28/7/17

"Siempre nos quedará París"... Pocas frases en la historia del cine han tenido tanto eco como esa cita mal citada de Bogart en "Casablanca"... Y pocas veces habremos recurrido tanto a ella como en las últimas semanas.

Son tiempos difíciles, nadie es ajeno a la realidad de estos días, una realidad que ha visto apagarse demasiadas luces en la ciudad de la luz, la ciudad del amor... Pero no vamos a ahondar en la herida. No vamos a hablar de ninguna de las muchas cosas de las que se habla (y se debe hablar...) estos días. En este rincón sólo voy a hablar de cine, a rendir un humilde homenaje a una ciudad que, más que una ciudad, es un símbolo de demasiadas cosas importantes en la vida... Liberté, Égalité, Fraternité.


Como tantas otras grandes ciudades, París ha sido escenario natural de infinidad de historias, de todas las épocas, géneros y estilos imaginables: desde el primer largometraje del genio de François Truffaut, "Los 400 Golpes", y el resto de joyas de la Nouvelle Vague, hasta secuelas de terror sin mayor trascendencia como "Un Hombre Lobo Americano en París"... Pasando por éxitos más recientes, como esa fábula que convirtió para siempre a Audrey Tautou en "Amélie"...


Sus calles han servido para que un maestro como Polanski las convirtiera en un infierno para Harrison Ford, buscando desesperadamente a su mujer en "Frenético" (uno de mis thrillers favoritos), al ritmo de aquel "Strange! I've seen that face before..." de Grace Jones; mientras que, sin embargo, para Agustín Díaz Yanes en su "Sin Noticias de Dios", el cielo tenía precisamente el aspecto de un París desierto en blanco y negro, cuya anfitriona no podría haber tenido un rostro más hermoso que el de Fanny Ardant...


Los más pequeños (y los que disfrutamos tanto o más que ellos, aun sin confesarlo) también han podido descubrir sus rincones a todo color en más de una ocasión, como aquella en la que Disney nos llevó al interior de su catedral de la mano (o la chepa...) de "El Jorobado de Notre Dame"; y las (y los, que también los hay... Aun sin confesarlo) incondicionales del romanticismo, disfrutaron viendo a Meg Ryan sucumbir a sus encantos, y a los de un Kevin Kline con perfecto acento francés en "French Kiss", uno de los títulos más reivindicables de la entonces reina de la comedia romántica...


Y pocas películas (e interpretaciones) me han cautivado tanto como "Tres Colores: Azul", con una Juliette Binoche dolorosamente inolvidable, que rozaba sus nudillos con rabia contra muros de piedra con tal de sentir algo, de salir a la superficie de ese océano de partituras gélidas en el que se hundió tras la pérdida... De desprenderse de esa tristeza que paseaba por las calles estrechas del Barrio Latino. Una primera entrega a la que seguirían "Tres Colores: Blanco" y "Tres Colores: Rojo" (probablemente, la más redonda de las tres, con un inmenso Jean-Louis Trintignant), la magnífica trilogía de Krzysztof Kieślowski, que reflexionaba sobre el significado del lema de la República a través de los colores de su bandera... Liberté, Égalité, Fraternité... Y tantas otras cosas.


Pero si algo caracteriza a París, y que tuve la oportunidad de descubrir hace sólo unas semanas paseando por sus calles por primera vez en mi vida, justo hasta un día antes de que tantas cosas cambiaran... Es esa magia que esconde cada uno de sus rincones, ese charme que te atrapa y consigue que te enamores perdidamente de sus fachadas, desde la primera brisa que te acaricia la cara en una esquina... Pasando junto al escaparate de una pastelería, oliendo sus croissants de mantequilla, sorteando las mesas de algún bistrot hasta casi el borde de la acera... O escuchando un par de frases de ese idioma que nació para susurrar piropos al oído...

Así que, a los que ya saben de lo que hablo, o a los que siguen soñando con plantarse un día en el aeropuerto y pillar el primer vuelo a Orly... Les invito a que viajen conmigo a través de cinco películas:

· El Globo Rojo (1956)

Este mediometraje con más de medio siglo de edad... Es una auténtica joya. Premiado en el Festival de Cannes y ganador del Oscar al Mejor Guión Original entre otras distinciones, es un poema sin apenas diálogos, una postal de París y de la niñez, de la inocencia y de la ilusión... Una metáfora de muchas lecturas que siempre que vuelvo a verlo me emociona. ¡Ah! Y para los fans de "Up", una prueba de que no hay nada nuevo bajo el Sol...


· Moulin Rouge! (2001)

Y de un globo... A un molino, testigo de la fantasía de Baz Luhrmann, del amor devastador y a primera vista entre un bohemio y una cortesana... Y de la resurrección del musical de Hollywood. Un musical embriagador, excesivo y apasionado, como un botellón de absenta en medio de un Grand Guignol, que vino a recordarnos dos realidades que nunca deberíamos olvidar: que the show must go on, y que the greatest thing you'll ever learn is just to love and be loved in return...


· Ratatouille (2007)

Y si la explosión de colores de "Moulin Rouge!" partía de su música... En "Ratatouille" salía de su cocina, esa en la que decidieron poner color a uno de los mayores encantos de Francia: su gastronomía. Una historia protagonizada por una rata que sueña con ser un gran chef, y que en más de una ocasión logra que nos llegue el aroma de los platos que prepara... Y es que todos nos sentimos identificados con ese crítico de cocina al que un solo bocado de cierta receta le retrotrae a su más tierna infancia en un plano magistral... Pura magia. Por eso, y por esas vistas nocturnas de París...


· Antes del Atardecer (2004)

Ahora, fantasías aparte... Pocas películas me han hecho pasear por las calles de París con el realismo y la intimidad de este título: una secuela, la hermana mediana de una trilogía inusual... Una historia de amor como pocas hemos podido ver en el cine (al menos, en el americano). Richard Linklater invitaba a Ethan Hawke y Julie Delpy a imaginar qué habría sido de aquellos jóvenes que se conocieron nueve años atrás en Viena, y entre los tres nos regalaron este guión (no soy el único actor que escribe...) que nos convierte en auténticos voyeurs de ese reencuentro, de ese día en París... De esa conversación de 80 minutos, una canción, y un paseo por el Sena...


· Un Hombre y una Mujer (1966)

Aunque para historias de amor, pero de las evocadoras y amargas... Esta joya (o gafapastada cultureta y ñoña, como prefieran) de Claude Lelouch, ganadora de la Palma de Oro en Cannes y del Oscar a la Mejor Película de habla no inglesa y al Mejor Guión Original, que está a punto de cumplir medio siglo. "Un Hombre y una Mujer" es una auténtica obra de autor, con una fotografía que haría las delicias de cualquier hypster adicto al vintage (que lo mismo te va del color al sepia que te mete un blanco y negro tirando a cian...), y con un jovencísimo y ya espléndido Jean-Louis Trintignant, pero que principalmente aportó dos tesoros esenciales a mi vida: su BSO (ese hipnótico dabadabadá, dabadabadá de Francis Lai)... Y Anouk Aimée, que enamoró a medio mundo... A falta de que el otro medio vea la película...


Y bueno... Ya sé que dije cinco películas, pero ¿qué se creían? ¿Que iba a obviar semejante maravilla? No, queridos, ¡esta es mi bonus track! Mi broche de oro: sin duda, una de las mejores películas de uno de mis directores favoritos... Y es que Woody Allen volvió a cubrirse de gloria dirigiendo este homenaje a París y a la nostalgia de los soñadores, con un prólogo musical que me parece una obra maestra en sí misma, cine en estado puro, a la altura de aquel que nos introducía en "Manhattan" al ritmo de un blanco y negro que sonaba a Gershwin. Así que no se me ocurre mejor manera de acabar este artículo que con ese paseo por sus calles... Esta vez, al ritmo de Sidney Bechet y su Si tu vois ma mère...

· Midnight in Paris (2011)


C'est tout, queridos. Sean felices... Y no dejen nunca que el miedo les quite las ganas de vivir.