30/8/15


O se me ha despertado un repentino interés por los documentales o es que en los últimos tiempos se están haciendo muchos y de lo más interesantes. Probablemente sea una mezcla de ambas cosas. De modos que admito que tenía muchas ganas de ver "The Nightmare", la nueva película de Rodney Ascher después de la delirante, a todos los niveles imaginables, "Room 237".

Para quienes no lo sepan, "Room 237" es un documental en el que Ascher recogió todas las teorías que existen con respecto a Stanley Kubrick y la película "El Resplandor". Y son muchas, variadas, y todas una ida de olla que no hay por donde cogerlas. Pero la gente está tan convencida de lo que dice, que resulta imposible no sentirse fascinado al escuchar los presuntos vínculos de la película con los nazis, el "falso" viaje a la Luna o el genocidio de los nativos americanos.

En su nuevo trabajo, el director se olvida del séptimo arte para centrarse en un tema distinto pero a priori igualmente apasionante: el mundo de las pesadillas. Y como el subconsciente juega malas pasadas, en mi cabeza imaginé que eso significaba asistir a una clase magistral sobre por qué tenemos malos sueños, cómo se producen, qué consecuencias generan...


Pero, si bien el punto de partida resulta fascinante, el problema es... todo lo demás. "The Nightmare" es un documental mal planteado y peor ejecutado, que podría perfectamente ser la tesis de fin de carrera de un estudiante mediocre... que posiblemente hasta hubiera suspendido.

Porque Ascher, en vez de intentar abarcar todos los ángulos (como hizo en su anterior trabajo), se limita aquí a buscar a ocho personas con serios problemas de pesadillas y entrevistarles. Escuchar sus historias y plasmarlas en pantalla con recreaciones, actores y tomas que intentan ser visualmente interesantes, sin conseguirlo. Mira que odio la serie, pero si quería hacer un documental que no tratara de nada pero que tuviera imágenes impactantes, lo que tendría que haber hecho es ponerse en contacto con los responsables de "Hannibal".


No hay entrevistas a médicos, ni a expertos en el tema de los sueños. No hay pruebas científicas, ni se habla de la mitología de las pesadillas, ni se intenta encontrar un vínculo entre sueños recurrentes que puedan repetirse en todos los lugares del mundo entre gente que no se conoce de nada (estoy diciendo lo primero que se me viene a la cabeza, simples ejemplos, pero que me parece que podrían haber dado mucho juego). No se explican las causas ni las consecuencias, si hay solución ni cómo comienza todo.

De modo que el interés del documental queda en manos de los testimonios de los ocho elegidos. Y aquí terminamos de rematar el asunto, y para mal. Porque en serio, si me dicen que hizo un extenso casting con el objetivo de elegir a los ocho chalados menos fiables del universo, para que no logres empatizar con ninguno de ellos ni queriendo, me lo creería. Panda de frikis que se sacó de la manga el colega.


En vez de escuchar a personas normales hablando de sus problemas con las pesadillas, lo que tenemos es al catálogo entero de "raritos": la cristiana reconvertida que está convencida de que la solución es Jesús; el paranoico con posible trastorno bipolar; los que directamente hablan de demonios o extraterrestres; un tipo con tal cara de loco que, si me lo cruzara por la calle, cambiaría de acera... así resulta difícil tomarse en serio nada de lo que digan.

Ni siquiera voy a entrar a juzgar si lo que dicen tiene una base sólida. La selección de entrevistados es tan esperpéntica que escucharles es como prestar atención a los titulares de un periódico tipo "Noticias del mundo". No te crees nada y, lo peor, pasados diez minutos tampoco te importa lo que te cuenten. Aparte de que, teniendo en cuenta que una de las elegidas colgó un video en youtube contando con sus experiencias, me pregunto si realmente el director se tomó su tiempo a la hora de preparar el documental o simplemente pilló a los ocho primeros tipos que encontró, buscando en google. Porque, sinceramente, lo parece.


"The nightmare" dura 100 minutos que a mí me parecieron cuatro días. Incluso intenté dormir mientras la veía, pero mi cuerpo, traicionándome totalmente, se negó a desconectarse del todo, De modo que tuve que tragarme el documental entero, de principio a fin. Eso sí que fue una completa pesadilla.