahí Morena Baccarin haciendo de pija e insoportable, vamos, que se interpreta a sí misma. Y por último ¡Rose Byrne! Una de mis diosas particulares haciendo las veces de villana choni. Sólo por ella merece la pena pagar la entrada.


Por lo demás, un filme técnicamente muy correcto con un score a tener en cuenta de Theodore Shapiro y cuyo único punto flaco lo encuentro en su excesiva duración, dos horas justitas, a las que si le quitamos un cuarto de hora nos daría como resultado una película mucho más redonda.