4/10/18


Vaya por adelantado que nunca he visto la "Suspiria" original. Para ser sinceros, no soy lo que se dice un fan de Darío Argento, a quien le reconozco todos sus méritos pero, qué puedo decir, resulta que su cine no termina de entusiasmarme.

De modo que llegué al "Suspiria" de Luca Guadagnino libre de prejuicios, decidido a valorarla por sí misma, sin entrar en el terreno de las comparaciones. Lo malo es que, tras su visionado (su laaaaargo visionado) casi tengo ganas de ver la película original, porque algo me dice que, por contraste, es bastante probable que termine gustándome.

No habré visto la "Suspiria" de 1977 pero sí que me he documentado, aparte de hablar con personas que sí que la tenían bastante fresca. De modo que no me equivoco al afirmar que, más que un remake, la película de 2018 es una reinterpretación, que toma prestados elementos del original pero luego los desarrolla a su conveniencia, sin preocuparse por ser fiel al original. Lo que siempre está bien...cuando tienes idea de qué quieres contar y, sobre todo, cómo hacerlo.


A grandes rasgos, "Suspiria" 2018 tiene un argumento muy similar al del film de Argento. Inocente chica americana que entra en una compañía de ballet bastante raruna en la que pasan cosas chungas, desaparecen bailarinas y todo se va enrareciendo según pasan los minutos. Y así, in crescendo hasta llegar al clímax final.

Lo peor del caso es que la película empieza muy bien. Vale, quizás tampoco tan bien, pero, quitando lo de dividir la película en capítulos (odio ese recurso, y más cuando, como aquí, no viene a cuento. Y ni hablemos del "epílogo"...) lo cierto es que la primera hora se sostiene y se pasa rápido, sobre todo porque visualmente tiene garra y porque las actrices están muy bien (hasta la sosa de Dakota Johnson tiene un pase). Lo cierto es que hasta ese momento me parecía casi fascinante.


Y entonces llega la debacle. Como si Guadagnino no supiera cómo seguir, de modo que comienza a andar en círculos explicando las mismas cosas una y otra vez, y sacándose de la manga historias secundarias que deberían haberse quedado directamente en la sala de montaje.

Posiblemente ese sea el mayor problema de "Suspiria" 2018: que enseña sus cartas demasiado pronto (cartas de las que no hablo para no entrar en el terreno del spoiler). Que te deja claro desde el minuto uno qué sucede exactamente en la escuela, lo que va en perjuicio de la atmósfera y del desarrollo de la trama. Sobre todo porque, para llegar al final (que vuelve a recuperar la fuerza de los primeros minutos, eso es verdad) y que todo encaje, apenas hay evolución de personajes. Todos hacen lo mismo una y otra y otra vez, lo que termina sacándote de la película, hasta el punto de que cuando llega el tercer acto, la trama ya ha dejado de importarte.


Quizás el problema es que hemos encumbrado demasiado pronto a Luca Guadagnino, cuando antes de "Call me by your name" sus películas tampoco es que fueran lo que se dice un fenómeno de masas. Y si a eso le sumamos que particularmente a mí no me gusta demasiado "Call me by your name" (me parece un telefilm de sobremesa con un tema interesante y un reparto en estado de gracia, pero eso dice más del trabajo como guionista de Ivory y de los actores que del propio Guadagnino) pues eso, que tampoco esperen que me rompa la cabeza pensando cómo defender su nueva propuesta.

(Paradójicamente si tuviera que quedarme con un trabajo suyo sería "Cegados por el sol", peli en la que ya salían Dakota Johnson y Tilda Swinton, que en "Suspiria" está muy bien, porque es una gran actriz, pero siendo sinceros no está entre sus diez mejores papeles...ni entre los veinte, si me apuran. Básicamente pone el piloto automático, porque su piloto automático es mejor que las mejores actuaciones del 70% de las actrices de hoy en día).


"Suspiria" es demasiado barroca, demasiado densa, y quiere parecer más importante de lo que realmente es. Como digo, tiene secuencias muy inspiradas (los números de baile, soberbios casi todos). Pero eso no es suficiente en un film que se va a los 152 minutos y a los que una buena tijera en montaje habría ayudado mucho no, muchísimo. 

No es una película de esas que hacen que te quieras echar lejía en los ojos. Al contrario, tiene mimbres para haberse convertido en uno de los títulos destacados del año. Eso es lo que hace que el resultado final, el que se ve en pantalla, sea más doloroso que lo que le ocurre a uno de los personajes en una de las más impactantes secuencias de la película. Ya entenderán de qué les hablo.