29/10/17


Domingo en Sitges, cuarta jornada...y sólo cuatro películas (en serio, ¿qué me está ocurriendo?) También es cierto que siempre pasa (la Ley de Murphy en todo su esplendor) que hay un día en el que te coincide todo lo que querrías ver y otro en el que ponen todo lo que en realidad no te interesa.

Pues yo no diría tanto, pero casi. Porque de entrada la primera peli del día,"The Osiris Child" la voy a ver más porque soy un fanático del cine, no tengo ganas de quedarme en el hotel durmiendo y prefiero aprovechar mi sesión-despertador favorita del día que porque realmente me atraiga esta serie B sobre monstruos y un padre que debe intentar salvar a su hija antes de que una malvada corporación destruya toda la ciudad en la que se encuentra la niña.


"The Osiris Child" es un placer culpable. Una peli de sobremesa bien hecha, aunque sin pasarse, con actores de segunda que se esfuerzan por intentar hacer algo digno (y sale Isabel Lucas, eso también hay que tenerlo en cuenta). La ves, te entretiene y te olvidas. Admitiendo, eso sí, que tiene algunos detalles que la hacen mejor que otras pelis parecidas. Y aplaudiendo también su ambición, porque la idea era hacer una serie (de ahí que la peli tenga el subtítulo de "Volume One"; desgraciadamente parece que la cosa se va a quedar ahí. Y eso que, pese a lo que he dicho, me pica la curiosidad y servidor pagaría por ver cómo sigue la historia. Soy la contradicción en estado puro).

La segunda peli es una maravilla...pero tiene truco, porque ya lo era hace casi 20 años, cuando se estrenó. Hablo de "The Mission", una de las obras maestras de Johnny To, que estuvo en Sitges y que presentó personalmente la película (motivo por el que, una vez más, servidor pagó su entrada para verlo. La mitomanía me pierde...)


"The Mission" es una obra maestra a la que ni el paso del tiempo ni el que se exhibiera una copia no especialmente buena han impedido que al menos servidor la disfrutara de lo lindo. Porque To es un director cojonudo, porque sus actores son majestuosos y porque el ritmo es envidiable, sólo superado por esa especie de secuela que fue "Exiled".

Da lo mismo si te gusta el cine asiático o no: ésta hay que verla.


La siguiente película del día fue otra cinta de animación made in Japan, "Ancient and the magic table", de Kenji Kamiyama, responsable de la serie de animación de "Ghost in the shell: stand alone complex", lo que directamente ya lo convierte para mí en un genio sin paliativos.

Pero es que, aunque cambie completamente de registro (dejamos atrás las tramas políticas y la estética ciberpunk para adentrarnos en una bonita historia que mezcla el mundo real y un reino mágico) resulta que Kamiyama se ha sacado de la manga una nueva obra maestra, también en mi Top 10 de Sitges.


Es muy difícil hacer una película que en apariencia parece sencilla, para niños, pero que esconde en su interior unas enseñanzas que ya querrían para sí muchas películas Pixar. Pues bien, estamos ante uno de esos casos. De modo que no se dejen engañar: aunque parezca una cinta para toda la familia (bueno, en realidad lo es) no es ni simplista ni infantil, sino todo lo contrario. Un hermoso cuento de hadas que nos enseña el valor de los sueños...sin ser pesada ni demasiado moralizante.

Y el día termina con una película de la que no esperaba nada pero que me sorprendió gratamente: "Hounds of love". Sin ser una película de terror, sí que da bastante miedo, pero por lo descarnados de los personajes (se hace duro creer que haya gente así en la vida real...y sin embargo los hay).


Una pareja secuestra a una jovencita a la que utilizan para sus juegos sexuales. La pobre chica en cuestión (excelente Emma Booth, como el resto del reparto, todo sea dicho) tendrá que intentar hacer todo lo posible por revertir la situación, enfrentar a sus captores (que no son precisamente la pareja del año) y tratar de escapar con vida. Lo que, ya les advierto, no será nada fácil.

"Hounds of love" es una nueva demostración de que el cine australiano está pasando por un momento dulce, al menos en el campo del terror. Si los australianos ya nos regalaron las dos excelentes partes de "Wolf Creek" (acompañada por una serie de televisión) aquí demuestran que, al contrario que Hollywood, no intentan suavizar las cosas y que les importa un pimiento lo que piensa la audiencia. Es una película dura, de esas en la que la violencia no es divertida, en la que lo pasas mal. Lo que, todo sea dicho, de vez en cuando se agradece en este festival.