16/11/16


Ni tanto ni tan calvo. Me parece absurdo que la gente abandonara la proyección de "Swiss Army Man" a la mitad cuando se proyectó en Sundance, porque ni es una tomadura ni pelo ni tan escatológica como nos han intentando vender (Volveremos a ello en un momento). Pero al mismo tiempo también me parece exagerado que en Sitges se la coronara como la mejor película del certamen. Digamos que, particularmente, estoy en un punto intermedio. Vamos, que me pareció una película de notable.

Si algo tiene "Swiss Army Man", esto hay que reconocérselo, es originalidad por los cuatro costados. El siempre excelente Paul Dano es un náufrago harto de su soledad que está pensando en quitarse la vida, cuando de repente descubre el cadáver trajeado de un hombre (Daniel Radcliffe, que está que se sale y que aquí sí que entiendo que le premiaran como mejor actor en Sitges) que es arrastrado hasta la orilla.


Llevado por la curiosidad, Hank, el náufrago, decide posponer un rato sus planes suicidas para ir a inspeccionar el cadáver de Manny. Y a partir de ahí surgirá entre ellos una hermosa amistad que ayudará al primero no sólo a recuperar el interés por la vida sino también a escapar de la isla desierta en la que se encuentra, con la inestimable colaboración del muerto, que ejercerá de auténtica navaja suiza multiusos (de ahí el título de la película).

Espera, espera, dirán ustedes. Rebobinemos. ¿Amistad? ¿Pero no habías dicho que el segundo hombre estaba muerto? Pues así es. Ahogado, en pleno proceso de descomposición y con tendencia a tirarse pedos (que es precisamente lo que más indignó a muchos espectadores de Sundance. Pero a mí, que no me gusta el humor escatológico, ya les digo que, más allá de ser una pequeña gamberrada de los directores, no sólo está justificado sino que tampoco es un recurso que se utilice todo el rato, no exageremos).


Pero en la imaginación de Hank, Manny está vivo. No sólo eso, sino que se permite el lujo de darle consejos. De levantarle el ánimo. Sí, su cuerpo es fundamental para que la huida prospere (el modo en que el cadáver es utilizado para sortear toda clase de obstáculos es brillante, divertidísimo y sin lugar a dudas de lo mejor de la película. Este tipo de cosas que hay que verlas para creerlas). pero no menos importante es su forma de ser, por más que se trate de una proyección de los propios pensamientos del protagonista. Es. a grandes rasgos, una vuelta de tuerca a la amistad que mantenían Tom Hanks y Wilson en "Náufrago", sólo que cambiando el balón de voleibol por un hombre muerto.

Los directores, Dan Kwan y Daniel Scheinert, se han sacado de la manga una película tan inclasificable como extremadamente bella, donde la irreverencia y el humor fácil se dan la mano con la poesía y el humanismo. Resulta complicado hablar sobre los grandes temas de la vida mientras en pantalla se suceden situaciones absurdas que bordean continuamente la línea del humor grueso, pero sus responsables lo consiguen.


Más allá de la bizarrada grandísima que es la película en sí (en serio, me encantaría asistir a esta clase de pitch, para ver la cara que se les queda a los productores cuando escuchan el argumento), lo cierto es que, si logras pasar de los primeros quince minutos, dejas de pensar en lo estúpido de la situación y a preocuparte más por el personaje principal. Por los personajes, qué diablos, que aunque sea un cadáver también sientes empatía por Manny y su malograda existencia.

La película es una oda a la vida, una reflexión sobre cómo sobreponernos a nuestros errores. Por eso particularmente no me gusta el tercer acto, cuando se sacuden un poco las cosas. Sí, es original (de nuevo) y nos pilla con el paso cambiado. Y sale brevemente Mary Elizabeth Winstead, a la que sencillamente amo (lo sé, tengo demasiadas debilidades personales, qué puedo decir). Pero me parece que juega un poco en contra de todo lo que nos han contado con anterioridad, restándole algo de fuerza al mensaje.


Aunque claro, si en mi opinión (siempre personal y subjetiva, ojo), los directores están a punto de cagarla, no es menos cierto que lo arreglan con un plano final tan brillante que les perdono el giro de tuerca extra que se sacaron de la mano.

"Swiss Army Man" tiene muchos, muchos aciertos. Pero ninguno tan grande como su casting. En manos de otros actores probablemente la película no sería lo que es, y estaría mucho más cerca de ser interpretada como una broma pesada. Pero lo bueno es que aquí está Paul Dano, actor al que parece que tenemos tendencia a infravalorar, cuando lo cierto es que siempre está magnífico ("Love & Mercy" y esa nominación que le escamotearon, "Prisoners", "La juventud", "Pequeña Miss Sunshine"), y que realiza una interpretación soberbia, logrando crear un personaje tan entrañable como emocionalmente roto.


Y qué decir de Daniel Radcliffe en el que quizás sea (al menos hasta la fecha) el papel de su vida. Siento una gran simpatía hasta este actor, no sólo por lo brillante que es sino por el modo en que ha sabido reconducir su carrera después de "Harry Potter", demostrando que no le tiene miedo a nada (lo mismo se desnuda sobre los escenarios en "Equus" que hace de mago aficionado repelente en "Ahora me ves 2") y que es creíble en absolutamente cualquier papel. Mal que le pese a mucha gente, Daniel es mucho más que Harry y no tiene por qué seguir siempre a su sombra.

Hay que tener valor para aceptar un guión en el que haces de cadáver. Y menos fácil aún es conseguir una interpretación tan buena que tu personaje, sin dejar de estar nunca muerto, parece más vivo que el 90 por ciento de los personajes del cine actual. Chapó por él, por Paul Dano y por Kwan y Scheinert. No han dejado a nadie indiferentes, y eso es siempre una buena señal.


Ya les digo que no me parece una obra maestra (término que se usa con demasiada ligereza). Pero tampoco me cabe duda de que "Swiss Army Man" pasará a la historia del cine y será de esa clase de títulos de los que se seguirá hablando en las próximas décadas.