2/10/17


A toro pasado resulta muy fácil hablar. Pero aunque escribo esto después de que el jurado del Festival de Cine de San Sebastián le haya dado a "The disaster artist" la Concha de Oro, juro que desde que vi la película ya tenía claro que estamos ante uno de los títulos del año, y posiblemente el mejor trabajo de James Franco (delante y detrás de las cámaras) hasta la fecha.

James Franco es un tipo peculiar. Un auténtico hombre del renacimiento que lo mismo actúa que dirige, escribe (guiones y libros), pinta... Aparte de que es un trabajador incansable que le ha quitado a Samuel L. Jackson el honor de ser el tipo que rueda más películas, ya que, aunque no me he parado a contarlas, es posible que participe en unos 8 o 9 rodajes cada año, así, sin despeinarse.


Lo malo de eso es que, lógicamente, la calidad del trabajo se resiente. Lo mismo le vemos triunfar en "127 horas" que hacer un estropicio como presentador de los Oscar (en la misma ceremonia en la que estaba nominado por la película que acabo de citar). Un día le vemos actuar en la muy indie y muy interesante "Palo alto" (basada en su propio libro), otro le da por experimentar como director en "Interior. Leather bar" que no hay por donde cogerla y el tercero decide hacer un cameo en "Alien: covenant". Vamos, que si este hombre tiene un plan más allá de rodar hasta la extenuación y pasárselo bien, que alguien me lo explique, porque a mí se me escapa.

Por eso había expectación por ver qué hacía con "The disaster artist", la película sobre la filmación de la película de culto "The room". Y ahora toca hacer un pequeño inciso para hablar de "The room".


En realidad hay poco que contar, salvo que Tommy Wiseau es un personaje (si no lo conocen, búsquenlo por internet. Y ya si tienen el día muy tonto, busquen un video que inserta a Wiseau en "Episodio VIII", que es absolutamente desternillante). Un personaje sin ningún tipo de talento pero que, de algún modo, logró apañárselas para hacerse con 6 millones de dólares y filmar "The room", que creía que sería su "Ciudadano Kane"...y terminó convirtiéndose en una de las mayores basuras que se han visto nunca en la gran pantalla (o en la pequeña, o en un móvil, o en cualquier lugar).

Lo que pasa con "The room" es que es tan mala como inolvidable, en el sentido de que desde luego sabes que es espantosa, pero no puedes dejar de verla. Ni de recomendarla. Ni de verla otra vez, con más gente, para echarte unas risas. Y así es como la película se ha convertido en un fenómeno de culto.


Finalizado el inciso, regresemos a donde lo habíamos dejado. Vale, James Franco lee el libro que escribió el coprotagonista de "The room" sobre su experiencia en la película y decide convertirlo en su próximo proyecto. Más aún, decide interpretarlo, dándole el otro gran papel a su hermano Dave (la peli es tan familiar que también aparece la esposa de éste, Alison Brie, que para mí siempre estará asociada a esa joya que es "Community"). Y para rematar la faena, apunta al carro a su colega Seth Rogen. Toda la banda en peso.

Teniendo en cuenta lo fácil que resulta reírse de Wiseau, y los antecedentes de la pareja Franco / Rogen ("This is the end" o la polémica "La entrevista"), la cosa estaba en ver qué salía de "The disaster artist", que apuntaba a comedia disparatada y tontita. Pues ya les digo yo que no: le ha salido una obra maestra. Así de claro.


Y es una obra maestra porque James Franco se ha sacado de la manga una película tan divertida como respetuosa. Dicho de otro modo, se ríe con Tommy Wiseau, pero no de él. Si hubiera que buscar equivalencias, lo más aproximado sería el "Ed Wood" de Tim Burton. Sí, es cierto que Wiseau no sale bien parado, y que terminas convencido de que el señor no sólo no sabe actuar ("Hi, Mark", quédense con eso) sino que no tiene ni puñetera idea sobre cómo hacer cine. Pero lo cierto es que le coges cariño y hasta terminas por respetarlo. Porque al menos lo intentó.

"The disaster artist" es un canto de amor al cine y a la gente que adora el séptimo arte. A los que se esfuerzan por dar lo mejor de sí mismos, incluso cuando eso no es mucho decir. Todo lo que rodea a "The room" es un despropósito, sí, pero es un despropósito hecho con cariño, como queda claro en la escena final de la película, cuando finalmente se proyecta en pantalla grande. De acuerdo con que debía ser un drama y terminó convirtiéndose en una comedia involuntaria. Pero al final hizo feliz a mucha gente (de una forma un tanto bizarra, pero sí). Y eso es lo importante.


Aparte de que ha permitido a James Franco y a otra gente con muchísimo más talento que los responsables originales firmar una película que está llamada a convertirse en un clásico. Uno que además ha ganado la Concha de Oro, que eso ya no se lo quita nadie.