22/9/16


No me canso de repetirlo: hace tiempo que los festivales de cine de todo el mundo, al menos los que son inteligentes y entienden las reglas del juego, se dieron cuenta de que la visibilidad lo es todo. Y que, para bien o para mal (las cosas son así), esa visibilidad sólo te la dan las estrellas. Lo que significa que a día de hoy, en Cannes o en Venecia, por poner dos ejemplos, pueden convivir películas minoritarias con otras cintas protagonizadas por actores y actrices famosos que pasearán por la alfombra roja y al final será con lo que mucha gente se quede.

Esta teoría es lo que explica qué hace una película como "Los siete magníficos" en el Festival de cine de San Sebastián ya que, no nos engañemos, es un producto de entretenimiento puro y duro que no cuadra mucho en un certamen como el que se celebra en Donosti. Pero si proyectando la película de paso te puedes traer a uno de sus protagonistas, Ethan Hawke, darle un premio y revolucionar un poco al personal (que como era previsible abarrotó el Kursaal, en el pase en el que estuvo presente el célebre actor) pues oye, bienvenido sea. ¿No les parece?


Dicho esto, y partiendo de la base de que es un relato convencional de aventuras (remake de remake, para más señas; supongo que no hace falta que haga mención a esos "Siete magníficos" de Yul Brynner y Steve McQueen que a su vez se basaban en "Los siete samurais" del maestro Kurosawa), la pregunta en sí es un buen relato de aventuras, sin más. Vamos, que aunque la peli está bien y es entretenida, digamos que no es un título por el que ninguno de sus implicados vaya a ser recordado en el futuro. Empezando por la labor tras las cámaras de Antoine Fuqua, que continúa desinflándose poco a poco (qué lejos empieza a quedar ya ese "Training Day") y que aquí, siendo sinceros, hace un trabajo correcto y punto.

Y es una lástima, porque "Los siete magníficos" tiene un reparto de primera, con unos actores que pasan por la cinta con suerte desigual. Por un lado tenemos a Denzel Washington actuando con el piloto automático puesto (lo que tampoco es ninguna novedad), a Byung-Hun Lee ("I saw the devil") que poco a poco sigue labrándose una carrera en Hollywood pero que tampoco brilla especialmente, y al mismo Ethan Hawke, que aunque no está mal, se nota a la legua que se siente mucho más cómodo en producciones más independientes.


Por el otro lado tenemos a los dos grandes triunfadores de la función: un revitalizado Vincent D'Onofrio, que está viviendo una segunda juventud (y que en la película está un poco pasado de rosca, sí, pero cuya personaje me divirtió muchísimo) y Chris Pratt, consciente de que está llamado a ser una de las mayores estrellas de Hollywood y que aquí vuelve a derrochar carisma por los cuatro costados.

En medio de tanta figura resulta difícil destacar, pero hay que decir que los dos últimos "magníficos", Manuel García-Rulfo y Martin Sensmeier, logran hacerse un hueco y aprueban con nota, al igual que Haley Bennett, a la que le toca jugar el papel de "chica de la función", pero que sabe cómo defender su personaje (mejor que el villano de la función, un Peter Sarsgaard al que también le he visto hacer cosas mucho mejores que pasearse con cara de hastiado, como si tomar el control del pueblo y matar gente fuera más un engorro que la ambición de su vida).


Si me detengo en hablar de los actores y no de la película en sí es porque, una vez más, no hay nada nuevo bajo el sol. El malo malísimo llega a un pueblo y amenaza a sus ocupantes con matarlos a todos si no le ceden el terreno. Estos contratan a los siete magníficos para que les protejan y, aunque es una misión suicida (si no, ¿qué gracia tendría?) estos aceptan (bueno, acepta Denzel, que se pasa 40 minutos reclutando al resto, vamos, que se toma las cosas con calma) y terminan haciendo frente a los malos.

Y tampoco hay mucho más, no se crean. Los siete magníficos se reúnen, hablan con los lugareños, dejan claro que están ahí para plantar cara al malo, y éste llega con toda la artillería (nunca mejor dicho) para el clímax final de la película, que dura su buena media hora. Siendo sincero, a ratos me parecía estar asistiendo a un capítulo de "El equipo A" en el que simplemente todos tienen un poco más de puntería a la hora de disparar.


Qué puedo decirles. Que está pensando para ser una película entretenida que haga una buena taquilla. Que tiene todos los tópicos habidos y por haber (jueguen a ir adivinando qué pasará a continuación, y ya verán cómo su grado de acierto es altísimo) y, esto es importante, al menos no se da aires ni grandeza ni intenta pasar como cine de autor. Lo que no quita para que la historia se haga a ratos un poco pesada y me haga suponer que, como tantas veces ocurre, 15 minutos menos de metraje le hubieran venido de perlas.

Así que ya saben: si les gustan los westerns de toda la vida y les apetece una dosis de sano entretenimiento, aprovechen que en una semana "Los siete magnificos" llega a las carteleras españolas. Pero si lo que quieren es un western diferente, atrevido, que les deslumbre...entonces mejor recuperen "The good, the bad and the weird", peli coreana de hace unos años en la que, casualmente, también salía Byung Hun-Lee. Si las comparaciones siempre son odiosas, en este caso, se los aseguro, aún más. Mucho más.