22/11/16


¿Recuerdan "Seinfeld", la genial serie de televisión? Bueno, espero que no sólo la recuerden sino que también la veneren como se merece (en caso contrario me costaría decir que siguen siendo ustedes bienvenidos a esta página). Pues bien, logró hacerse un hueco en la parrilla convirtiéndose en "la serie que no iba de nada". Sus personajes simplemente hablaban, pasaban el rato y se comportaban como seres humanos normales (es decir, que eran mezquinos y miserables).

Eso funciona en la pequeña pantalla, en clave de comedia, en episodios de 22 minutos y gracias a la genialidad de un equipo artístico irrepetible. Justo todo lo que no tiene "Shelley", una de esas películas de terror en las que mucha atmósfera, mucha tontería, pero al final no pasa absolutamente nada.


Una chica rumana se traslada a una casa en el campo (pero campo, campo, en plan nadie a 10 kilómetros a la redonda) donde comienza a trabajar como asistenta de una pareja que no puede tener niños. La idea de la chica es trabajar allí un par de años y ahorrar el dinero suficiente como para poder comprarse una casa en la que vivir con su hija.

La cosa va bien, hace buenas migas con su "jefa", hasta el punto de que ésta le hace una proposición: ¿qué tal si llevara en su interior el ansiado bebé, como un vientre de alquiler? A ellos les hacía un favor brutal y, en compensación, le pagarían lo suficiente como para que se pudiera comprar la casa de manera mucho más rápida. Y claro, la chica acepta, porque el trato le parece interesante, porque le cae bien la mujer y, sobre todo, porque si no no habría película (o ésta sería aún más aburrida, que es algo difícil pero no imposible).


La joven se queda embarazada a la primera. Pero conforme van pasando los meses, se empieza a sentir cada vez peor y, lo que es más preocupante, empieza a actuar de forma rara. Como si lo que estuviera gestando no fuera a llevarse el premio a "bebé hermoso del año", sino a "mejor colega del hijo de Rosemary".

Hombre, dirán ustedes, la cosa no pinta tan mal. Estoy de acuerdo...si hubiera algo más. Pero no, lamento decirles que esto que acabo de contarles no es la premisa, sino la única parte comprensible de la película. A partir de ese momento todo se reduce a silencios, sueños extraños, escenas confusas y. básicamente, el típico desarrollo de "elige tu propia aventura", es decir, soy el director Ali Abbasi y soy tan vago que no pienso cerrar esta película, mejor vete interpretando tú lo que va ocurriendo. Ya lo he dicho unas cuantas veces: ya estoy muy mayor para esta clase de juegos.


Todos tenemos nuestras filias y fobias. Particularmente no soporto las películas found footage ni los films que dejan cualquier explicación en mis manos. Es como si Velázquez, a mitad de "Las meninas", hubiera bajado los pinceles y dicho "y ahora os imagináis el resto". Lo siento, pero no. Cada vez tengo menos paciencia. Porque no me cabe duda de que hay (pocos, pero los hay) directores inteligentes que realmente sabrían cómo rematar su historia pero a los que les divierte mucho más dejar descolocados a los espectadores. Pero también hay mucho autor de tres al cuarto que sencillamente no sabe qué hacer, y que piensa que ser críptico le convierte inmediatamente en alguien interesante. 

"Shelley" ni siquiera es una mala película. Entra en una categoría peor, la de cinta aburrida. En su primer tramo no logra enganchar lo suficiente como para que hagamos el esfuerzo de entender qué está pasando en su parte final. Dicho de otro modo, sus primeros 45 minutos son un preámbulo a lo que tiene que venir, pero es que los segundos 45 son un "completa los puntos" que nos remite a los primeros 45, que ya de por sí eran... ¿lo ven? La pescadilla que se muerde la cola.


De lo más flojo que he visto este Sitges. Un film que quizás hubiera funcionado bien como cortometraje, pero que se agota demasiado pronto demostrando que en realidad no había tanto que contar (por no decir prácticamente nada). Cuando eres capaz de resumir toda una película en una frase promocional, es que hay algo que estás haciendo mal. Sus responsables se equivocaron con el enfoque. Yo me equivoqué entrando en la sala a verla. Todos salimos perdiendo. El mal (en forma de bebé infernal o no) ha salido ganando.