1/9/15


Miren el siguiente tráiler, y ahora hablamos...



Si alguien ve este tráiler, puede pensar que "Ricki" es una comedia: una comedia a ritmo de gag, una comedia generacional, incluso una comedia romántica... Pero déjenme sacarles de su error (y aquí va el primer spoiler): "Ricki" NO es una comedia.

En la película no encontrarán el ritmo trepidante con el que se editó el tráiler; tampoco encontrarán ese tono de comedia ligera, perfecta para ir al cine en familia en verano... Ni siquiera encontrarán algunas de las escenas que aparecen aquí (descartadas por algún motivo en el montaje final, y que rescatarán probablemente para los extras del Blu-ray... Porque los pobres DVDs ya casi se conforman con que no los rayen). Los que no dominen el inglés tampoco encontrarán subtítulos en las actuaciones musicales que ocupan gran parte del metraje, ni en español (para saber qué dicen) ni en inglés (para marcarse un "sing-along" con los más valientes)... Ah, y para los oídos más finos, lo que tampoco encontrarán es su voz en España durante más de 20 años: la estupenda actriz de doblaje Rosa Guiñón.

(Para los curiosos en general y los amantes del doblaje en particular, aquí les dejo un podcast de 15' con una entrevista de hace pocos años a Guiñón, compartiendo algún recuerdo impagable del doblaje de "La Dama de Hierro", entre otros...)


Y así, este pasado viernes, este que escribe fue al estreno, y me dejó mal cuerpo esa inequívoca sensación de decepción colectiva al ver cómo muchos espectadores se levantaban tras unos segundos de duda, y abandonaban la sala intercambiando miradas silenciosas que decían: "¿y esto es todo?"... Porque eso, decepción, fue lo que encontraron.

¿Pero es "Ricki" una mala película? No, en absoluto. Simplemente parece que quien diseñó la campaña publicitaria de la película... No vio la película.


"Ricki" es una road movie sin ruedas... Un concierto de rock en directo; una historia agridulce, con momentos y diálogos brillantemente divertidos, sí, pero como en las mejores historias, la comedia surge del drama, de lo hilarante y doloroso del drama que sufre la protagonista, su familia desestructurada y re-estructurada a pesar de ella... Lejos de ella, por obra y gracia de ese personaje odiosamente perfecto que es Maureen, interpretado por Audra McDonald, una actriz y cantante prácticamente desconocida por estos lares, pero toda una eminencia en Broadway: 6 premios Tony (más que ningún otro actor en la historia) avalan el talento de esta odiosa sonrisa perfecta, que prepara el desayuno perfecto, y a la que al llegar cierta escena ya no podrán ni ver del coraje que que que... ¡Aggg!


Pero dejando a un lado impulsos asesinos irracionales, lo cierto es que el éxito de la película se sustenta sobre dos pilares básicos:

1. El equipo, el "cast and crew":

El verdadero fuerte de la película son los nombres propios sobre los que se construye, delante y detrás de la cámara: el guión corre a cargo de Diablo Cody (Oscar al Mejor Guión Original por "Juno"), y dirige nada menos que todo un director de culto como es Jonathan Demme (Oscar al Mejor Director por "El Silencio de los Corderos"), amante de las buenas interpretaciones... Y de la música. Y de ambas cosas, hay mucho en la película.

¿Delante de las cámaras? Pues junto a la sonrisa panorámica de Audra odiosa McDonald... Kevin Kline (otro Oscar para el cartel, al Mejor Actor Secundario por "Un Pez Llamado Wanda"), al que se echa de menos en papeles con más recorrido: un actor capaz de llenar una escena sin estridencias, sólo con una sonrisa inteligente, con esa mirada capaz de ser pícara y entrañable, y una clase por encima de la media.


Siguiendo la lista, nos encontramos con todo un descubrimiento: Rick Springfield, estrella del rock made in USA que aquí, básicamente, se interpreta a sí mismo como Greg, pareja de la protagonista dentro y fuera del escenario... Y lo llamo descubrimiento porque no sólo demuestra su maestría con la eléctrica, sino que se marca una interpretación más que solvente y, en cierta escena, logra estar muy a la altura de su compañera, trabajando con una verdad que se agradece mucho desde la butaca. Si se les ocurre currarse una campaña en ese sentido, no me extrañaría nada que rascara alguna nominación sorpresa, qué te digo yo, al Globo de Oro...


Y más de un fisonomista habrá dicho "cómo se parece a ella la que han cogido para hacer de la hija"... Buen ojo: Mamie Gummer, la joven actriz que interpreta a Julie, la hija de la protagonista, no es ni más ni más que su hija en la vida real, y al igual que ocurre con Springfield... Es todo un descubrimiento. Si a este respecto queda alguien que piense en la palabra "enchufe"... No le diré que no, pero en este caso quedaría justificado por la estupenda interpretación de Gummer como esa pobre chica desquiciada y deprimida que no encuentra el Norte, que empató una infancia marcada por la ida de su madre con una juventud recién hundida por la ida de su marido... Y entre pelos irreconciliables, uñas de Nosferatu y pijamas en plena calle, compone un personaje más que creíble a pesar de la estampa.


Y coronando el reparto... Está ELLA: Meryl Streep. Y no, no sé si la nominarán al Oscar en esta ocasión, porque los estrenos de verano suelen desinflarse rápido, la película no es el típico producto premiable... Todo lo que quieran, pero lo que es incontestable es que ha añadido otra interpretación icónica a su ya interminable repertorio: Ricki Randazzo, esa vieja estrella del rock que nunca llegó a serlo... El alma y el sentido de esta película.


Más allá de lo obvio, de la deslumbrante creación externa del personaje (el pelo, el maquillaje, los tatuajes, los andares...), de sus ocho semanas practicando para aprender a tocar la guitarra eléctrica (la primera clase se la dio Neil Young... Ella sabe a quién llama), o de que a estas alturas ya sabemos que podría plantearse grabar un disco cuando quisiera... Lo que sorprende, de nuevo, es la capacidad de Streep para cargar con toda una película sobre sus hombros, y conseguir que sea mucho mejor de lo habría sido nunca sin ella.

Su Ricki nos engancha desde el primer fotograma (marcando el ritmo con sus botas en la tarima), interpretando cada clásico del rock como si llevara haciéndolo toda la vida... Y llevándonos de la mano por su viaje de redención tardía: la culpa, la ilusión, el desconsuelo, el coraje, el humor, el amor, ese punto naif y el encanto que tienen los perdedores... Todo pasa por la mirada de esa joven de 60 y tantos que no quiere que la llamen Linda (su verdadero nombre), y que se pregunta micrófono en mano porqué Mike Jagger es un ganador, y una madre que lo deja todo por un sueño es un monstruo... Si nunca fue infiel a nadie. Ni siquiera a ella misma.


2. La música:

Cuando digo que "Ricki" es un concierto de rock en directo, no es una forma de hablar: Jonathan Demme decidió que todas las actuaciones de la banda fueran grabadas en directo, en una o dos tomas a lo sumo, pero todas del tirón, sin playblack, sin cortes... Como apenas los encontramos en el montaje: lejos de caer en la edición videoclipera típica de cualquier escena musical (o del dichoso tráiler...), durante las actuaciones utiliza el mínimo de recursos posibles, se aleja de artificios y deja todo el protagonismo a la música, a la interpretación de las canciones y a la inesperada química de esa (in)creíble pareja de viejos rockeros que forman Springfield y Streep sobre el escenario, que con cada mirada cómplice añaden letras a las que ya contiene cada tema.


En definitiva, ¿es "Ricki" una mala película? No, en absoluto... Pero no vayan buscando una comedieta sabor mango-piña ni un videoclip de Lady Gaga: vayan preparados para reírse, para soltar alguna lágrima si tienen el día tonto... Y para conocer a alguien a quien les gustaría que la vida la tratara mejor a pesar de sus errores.

Para los amantes de las buenas interpretaciones, de la buena música, y de Meryl Streep haga lo que haga... No se la pierdan: vayan a verla, pero olviden el tráiler.