9/10/15


Hacía mucho, pero mucho, que Sitges no tenía una película inaugural tan potente. Y ya no sólo porque por fin tenemos un regreso al cine de terror más puro ("Los ojos de Julia" o "El cuerpo", por poner algunos ejemplos, me gustaron, pero a duras penas lindaban con el fantástico) sino sobre todo porque es un peliculón.

Un peliculón que, todo sea dicho, no está hecho para todos los paladares. Mucho me temo que el año que viene, cuando llegue a las salas comerciales, no va a arrasar en taquilla, porque a muchos adolescentes (he puesto el término académico, mordiéndome la lengua para no hacer una valoración peyorativa) les parecerá lenta. Pero los verdaderos amantes del fantástico, de las películas bien hechas, de los films con una ambientación cuidada y un guión medido de esos que, al final, te das cuenta de que todas las piezas encajaban, esos espectadores sí que disfrutarán de lo lindo con "The witch".


Pongámonos en situación. Año 1630 (aprox). Una familia de colonos abandona su congregación (por motivos no del todo claro; uno de los grandes aciertos de la película es dejar algunas cosas en el aire, para que el espectador las interprete a su conveniencia) y se va a vivir cerca de un bosque extraño. Lo que, visto en perspectiva, quizás no sea la mejor de las ideas, porque las cosechas se estropean, el alimento escasea...y su hijo pequeño desaparece. 

Aunque tardan en aceptarlo, pronto todos los miembros de la familia empiezan a sospechar que las desgracias son culpa de una bruja.Pero ¿quién es esa bruja y qué es lo que quiere? ¿Puede tratarse de la hija mayor (una estupenda no, estupendísima Anya Taylor-Joy: quédense con ese nombre, y en un par de años hablamos) que siempre está cerca cuando algo malo sucede?


"The witch", como las buenas películas de terror, es también un drama. El de una familia incapaz de mantenerse unida ante la adversidad. Es la historia de una chica (Thomasin) que siente que no encaja en el seno de su hogar, y que vivirá un proceso de transformación/liberación (lo de "liberación" lo dijo la propia actriz en la rueda de prensa; cuando hayan podido ver la peli, hablamos del tema, que hay mucha tela que cortar) que cambiará su vida para siempre.

Con sólo siete actores (padre, madre y los cinco hijos), varios animales, una bruja y una única localización (el bosque donde vive la familia), el debutante Robert Eggers consigue crear una película contundente, que no necesita de grandes golpes de efectos para sorprenderte y darte un puñetazo en el estómago.

El director, influido por sus propios gustos personales, se saca de la manga lo que no deja de ser un sencillo (que no simple) cuento de hadas. Pero no al estilo Disney, con buenos, malos, moraleja y situaciones para todos los públicos. Su inspiración son las fábulas antiguas, como las de los hermanos Grimm, esas que, si algún día les da por leerlas, verán que estás llenas de situaciones horribles que les causarán más de una pesadilla a los pequeños de la casa. 


Y con estos mimbres construye una trama que a ritmo lento, pero contundente (con ayuda de una inspirada música que te pone en situación), narra una historia de predeterminación y fatalismo. Una en la que todos los cabos quedan lo suficientemente atados como para contentar a los espectadores que, como yo, exigimos guiones que no nos tomen por idiotas, pero que a su vez se presta a que cada uno de nosotros tenga su propia interpretación de los hechos (matices, la película está llena de matices sobre los que podríamos hablar durante horas)

¿Conclusión? "The witch" es una joya que no deberían perderse bajo ningún concepto. Y el mejor modo de dar el pistoletazo de salida a la 48 edición del Festival de Sitges.