12/7/16


Estoy viendo la serie de televisión "Outcast" y me está gustando. A decir verdad, me está gustando mucho más de lo que nunca lo ha hecho "The walking dead", la otra serie basada en un cómic de Robert Kirkman. 

Pero estoy mosca. A la defensiva, sin tener del todo claro que este sentimiento se vaya a prolongar demasiado en el tiempo. Supongo que por eso estoy escribiendo este artículo ahora, cuando llevamos seis episodios, y no al final de temporada. Porque quizás para entonces haya cambiado completamente de idea.

¿Y por qué pienso que quizás "Outcast" termine decepcionándome? Bueno, ese es el motivo de ser de este artículo, así que analizamos la situación por partes.


Robert Kirkman es un buen escritor. Un buen escritor que debería haber hecho carrera no en los cómics, sino en telenovelas como "Santa Bárbara" (sí, es lo que tiene ser del mundo viejuno, que me acuerdo de la serie en la que se dio a conocer Robin Wright) o cualquier culebrón venezolano. Porque a Kirkman le gusta dilatar las tramas. Extenderlas hasta el infinito. Como él mismo ha confesado, disfruta yendo despacio. O exasperantemente despacio, si quieren saber mi opinión.

Creo (ni que decir tiene que esto no deja de ser una simple opinión personal) que como guionista sabe crear unos interesantes puntos de partida, pero que desde luego no tiene ni idea de a dónde quiere llegar. Posiblemente ni le interese saber cuál es la meta. Las suyas son historias construidas sólo a mitad, lo que vendría a ser "presentación" y "nudo".


No me malinterpreten: es una opción perfectamente válida. Hay gente cuyo punto fuerte es saber cerrar las historias y otros que son maestros en la construcción de personajes. Kirkman pertenece a esta segunda categorías. Los protagonistas de "The Walking Dead" son bastante realistas, hasta el punto de que, incluso los teóricos héroes, a ratos caen mal (yo hace mil años que no soporto a Rick, ni en el cómic ni en la serie). No son estereotipos ni creaciones unidimensionales, se comportan como auténticos seres humanos. Pero precisamente por esta sensación de realismo que intenta otorgarle al conjunto, lo cierto es que sus historias son simplemente una huida hacia adelante.

"The walking dead", como historia, nunca acabará. No sabremos por qué se produjo la epidemia zombie y veo difícil que llegue a curarse algún día. Aunque lo hiciera, la raza humana está condenada. ya que sólo quedan unos cuantos supervivientes (mil, diez mil...incluso aunque fuera un millón de personas). No hay un clímax en el horizonte, no hay un tercer acto hacia el que la trama se encamine.

Ya no es sólo que esté claro que las cosas son así; es que el propio autor ha declarado que, antes del final de la serie (cómic y televisión, lo mismo da), todos irán muriendo: Rick, Michone, Maggie... todos.  Esto hace que "The  Walking Dead" pueda ser interesante, no lo discuto. Pero es una historia sin foco.


A mí hace tiempo que me aburrió. ¿Para qué voy a mostrar interés en unos personajes que, eventualmente, van a ir desapareciendo? Sí, ya sé que en la vida real el tiempo pasa y la gente muere. Pero cuando me interesa la vida real salgo de casa y miro a mi alrededor, no me siento delante del televisor o compro un cómic. Cuando el "realismo" choca con la diversión y hay que elegir, a mí dame diversión y sáltate otras explicaciones (dicho de otro modo, Ang Lee, si decido ir a ver una peli llamada "Hulk" es que ya me tienes ganado con lo del monstruo verde, no hace falta que desperdicies una hora intentando explicarme si eso es científicamente posible o no).

El esquema se repite. Conocen gente, llegan a un sitio nuevo, crean una comunidad, se pelean, la comunidad se va a la mierda, muere gente, de vuelta al principio... No sé cuántos sitios más van a poder reventar (la granja, la cárcel, Hilltop...) ni con cuantos cabrones más se van a poder cruzar (El Gobernador, los caníbales, Negan...). A mí este círculo vicioso me parece repetitivo y creo que, con el tiempo, todo el mundo se cansará de él. Porque, aunque esté muy bien narrado, no deja de ser más de lo mismo.

Lo que me lleva, aunque haya sido un largo rodeo, de regreso a "Outcast".


El planteamiento de "Outcast" (cómic y serie, nuevamente) mola: Kyle Barnes es un tipo con muy mala suerte al que persiguen los demonios. Su madre estuvo poseída, su mujer brevemente también... La cosa está en que hay algo en su interior que atrae/repele a los demonios. No dejan de buscarle, pero también es cierto que cuando toca a alguien poseído, la persona siente malestar. Hasta en ocasiones logra expulsar a los demonios del cuerpo de los afectados (no es que le esté yendo muy bien, y por algún motivo siempre acaba recurriendo a dar hostias como panes a los poseídos, pero bueno, hace lo que puede).

Así que Kyle y el Reverendo Anderson comienzan una cruzada contra el demonio, en una ciudad en la que el número de afectados empieza a superar el de víctimas en el Cabot Cove de Jessica Fletcher. Lo que podría dar pie a un buen procedimental (un capítulo, un caso) pero no, Kirkman prefiere centrarse en una historia más extensa, más densa y en el que lo que los protagonistas saben es muy poco (y sus descubrimientos se van sucediendo a cuentagotas). Lo que, particularmente, me encanta.

...salvo que dentro de cinco años sigamos igual.


Ese es el miedo: que "Outcast" no vaya hacia ningún sitio. Kirkman ya avisó, con el cómic, que pensaba tomarse las cosas con calma, que el ritmo sería pausado. La pregunta es a qué llama él ritmo pausado. Porque en seis episodios (y casi una veintena de números del cómic) no hemos dejado de acumular preguntas, pero las respuestas...no, esas siguen sin llegar. No sabemos mucho más que al inicio de la serie. No sabemos por qué es tan especial, ni qué quiere el malvado Sidney de él... ni siquiera cómo funciona realmente el tema de los exorcismos (digamos que la proporción de fracasos supera ampliamente el de los éxitos hasta el momento).

A esto hay que sumarle otro problema: Kirkman, recientemente, hizo una crítica a "Juego de Tronos", diciendo que le parecía mal que la serie hubiera adelantado a los libros. Lo que, si es consecuente con sus palabras, significará que la serie de televisión de "Outcast" nunca superará a los cómics. Pues mal vamos.


Porque cuando "The walking dead" comenzó a emitirse, ya había como unos 75 cómics publicados (hablo de memoria, pero vamos, que eran unos cuantos). Con "Outcast", como digo, actualmente hay 18. Lo que significa que hay dos opciones: o un cómic es un episodio (lo que implica que 20 páginas se convierten en 42 minutos) o nos espera mucho relleno. Ninguna de las dos fórmulas me termina de hacer feliz.

Como decía al principio, me está gustando "Outcast". Ha conseguido llamar mi atención, quiero saber lo que pasa. Pero ese es el problema: que quiero saber lo que pasa. Si todo son secretos y misterios, y más secretos y más misterios, y no avanzamos, terminaré por aburrirme también. Quizás no esta temporada, tal vez incluso no en la siguiente (que me temo que sí). Pero tres años de ritmo a paso de tortuga sé que no voy a ser capaz de soportarlo. Y creo que no seré el único.

Jugar a la lentitud extrema sólo funciona si tu producto es una obra maestra como "Carnivale". Y ni aún así, que mira que al final corrieron en los dos episodios finales, y con todo la historia se quedó colgada y con cierto tufo a "tomadura de pelo".


Así que, por favor, señor Kirkman, no convierta "Outcast" en otra serie de 300 números. No haga como con "The Walking Dead", más de 150 cómics y seguimos igual que al principio. Aprenda de Garth Ennis y su "Predicador", de John Layman y su "Chew", de Warren Ellis y "Transmetropolitan" (no se fije tanto en el "Y, el último hombre", que Vaughan es otro que no sabe rematar sus series). Entienda que toda buena narración tiene tres actos y que no se puede eternizar. Cree una gran historia con principio y final, y luego adáptela entera en televisión.

En no más de cuatro temporadas, si no es pedir demasiado.