13/10/15

 
El Festival de Sitges de 2015 nos está dejando un buen puñado de joyitas por el camino, algunas de ellas bastante inesperadas como la macarrada de la que me dispongo a hablar ahora: “Turbo Kid”, nuevo pastiche neo-retro que además de ser tremendamente divertida es el enésimo homenaje a la mágica década de los ochenta.



Y es que no nos engañemos, la nostalgia manda y prueba de ello es el éxito masivo que tuvo el cortometraje “Kung Fury” que se va a convertir en un largo, o el revival de hace unos años de las sesiones grindhouse con Tarantino y Rodríguez a la cabeza (por cierto, que yo sigo esperando la tercera entrega de “Machete”). Así y de esta manera nos llega ahora “Turbo Kid”, la versión en largometraje de un corto dirigido por el trío Anouk Whisell, François Simard y Yoann-Karl Whissell, realizadores que además tienen sus correspondientes papeles.

“Turbo Kid” es una película post-apocalíptica que parodia y homenaje todo lo habido y por haber con cariño y respeto. Tenemos un mundo devastado por la guerra nuclear, donde el agua es el mayor tesoro, todo el mundo se mueve sobre ruedas y suelen llevar máscaras y estar armados con todo tipo de armas grotescas. ¿Les suena a Mad Max? Pues cambien coches por bicicletas (los transportes más tecnológicos que verán en “Turbo Kid”) y las espadas, lanzas y escopetas por sombrillas, machetes o sierras y se harán una idea.


Nuestro protagonista  –del que nunca se dice el nombre – vive solo y se dedica a buscar basura para intercambiarla por otras cosas (el trueque, otro clásico de estas pelis). Está obsesionado con un personaje de cómic llamado Turbo Rider y además aún vive traumatizado por el brutal asesinato de sus padres a manos de Zeus, el dictador tiránico de la película que además controla el poco agua que queda (y que, por cierto, es interpretado por Michael Ironside, así que más molón imposible).


A este cóctel le tenemos que sumar el personaje de Apple, una Barbie robot de la que se enamorará el prota y Frederic, el héroe de la resistencia que busca la última fuente de agua sobre la tierra. Ya os podéis imaginar el resto, muchas bromas que pillarán los más talluditos del lugar (el momento “golpea primero, golpea duro, no muestres piedad” es para levantarse y aplaudir), ese toque “road movie” con un chaval al que le cae sobre los hombros una misión de la que puede depender el resto del mundo y, sobre todo, violencia gratuita.


Me paro un momento sobre este último asunto, porque el nivel exhibido es una auténtica locura. Paródica, pero una locura. Con qué facilidad un disparo o un machetazo hace que la sangre brote como si fuera un aspersor. Torsos reventados, intestinos que vuelan como confeti… una pasada, la verdad XD

Para finalizar, me gustaría destacar la gran banda sonora de Jean-Philippe Bernier, Jean-Nicolas Leupi y Le Matos, constituida fundamentalmente con sintetizadores, así como ese tema hardrockero con el que abre la peli.


Ojalá se hicieran más películas como ésta.