5/11/15


"El cadáver de Anna Fritz" es una de las películas que se me escapó en Sitges (juro que hice todo lo posible por verla, pero por desgracia aún - y recalco lo de aún - no tengo el don de la ubicuidad), de modo que tan pronto como se estrenó en salas comerciales inmediatamente compré mi entrada, porque su morbosa premisa había despertado mi curiosidad (es imposible no hablar de la trama sin entrar en spoilers, que es lo que se encontrarán a partir de este punto. Avisados quedan)

Les cuento. La historia trata de Anna Fritz, una joven actriz tan guapa como famosa que, desgraciadamente, aparece muerta. Llevan su cadáver a un hospital donde trabaja un chaval joven que tiene la costumbre de hacerle fotos a los cadáveres de mujeres guapas. Y, claro, tratándose de quien se trata, no puede evitar no sólo usar la cámara del móvil sino encima mandarle la foto a sus amigos para fardar.

Pero lo que no se espera es que sus dos colegas (uno muy macarra, el otro más racional) se presenten en el hospital por la noche, de camino a una fiesta. Y claro, ya puestos, le piden a su amigo que si les enseña el cadáver. Y claro, ya puestos la ven desnuda. Y claro, ya puestos, ¿por qué no follársela?

¿Les parece una mala idea? Pues anda que cuando en medio de la faena descubran que la chica en realidad no estaba muerta y ésta se despierte de repente...


"El cadáver de Anna Fritz" plantea una de esas situaciones imposibles que están llamadas a acabar como el rosario de la aurora. La idea de los chavales es morbosa, de muy mal gusto y moralmente reprobable. Pero lo que pasa a continuación significa que la noche no va a acabar bien para los cuatro protagonistas. Si Anna Fritz cuenta lo que ha pasado, están jodidos. Y la única forma de que no lo cuente pasa porque los muertos permanezcan muertos. Aunque para ello necesiten una ayudita adicional.

Buenos mimbres. Buena historia. Y sin embargo, algo falla. "El cadáver de Anna Fritz" no es una mala película...pero tampoco es una buena película. Hubiera sido un telefilm de 60 minutos (tipo capítulo de serie de Antena 3 de esas en las  que a veces se gastan bien la pasta) de lo más digno. Pero como producto para la pantalla grande le falta algo.


Y ese algo es, posiblemente, desarrollo. Por mucho que lo estires como chicle, la cosa no tiene demasiado recorrido, que es por lo que la película, títulos de crédito aparte, dura menos de 70 minutos (y un film que dura tan poco es que tiene problemas estructurales, créanme). Termina siendo rehén de sus propios principios, consistentes en hacer que toda la acción transcurra en el hospital y que la acción arranque muy rápido. Bien por sus responsables por ir al grano. Mal por ellos por no medir que así la cosa se queda coja,

Los personajes, además, son demasiado arquetípicos. Está la actriz/víctima, está el cabronazo, el que tiene conciencia y el pobre diablo sin personalidad propia. Vamos, lo necesario para crear tensión y mal rollo (si todos fueran unos salvajes dispuestos a partirle la cabeza a la chica esto duraría aún menos). 


Mientras veía la cinta no podía dejar de pensar en "Deadgirl", una de mis películas favoritas y posiblemente de las más malsanas y malrolleras que he visto nunca (breve resumen: chicos que encuentran mujer atada en el bosque - en realidad una especie de zombi - y en vez de liberarla deciden mantenerlo en secreto para poder follársela). No sólo era una salvajada, era una salvajada en el que la tensión iba in crescendo durante cien minutos. 

Eso es lo que le falta a "El cadáver de Anna Fritz". Pasados los primeros 25 minutos, el resto es más convencional de lo que me hubiera gustado. No me sorprende, me ofrece exactamente lo que esperaba. Lo que no la convierte, insisto, en una mala película (merece la pena verla). Pero tampoco en la obra maestra de la que me gustaría estar hablando.