28/10/17


En los últimos años Sitges está siendo un poco menos Sitges. No me refiero a su ecléctica programación (el festival se ha convertido en una muestra de cine de terror, ciencia ficción, películas asiáticas...y lo que se tercie. Pero oye, yo encantado) ni a la calidad de las cintas (este año, sin ir más lejos, la cosecha ha sido fabulosa). Hablo de la falta de sangre, de esas películas de serie b que quizás no sean una maravilla pero que siempre son divertidas de ver rodeadas de fanáticos del género.

No sé, es como si los gustos hubieran cambiado, y ahora a los directores les interesara más contar historias introspectivas, usando el género únicamente como excusa. O, directamente, que su propósito sea aburrir sobremanera al personal (uy, ya hablaremos de "Revenge"...). Por desgracia para los seguidores de este tipo de propuestas más cañeras, como un servidor, parece que las historias gamberras están cayendo un poco en desuso.


Supongo que por eso me gustó tanto "Mayhem". Un film sin demasiadas pretensiones que probablemente si la hubiera visto en alguna plataforma digital, desde el salón de mi casa, me habría dejado un poco frío. Pero en Sitges, a las 8.30 de la mañana, esa ración de sangre y violencia desatada que propone me supo a gloria, para qué negarlo.

Tampoco se esperen una historia especialmente compleja, aún cuando el director (Joe Lynch, firmante de esa curiosidad llamada "Evelyn", en la que Salma Hayek repartía estopa) introduce algunos elementos de crítica social y denuncia sobre la manera en la que actúan las grandes corporaciones de abogados. Pero esto es como las pelis de Luc Besson: no se dejen engañar, el componente social le importa poco. Ni "Venganza" era (obviamente) un estudio serio sobre la trata de blancas ni "Mayhem" aporta nada al tema de los bancos y las hipotecas que no se resuma en una frase de una servilleta de cafetería.

Aquí tenemos a Derek Cho (Steven Yeun, recién salido de "The Walking Dead"), un abogado que es una buena persona pero que en algún momento perdió su camino y se ha vuelto un auténtico capullo. Por eso cuando una letrada independiente va a visitarle para pedirle ayuda para sus clientes, que van a ser desahuciados, él pasa completamente del tema. Aunque, cosas del karma, resulta que sólo unos minutos después al pobre Derek le despiden por un error/crimen que, como le pasaba al "Equipo A", él tampoco cometió, sino que le están intentando cargar el muerto.


Pero tranquilos, que aunque el tema parece que puede derivar en un drama social, no es así. Son las dos pinceladas necesarias para intentar hacer tridimensional al prota, que en el fondo sabemos que es un pedazo de pan, y de paso presentar al resto de integrantes de la oficina, por eso de que cuantos más seamos, más reiremos una vez que empecemos a arrancarnos las cabezas los unos a los otros.

Porque (y aquí es donde quería llegar) resulta que "Mayhem" tiene lugar en un mundo en el que se desató un virus que volvía irracionalmente agresiva a la gente. La gracia está en que, bajo sus efectos, la gente no es legalmente responsable de sus actos (gracias a un error en la legislación que averiguó...¿adivinan quién? Exacto, nuestro prota). Y aunque la plaga ya está prácticamente controlada, como no podía ser menos, se desarrolla un brote en el edificio, que es puesto en cuarentena. Las autoridades sueltan el antídoto (vía aérea), pero claro, eso tarda unas horas en hacer efecto...tiempo más que suficiente para que todo el mundo decida arreglar cuentas con sus compañeros.


A partir de ese momento ya se pueden imaginar qué les espera. Nuestro protagonista intentando demostrar su inocencia...a puñetazo limpio hasta llegar a los jefes supremos. Y por el camino mientras pierde la calma recupera su humanidad, y decide formar equipo con la otra letrada porque a) unidos es más fácil sobrevivir; b) la chica es guapa; y c) es lo que pasa en estas películas, que algún mcguffin deben tener para que la trama avance.

"Mayhem" es diversión en estado puro que funciona casi como un videojuego, en el que hay que ir ascendiendo niveles. Porque la estructura piramidal de la empresa (que queda claro en los primeros minutos, en los que se presenta a todos los personajes) invita precisamente a eso. Los "rivales" son cada vez más difíciles, y para llegar al último piso, al del gran jefazo, pues eso, primero hay que abrirse paso como sea (y ya imaginan cómo es) a través de todos esos subalternos que tienen sus propios problemas, que se la tenían jurada a alguien y a los que en el fondo también les va la marcha.


Insisto, sé que no es una obra maestra y creo que me abstendré de volver a verla en el futuro, para quedarme con la grata impresión que me causó. Pero como digo, fue mucho más divertida de ver que las tres últimas temporadas de "The Walking Dead", y además dura infinitamente menos, unos ajustados 86 minutos. 

No pasará a la historia, no ofrece nada nuevo. Pero la mercancía, que no engaña a nadie, es de primer nivel. El ritmo no decae, los buenos te caen bien, los malos te caen mal y hay suficiente violencia como para contentar a las legiones de fans de este tipo de películas. Gente como yo, que aplaudió cada muerte igual que hizo un servidor. Porque el buen cine de evasión es eso, lograr que te evadas un rato mientras sacias tu sed de sangre (si han visto el anuncio de Sitges de este año entenderán la referencia).