30/5/17


Una familia multigeneracional (y un tanto perdedora), los Katakuri, decide invertir el poco dinero que tiene en una casa de huéspedes situada en la montaña. Llega el primer cliente, pero el problema es que no lo hace para disfrutar de las vistas, sino con intención de suicidarse. Y claro, como estas cosas no son buenas para el negocio, los pobres empresarios deciden enterrar al fallecido en su jardín.

Lo malo es que los siguientes clientes, un luchador de sumo y su novia menor de edad, también pasan a mejor vida. El hombre sufre un ataque al corazón mientras están haciendo el amor, la pobre chica fallece aplastada y los Katakuri no tienen más remedio que coger la pala y hacer un par de agujeros más en el terreno. Y menos mal que van cogiendo práctica, porque no serán los últimos que tengan que cavar.

Esto es "La felicidad de los Katakuris" (2001), una comedia negra dirigida, cómo no, por nuestro Takashi Miike, aquí decidido a sacar su lado más gamberro en esta delirante fantasía camp de lo más divertida.


Pero claro, aunque el punto de partida ya basta para hacer una película de lo más entretenida, está claro que para Miike nada es suficiente, de modo que decide sazonar la mezcla con algunos ingredientes de su cosecha. Como, por ejemplo, canciones. Así es. Su inclusión en esta retrospectiva viene motivada porque se trata, en cierto modo, de una peli musical. Vamos, lo que nos faltaba para completar la lista.

No se vayan todavía, que aún hay más. No contento con hacer que la familia protagonista vaya reaccionando a las tragedia con absurdas canciones y bailes, el director añade a la mezcla algunas secuencias de non-stop motion que harían las delicias de Tim Burton. Sobre todo la (inexplicable) escena inicial, con demonios campando por un restaurante. Porque la lógica está sobrevalorada, y si la idea mola, por descabellada que sea, tiene cabida en el largometraje.


¿Les parece poco? Vale, pues añadamos que en una de las secuencias de baile de la película aparecen...¡¡unos zombies!! Sí, esto ya empieza a ser difícil de superar, pero tranquilos, que todavía podemos intentarlo. Porque aún queda hablar de ese personaje que dice estar emparentado con la familia real inglesa...y el volcán. Ah, sí. Hay un volcán que amenaza con estallar en el momento menos pensado. Y por si se lo estaban preguntado: sí, lo hace.

"La felicidad de los Katakuris" es otro desmadre marca de la casa, que juega a mezclar todos los géneros en una coctelera e ir sorprendiendo al personal escena a escena. A ratos parece una comedia ligera, luego computa como musical, en ocasiones da la sensación de que Miike está sacando su vena más cínica y, al final, hay que terminar asumiendo que aquí todo está puesto sin orden ni concierto. Es sencillamente una sucesión de escenas delirantes, con una historia de fondo, que nos mantienen dos horas pegados a la butaca, murmurando "what the fuck?" todo el tiempo.


El ritmo es irregular, lo admito. Pero honestamente, ¿a quién le importa? Lo divertido es ver a Miike hacer lo que le da la gana, cuando y como le da la gana. Coger un guión ajeno (que, para más inri, es un remake de un film de unos pocos años antes) y transformarlo, pervertirlo, cambiarlo de los pies a la cabeza y regalarlos una joya del surrealismo que encima te deja con buen sabor de boca y una sonrisa en los labios.

Hace ya algunos años que vi la película, y lo cierto es que, mientras la recordaba, me he dado cuenta de que me apetece mucho volver a echarle un vistazo. Porque hay cosas que recuerdo y otras que no tanto. Pero, si mi memoria no me falla, el final es un delirio de tal calado que merece la pena dedicarle un segundo visionado.


Y así, de paso ensayo los pasos de baile y tarareo las canciones, como si estuviera en un karaoke. Si ya les digo que es imposible no amar a Miike...