24/11/16


Park Chan-wook es un genio. Es el único modo de calificar a este director coreano con un estilo tan elegante y personal que ni siquiera Hollywood logró estropearlo. En su aventura americana (que es algo que todos los realizadores asiáticos deciden probar, tarde o temprano, aunque por lo general la experiencia es un absoluto fracaso) se sacó de la manga una de las películas más fascinantes de los últimos años, "Stoker", recordándonos por el camino que, cuando quiere, Nicole Kidman sabe actuar (y fruncir el ceño...si el efecto del botox ya se le ha pasado).

Para muchos siempre será el responsable de "Old boy" (la buena; por cierto, Spike Lee le podría pagar un par de clases particulares para que le enseñe a mover la cámara, ya que si siquiera copiando su trabajo logró llegarle ni a la altura de los tobillos con su remake), pero lo cierto es que Park Chan-wook es mucho más que eso. "Sympathy por Lady Vengeance", "I'm a cyborg but that's ok", "Thirst"... películas muy diferentes en cuanto a género cinematográfico e intenciones, pero que demuestran que este hombre es una fuerza de la naturaleza (posiblemente "Thirst" sea la que menos me guste, y aún así el bueno de Park demuestra un magnífico dominio de la cámara).


Y claro, cuando uno está en estado de gracia y sabe que podría rodar una película de los Teletubbies y lograr que fuera buena, pues pasa lo que pasa: que te envalentonas y te atreves con todo. Como coger una novela que transcurre en la era Victoriana y adaptarla a tierras coreanas (en la época de la ocupación japonesa). Y no contento con eso, te olvidas del thriller y del terror, es decir, de tus supuestos puntos fuertes, y te marcas un drama erótico de dos horas y media de duración. A eso es a lo que yo llamo tenerlos cuadrados.

¿Saben qué? Lo mejor es que la jugada le ha salido a la perfección. Saben lo que opino de las películas orientales largas. Súmenle que no me gustan las cintas de época y que el drama no es mi género favorito y entenderán que parece una película pensada para hacerme tener arcadas. Pues, justo al contrario, "The handmaiden" logró fascinarme sobremanera, hasta el punto de que creo que es una de las mejores películas del año.


Vamos con el argumento (que parece más complejo de lo que realmente es). Un caradura que se hace pasar por conde contrata a una joven ladrona, Sook-He, para que se convierta en la doncella de una rica heredera a la que quiere cortejar. El plan pasa porque Sook-He convenza a su ama de que no hay mejor hombre que el conde y que debería casarse con él. Una vez que ocurra esto, el estafador piensa encerrar a su flamante nueva esposa en un sanatorio mental y quedarse con todo su dinero y pertenencias, momento en el que su cómplice recibirá una suculenta recompensa.

Pero, como pasa con todos los planes, siempre hay algo que falla. De entrada porque la chica se hace amiga de la rica heredera. Demasiado amiga. Demasiado demasiado amiga, ya me entienden. Y claro, de repente todo el tema de putearla y encerrarla en un manicomio para que se pudra ya no le parece tan buena idea. Y si se creen que ese es el punto de ruptura, la gran decisión que marca la parte final de la película...no podrían estar más equivocados. Porque lo que les acabo de contar es sólo el primer acto. A partir de ahí se suceden las sorpresas y te quedas con cara de "¿qué diablos está pasando?".


Así es. Tenemos al Park Chan-Wok más juguetón, capaz de dar giros de 180 grados a su historia y cambiar de paso el foco de la historia, que se va alternando entre los distintos protagonistas. Como un truco de magia de los buenos, vamos asistiendo a diferentes interpretaciones de los sucesos, de manera que cada nueva "repetición" arroja más luz sobre unas acciones que pensábamos que estaban claras y que pronto descubrimos que no, que nos estaban engañando como a chinos. Pero de qué forma tan brillante.

"The handmaiden" se mantiene siempre fiel a sí misma. No hace que la trama avance a base de golpes de efecto absurdos, sino que la montaña rusa en la que se convierte está plenamente justificada. Llega un momento, pasada la sorpresa inicial, que sólo nos queda sonreír y confiar en que el director repita la estrategia una y otra vez, porque, seamos sinceros, es de lo más divertido. Es como ver "Las amistades peligrosas" pero con un toque extra de frivolidad y erotismo.


Porque esa es otra. El cabrón (con cariño) del director se marca una primera hora sumamente elegante, en la que sugiere más que muestra...y de repente en la parte final se desmelena y se marca un par de escenas subidas de tono capaces de escandalizar a las protagonistas de "La vida de Adéle" (vale, no tanto, pero sí, el hombre se sobra lo suyo, hasta el punto de que el +18 en muchos países no se lo ha quitado nadie).

Cuando creemos que si con el argumento nos la ha jugado, al menos entendemos las claves visuales, no, Park Chan-wook nos deja claro que esta es su función y que piensa hacer lo que le dé la gana. Aunque eso sea emular al Paul Verhoeven más pasado de rosca...pero sin perder nunca de vista la calidad estética. Eso es quizás lo que más rabia me da: que es tan bueno que ni siquiera cuando se muestra excesivo cae en el mal gusto, sino que todo es sensual e hipnótico.


"The handmaiden" es un juego. Uno al que resulta casi imposible no rendirse. Por la belleza de sus imágenes, por lo ingenioso de sus giros, por el trabajo de un reparto ejemplar y porque, en definitiva, Park Chan-wook sabe que, a día de hoy, él marca el ritmo y nosotros aplaudimos embobados ante su espectáculo. 

Por mi parte no tengo ninguna queja. Se ha ganado el derecho a hacer lo que le apetezca, cuando y como le apetezca. Y servidor, cuando estrene nuevo trabajo, correrá a comprar su entrada, sin detenerse siquiera a leer la sinopsis de la película. Porque dará igual el género o la trama elegida, sé ya de antemano que el resultado final estará a la altura. Como todo lo que hace este hombre.