23/7/15


En los tiempos anteriores a internet (qué viejo que soy y qué nostálgico me pongo) para que un director tuviera lo que se dice una carrera hacía falta que hubiera dirigido al menos 6 o 7 buenas películas. Piensen que no teníamos "imdb" para comprobar filmografías, y para que nos empezara a sonar un nombre y decidiéramos darle un voto de confianza, tenía que haber hecho unas cuantas cosas que nos hubieran molado.

Pero en los tiempos que corren, cada vez nos precipitamos más. Un director estrena su primera película y ya le estamos catalogando como "el nuevo...", sin esperar siquiera a comprobar si realmente tiene talento o es que le ha salido de churro. Tenemos tantas ganas por descubrir inmediatamente a los cracks del séptimo arte, que nos precipitamos en nuestras conclusiones.

Lo que me lleva a hablar de Tarsem Singh.


Este director indio, responsable del videoclip del "Losing my religion" de REM, se dio a conocer con "La celda", que era un serie B normaleja protagonizada por Jennifer López, pero que destacaba precisamente por su muy interesante puesta en escena. A continuación rodó esa obra maestra que es "The fall, el sueño de Alexandria" y ahí todos, servidor incluido, decidimos que estábamos delante de un visionario, un director con un gusto exquisito a la hora de componer imágenes hipnóticas. O sea, que nos equivocamos más que Coppola poniendo a su hija en "El Padrino III".

Porque, a partir de ahí (y llevamos sólo dos films) comienza su decadencia. Primero con "Inmortals", que personalmente me aburrió, aunque hay que admitir que visualmente tenía su gracia. Pero la estocada mortal llegó con su peli de Blancanieves. Al descubrir que Hollywood estaba preparando dos pelis sobre el tema al mismo tiempo (qué raro...) he de admitir que pensé que la de Tarsem era esa con Kristen Stewart y Charlize Theron en la que esta última se convierte en una bandada de pájaros y se baña en leche y esas cosas que quedan chulas en pantalla. Pero no, resultó que la de Tarsem era la otra. La comedia tonta con la hija de Phil Collins.

Y en pleno descenso en picado llegamos finalmente a "Eternal" (Self/less" en el original), que, siendo sinceros, es una película que lo mismo podría haberla dirigido Tarsem como el señor de la pescadería, porque no hay ni un atisbo de originalidad en la dirección, totalmente funcional y carente de alma. El único resquicio donde se puede ver la mano del director es en el modo en que están editados algunos clips...y no destacan precisamente para bien.


Es una pena que Tarsem no haya reivindicado su estilo visual en "Eternal", porque la película lo necesitaba, y mucho. Se trata de un thriller de ciencia ficción anodino, absurdo, carente de lógica, ritmo e interés. Lo más triste es que lleva ADN español, porque sus guionistas son los hermanos Pastor (Álex y David), responsables como directores de la más que notable "El fin de los días", pero que aquí pusieron el piloto automático. 

O, mejor dicho, hicieron el pitch de una idea interesante (un hombre rico moribundo al que le ofrecen la posibilidad de ocupar un cuerpo más joven, en teoría creado genéticamente para la ocasión, que descubre que la verdad es mucho más aterradora) y cuando les dieron luz verde no supieron cómo lograr que la trama avanzara. 

Porque ese es el gran problema de "Eternal" (bueno, uno de ellos): que la premisa está guay, pero todo lo que viene a continuación es un sota, caballo y rey. Y como le leí no hace mucho al cineasta David Muñoz, "la gente paga por el segundo acto". Es decir, ideas interesantes hay muchas. Pero cómo hacerlas avanzar, ahí está la complicación. Por eso los trailers son tan engañosos.


Con semejantes mimbres (un guión convencional y una dirección plana) los actores tienen poco que hacer. Ben Kingsley, ese gran actor que sigue el método Nicolas Cage de decir que sí a cualquier proyecto en el que le paguen, hace lo que puede y se convierte en lo mejor de la función. Ryan Reynolds se pasea por ahí y Matthew Goode piensa en qué va a invertir el dinero de su cheque. Y poco más.

Sé que los prolegómenos han sido muy largos y que casi no he hablado de la película. Pero es que, sinceramente, no hay mucho que decir. Y menos si han visto el trailer, que se une al despropósito apuntándose al carro de "te cuento la película entera en dos minutos". No esperen más. Ni sorpresas, ni escenas impactantes ni un final a la altura. Aunque en España la hayan titulado "Eternal", lo cierto es que la película no pasará a la historia del cine. Es más, admito que me he dado prisa en escribir la crónica porque intuyo que, de aquí a unos días, habré borrado completamente la película de mi memoria.