5/7/15


Estoy de acuerdo con mi compañero Yota en que la sobreinformación está matando la gracia de ir al cine. Hoy día para cuando nos sentamos a ver la película ya nos conocemos la trama, sus mejores momentos, todos los golpes de efecto... Y a eso le sumaría el problema del hype. Que te digan tantas veces qué bueno es algo, que cuando termines viéndolo acabes pensando que no es para tanto.

Digo esto porque es muy probable que hayan escuchado mucho, a lo largo de estos últimos meses, lo innovadora que es "Lo que hacemos en las sombras" (película que se estrenó en Sitges en octubre del año pasado, vamos, que ya ha llovido). Así que empecemos rebajando la euforia: el film no reinventa nada. La estructura del "falso documental" ya se ha usado con anterioridad en muchas ocasiones. Y darle la vuelta a un tema para sacar su lado más divertido y ridículo tampoco es algo de lo que tengan el copyright. Así que no, no son pioneros en nada.

Dicho lo cual, "Lo que hacemos en las sombras" es una obra maestra, una genialidad. Una puñetera maravilla (y sí, soy consciente de la ironía).


La película sigue la vida de tres vampiros, Viago, Deacon y Vladislav (bueno, cuatro, pero es que Petyr es un caso aparte...) que comparten piso y que tienen los problemas que en el fondo tienen todos los no-muertos: discusiones sobre los turnos de limpieza, una aversión natural por los hombres lobo, mal de amores y la preocupación por conseguir que sus esclavos humanos le lleven la "comida" a casa, aún cuando hay quien incluso después de cuatrocientos años sigue sin saber cómo desgarrar una arteria sin ponerlo todo perdido.

Pero esos problemas no son nada en comparación con tener que lidiar con un vampiro recién convertido, Nick, que parece no tener claras las normas ancestrales que han ayudado a los de su clase a sobrevivir durante siglos. En resumen: que ir chuleando por los pubs de que uno es un vampiro no es precisamente la mejor manera de pasar desapercibidos.


Admito que no he visto "Flight of the conchords" (los responsables de la serie, Jemaine Clement y  - en menor medida - Taika Waititi, son las mentes maestras detrás de este proyecto, haciendo las veces de co-directores, co-guionistas y co-protagonistas), pero con que sea la mitad de buena que "Lo que hacemos en las sombras", tiene que ser brillante. Porque estamos ante una película redonda. Un ejemplo de buena idea bien llevada y en la que no sobra absolutamente nada.

Lo mejor del film es que consigue que te encariñes con los personajes. Que no son buenos exactamente (uno de los personajes admite haber sido un vampiro nazi, lo que explica sus prisas por abandonar Alemania tras la guerra) pero tampoco malos. Son, a pesar de la contradicción, muy humanos. Y luego, por supuesto, está Stu. Pero es que todo el mundo quiere a Stu (tranquilos, ya lo entenderán cuando vean la película)


La película está llena de momentos brillantes, como todo lo que tiene que ver con "La Bestia", el periplo de la pobre lacaya humana deseosa de convertirse en un ser inmortal o la historia de amor trágica de Viago. Gags inspirados que te hacen tener ganas de aplaudir cuando sales de la sala.

"Lo que hacemos es las sombras" es, en definitiva, una hilarante vuelta de tuerca al mundo del vampirismo. Eso es todo cuanto necesitan saber (es más, borren de su mente gran parte de lo que han leído, quédense sólo con que tienen que ir a verla)