28/9/16


A perro flaco todo son pulgas. Lo digo porque, si ya les voy adelantando que el documental "Manda huevos" me gustó muy poco tirando a nada, la casualidad quiso que encima lo viera sólo 24 horas después de haber asistido al pase de la excepcional "Eight days a week", el documental sobre los Beatles rodado por Ron Howard, que no sólo debería llevarse el Oscar el año que viene en su categoría, sino que está entre mis pelis favoritas del 2016 (así, en general).

Las comparaciones son odiosas, pero les juro que no intento hacer leña del árbol caído. Simplemente me voy a valer de ambos documentales para intentar explicar por qué, a mi juicio (ojo, que nunca me cansaré de repetir que esto del cine es algo tan, tan subjetivo, que quien crea estar en posesión de la verdad absoluta tiene un grave problema), Diego Galán (por cierto, antiguo director del Festival de Cine de San Sebastián) se ha equivocado por completo a la hora de enfocar su película.


"Manda huevos" tiene, a priori, una premisa interesante: sintetizar cómo el cine patrio, a lo largo de su historia, ha ido representando en la gran pantalla a los diversos prototipos del varón español. Aquí ya empezamos mal, porque mientras el documental de Los Beatles tenía muy claros sus márgenes (los años de gira; y sí, por supuesto que uno echa en falta historias interesantes de los últimos tiempos del grupo, pero es que ese no era el tema) en "Manda huevos"el tema es tan etéreo, caben tantas cosas, que al final se termina convirtiendo en un cajón desastre.

Lo mismo hay un par de referencias a los antiguos aborígenes que a Cristóbal Colón que a la gente de la postguerra. Pero nunca da la sensación de que el discurso esté bien articulado, sino más bien parece que el documental se ha ido improvisando según las películas y los cortes que tenían a mano. En vez de tener un guión cerrado sobre el que se han buscado las imágenes, da la sensación de que primero se ha seleccionado el material y le han dicho al montador "ahora a ver qué podemos hacer con todo esto".

Porque, lo mejor del documental de Los Beatles, es que funciona casi como una película de ficción. Tiene una estructura firme, a prueba de balas. Decía Ron Howard en la alfombra roja previa al estreno que él es un contador de historias, y eso es exactamente lo que ha hecho; contar una historia fascinante, controlando el tempo, el ritmo, cada cosa que sucede en la cinta, y no al revés.


Regresando a la película que nos ocupa, "Manda huevos" es justo lo contrario. No hay una historia ni un planteamiento cerrado. En el colmo del amateurismo, en ciertos momentos (sí, en plural), escuchamos a la narradora (Carmen Machi, lo mejor de la función, lo que tampoco es decir mucho) decir la frase "pero volveremos a ello más adelante", que es algo que en un documental debería estar penalizado con la cárcel. ¿Pero qué diablos es eso de empezar a contar algo, pasar a otra cosa y regresar más adelante a alguno de los temas? Es un recurso que uno utilizaría en un trabajo del colegio que tiene que entregar al día siguiente, pero no en un documental en el que se supone que uno invierte todo el tiempo que haga falta para que la cosa quede perfecta.

A esto hay que sumarle salidas de tono de lo más incomprensibles, como los cinco minutos de metraje que Diego Galán reserva para hablar de la violencia de género. Tema interesantísimo, por supuesto, pero que en este caso está fuera de lugar. Porque hablar del papel del hombre en el cine y de repente hacer un alegato a favor de las mujeres maltratadas es como intentar meter una secuencia de "Aterriza como puedas" en una peli de Terrence Malick: todo tiene su momento, pero desde luego no es éste.


Es como si el director fuera improvisando sobre la marcha los temas de los que le apetece hablar, sin tener claro a dónde quiere llegar, con lo que al final, como es evidente, no llega a ningún sitio. Pero es que el viaje ni siquiera es interesante, ni ameno, ni divertido. Son 90 minutos como podrían haber sido 40 o 320, en realidad nada hubiera cambiado. Y cuando el montaje de un documental no es milimétrico (¿hace falta que les diga qué me parece el de Los Beatles?), entonces es que se ha hecho algo mal. En este caso, prácticamente todo.

"Manda huevos" parece, en última instancia, uno de esos programas de recuerdos que tienen locución de Santiago Segura (no me hagan buscar el nombre, por favor, confío en que sepan a qué me refiero). Que ya de por sí suenan a espacio de relleno en Televisión Española. Pues cuando encima lo llevas a la gran pantalla y además lo presentas en un festival de cine como el de San Sebastián, o es que te has vuelto loco o que has medido mal (rematadamente mal) tus habilidades como narrador.

Y es que una película llamada "Manda huevos", sobre el hombre español en el cine, en el que de entrada  no aparece el Javier Bardem de "Huevos de oro", en serio, ¿qué tipo de credibilidad puede tener?