17/3/17


El Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria inaugura hoy la segunda parte de su programación de la temporada. Y lo hace por todo lo alto, ya que cuenta con el nuevo montaje del gran Josep María Flotats, "Serlo o no; para acabar de una vez con la cuestión judía".

Escuchar a Flotats, que aquí hace doblete como director y protagonista, es toda una delicia. En una rueda de prensa que duró una hora pero que se pasó en un suspiro, tuvo a bien compartir toda clase de anécdotas e historias a cada cual más interesante.

Flotats, en su tercera visita al Teatro Cuyás, y la primera en más de una década, presenta en esta ocasión un texto del dramaturgo francés Jean-Claude Grumberg, autor desconocido en España pero que en su país goza de gran éxito. Y se decantó por esta obra porque, como él mismo admitió, "desde el primer momento se enamoró del material, casi como si se tratara de un espectador más".


A lo largo de su charla, este Caballero de las Artes y las Letras (uno de los muchos galardones que ha recibido en su dilatada y exitosa carrera) comenzó hablando del trasfondo de la obra, que narra la relación que establecen dos vecinos (uno muy culto e instruido, al que da vida el propio Flotats, y otro mucho menos espabilado, que tiene los rasgos de Arnau Puig) cuando el segundo, navegando por internet, descubre que el primero es de origen judío. De manera que comienza a hacerle toda clase de preguntas al respecto, muchas de ellas impertinentes y hasta ofensivas, a las que el interpelado responde con toda la paciencia que es capaz de atesorar.

Partiendo de una premisa sencilla, Grumberg (de origen judío, por si quedaba alguna duda sobre el tono satírico del título) aprovecha todos los tópicos habidos y por haber sobre su religión para hablar de una tema tan universal como es el de la identidad y la necesidad de abrazar nuestras diferencias, abogando por el diálogo en lugar de la confrontación. Y lo hace con un texto divertido, ingenioso, reflexivo y lleno de réplicas brillantes (si hemos de creer a Flotats; particularmente me inclino por fiarme de su palabra).

Una vez ganada la atención de los presentes, y cuando ya nos había convencido de que hay que ver la obra sí o sí, Flotats decidió ir un paso más allá y compartir algo de la intrahistoria de la obra, en un viaje fascinante en el que tuvo tiempo de soltar toda clase de chascarrillos (que al final son la salsa de la vida, al menos para un servidor).


Empezando por el hecho de que es amigo personal del autor de la obra, Jean-Claude Grumberg, que le hizo entrega del texto en 2015, antes de que éste fuera público. Flotats relató cómo desde el primer momento se sintió atraído por el material, y cómo le estimulaba sobremanera estrenar su versión antes incluso de que la obra pudiera verse en Francia (aunque esto al final no fue posible). También compartió con los presentes cómo hubo un momento en el que su amigo parecía no estar del todo convencido de que esa debiera ser la obra a representar, ya que consideraba que quizás hubiera sido mejor para el público español conocer primero algunos de sus trabajos previos.

La anécdota, contada con todo lujo de detalles, se centró en el tira y afloja entre ambos (cuando Flotats parecía desistir, al no querer ser responsable de un posible fracaso del dramaturgo en España, entonces justo Grumberg volvía a animarle a seguir adelante, al entender, como actor que también es, que cuando un intérprete se enamora de un material, tiene que seguir adelante pase lo que pase) y cómo el genial actor catalán terminó convenciendo del todo a su amigo merced a un monólogo...y a una pequeña variación de la obra, en forma de epílogo, que ha sobrevivido en el montaje final (y que personalmente tengo muchas ganas de ver).

También habló del otro protagonista de la obra, Arnau Puig, y cómo lo conoció durante el casting de un montaje previo...al que Puig había acudido sólo para darle la réplica a un amigo, que era quien verdaderamente aspiraba a conseguir un papel. Al final, como suele ocurrir, el verdadero interesado se quedó con la miel en los labios mientras Flotats le pidió a su ayudante que consiguiera el teléfono de Puig, ya que aunque no le iba a ofrecer el papel para esa obra en concreto, sí que le quería para la siguiente (que es la que aquí nos ocupa).


Igualmente divertida fue la narración sobre la conversación que mantuvieron cuando le ofreció formalmente el papel, y la reacción de Puig al descubrir que Flotats no sólo iba a dirigir la obra...sino también a coprotagonizarla ("sólo por esa reacción, por el modo en que se puso tan nervioso, ya le habría contratado", comentó entre risas).

Más triste (aunque lo contara de un modo que invitaba a la sonrisa) fue la historia sobre la situación del Teatro Español de Madrid el año pasado. Con su responsable despedido, nadie parecía ser capaz de completar la programación, hasta el punto de que Flotats, que debía estrenar en diciembre, no sabía si el compromiso seguía en pie o no, ya que nadie respondía a sus mensajes. Y que fue en junio (seis meses después de lo que hubiera sido aconsejable) cuando le dijeron que sí...pero que le necesitaban en septiembre, para inaugurar la temporada, lo que le dejaba prácticamente sin tiempo para preparar el montaje. Al final, tras otra ardua negociación ("octubre"..."no, principios de septiembre"... "última semana de septiembre y eso es innegociable") terminó estrenando "Serlo o no. Para acabar con la cuestión judía", en lo que fue el inicio de una gira que le llevará por casi toda la geografía española...y que durante dos noches, por fortuna para los que vivimos aquí, recala en Las Palmas de Gran Canaria.

Hubo tiempo para mucho más. Para que nos contara que, pese a llevar media vida sobre los escenarios, sigue siendo un actor inseguro. Que la verdadera memoria no está en la cabeza sino en las piernas ("si no estás en la posición correcta  en la que se debe encontrar tu personaje, te olvidarás del texto", aseguró) y que "el diablo" le visita en alguna función ya que cuando empieza a pensar demasiado en cómo puede acordarse de todo el texto, entonces es justamente cuando llegan las dudas, los olvidos y el pánico (aunque afortunadamente en cuanto pone un pie en el escenario, como por arte de magia vuelve a recordar todas sus frases).


No faltó alguna que otra mención al catalán, y al juramento que ha hecho de que nunca más estrenará una obra en dos lenguas, catalán y castellano, porque luego le resulta muy difícil pasar del uno al otro (ya que, aunque la obra es la misma, la cadencia de las palabras y las pausas no) y que prefiere dejar en manos de otros las traducciones de textos en otros idiomas, porque cuando se ocupa él mismo, luego, durante los ensayos, le vienen a la cabeza todas las posibilidades que barajó para cada una de las frases y acaba armándose un lío y mezclándolo todo.

Dardos contra algunos políticos (de todos los partidos, que ninguno está libre de culpa), una explicación del por qué del título (que al principio era sólo "Para acabar con la cuestión judía", pero tras el atentado contra la sede de Charlie Hebdo, los responsables del teatro parisino consideraron que era mejor ponerle otro nombre, manteniendo el original como un subtítulo en letras más pequeñas), historias sobre los judíos y el por qué no se vengaron de los nazis... Sí, un cocktail de lo más ecléctico, pero sumamente apasionante. Una master class disfrazada de rueda de prensa que, como digo, valió su peso en oro.

Sólo unos pocos pudimos disfrutar de ese momento irrepetible, es cierto. Pero lo que sí pueden hacer todos los que vivan en Las Palmas de Gran Canaria es correr a comprar la entrada para la función de hoy o de mañana sábado y saborear como se merece una obra que está llamada a ser uno de los grandes títulos de la temporada. Porque hasta que se alce el telón, sólo tenemos la promesa - por fiable que sea - de que el texto estará a la altura de lo esperado. Pero lo que sí es ya una realidad es que, contando con Josep María Flotats sobre el escenario, pase lo que pase será una experiencia inolvidable.


"Serlo o no. Para acabar de una vez con la cuestión judía" se representa en el Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria el viernes 17 y el sábado 18 de marzo, con entradas cuyos precios oscilan entre los 12 y los 22 euros.