27/9/16


Con algo más de retraso de lo que es habitual (por enésima vez, lo siento), pero tranquilos, que no nos hemos olvidado y pensamos seguir reseñando todas las películas que hemos visto en el Festival de cine de San Sebastián. Y hoy toca hablar de una de las grandes sorpresas del certamen para el que aquí suscribe: "Lady Macbeth".

El título no es casual, aunque no esperen encontrar una adaptación de la obra de Shakespeare, sino de una novela de Nikolai Leskov, protagonizada por una chica que, de ahí la referencia, sí que tiene más de un punto en común con el personaje creado por el bardo inmortal, sobre todo en cuanto a su forma de enfocar la vida.

Vayamos paso a paso. "Lady Macbeth" cuenta la historia de Katherine, una chica del siglo XIX a la que no le han tocado precisamente las mejores cartas en la vida. Primero es comprada para convertirse en la esposa de un hombre de buena posición social que, encima, resulta que no está interesado en acostarse con ella. Su suegro la desprecia, tiene prohibido salir de la propiedad e incluso el servicio, que uno pensaría que al menos se pondría de su parte, tampoco es que esté muy por la labor de hacer buenas migas con la nueva señora de la casa.


Y claro, cuando a uno se le pone todo en contra, ha de tirar de ingenio para ir progresando. Eso es precisamente lo que hace nuestra protagonista, que con tesón y fuerza de voluntad comienza a darle poco a poco la vuelta a la tortilla...aunque por el camino pierda toda su inocencia y se convierta en un personaje de dudosa moralidad (en realidad lo de dudosa sobra. Vamos, que de perdidos al río la criatura se lleva por delante a todo aquel que interfiera en sus planes).

En teoría "Lady Macbeth" debería ser una historia con un acusado componente moral, que hiciera que el espectador se horrorizara al contemplar el descenso a los abismos de su protagonista. El problema es que la excelente Florence Pugh es tan carismática y crea un personaje tan memorable que al menos yo no pude evitar tenerle simpatía todo el tiempo, incluso en los momentos en los que es más "Lady Macbeth" que nunca.

Dicho de otro modo, su Katherine, más que un monstruo, es una superviviente. Una mujer que, harta de que la puteen, decide que, si se trata de elegir, se elegirá siempre a sí misma. Me gustaría que vieran la cinta (confío en que tarde o temprano consiga distribución en nuestro país, aunque por ahora aún está haciendo el circuito de festivales) para poder entablar un debate sobre su actitud porque, si bien en la película hace cosas injustificables, nunca se muestra cruel porque sí, ni hace daño a nadie sin motivo. Otra cosa es que se pase tres pueblos, que se pasa. Pero aunque resulte imposible aplaudir sus actos, sí que queda clara su motivación en cada instante.


La película, para decirlo de forma directa, engancha. El director, William Oldroy, se ha sacado de la manga una pequeña joya impecable, tanto en el aspecto formal como en el ritmo que es capaz de conferirle. Si ya de entrada dura sólo hora y media, cosas que se agradece,  es que encima el tiempo se pasa volando y te deja con ganas de más. Porque en ningún momento se hace pesada o repetitiva, merced a la sucesión de acontecimientos (sí, me gustan las pelis en las que pasan cosas. ¿Me oyes, Terrence Malick?) y a pequeños detalles de humor negro que al menos en mi caso terminaron por conquistarme.

"Lady Macbeth" es una historia de pasiones, amores prohibidos, mentiras, traiciones y todo tipo de crímenes. Un drama de los de toda la vida, vamos, pero que aquí, sin llegar a ser lo que se dice novedoso (lo de la originalidad en el cine es algo que está sobrevalorado, y si no esperen a la crítica de la excelente "Que Dios nos perdone", que no deja de ser la versión española de "Seven" y aún así es increíble) sí que se presenta de manera fresca, lo suficiente como para colarse en mi top de lo mejor del año.


Lo único que lamento es que el jurado de la sección oficial haya estado tan ciego como para no reconocerle sus méritos (¿"I'm not Madame Bovary?" ¿En serio?). Pero al menos "Lady Macbeth" se ha llevado el Premio FIPRESCI, señal de que no soy el único que ha sabido disfrutar con una historia que...ahora que ya estamos en el párrafo final y nadie nos oye...me ha gustado más que la propia obra de Shakespeare. Sí, he dicho un sacrilegio, lo sé. Pero en comparación con lo que hace la buena de Katherine en la parte final de la peli, creo que tampoco es para tanto.