5/7/16


Empezaré diciendo una obviedad que, con la misma, quizás luego descubramos que no está tan claro que lo sea: las películas y las series de televisión tienen códigos distintos. Las series, de entrada, tienen un tempo diferente (dispones de un mínimo de diez horas para narrar tu historia, lo que al final son muchos minutos). Las sorpresas están más espaciadas, hay giros que no puedes hacer de forma tan abrupta y, en resumidas cuentas, tienen una estructura más convencional, porque sólo puedes sacudir el mundo del espectador hasta cierto punto. La clave en la pequeña pantalla es la familiaridad.

Las películas, por el contrario, pueden ser más imprevisibles. Es una fiesta de una sola noche, de modo que puedes arriesgarte a que la experiencia no sea placentera (si eres productor podrías asesinarme por lo que acabo de escribir, pero espero que se entienda lo que quiero decir). Pones toda la carne en el asador, porque tienes que fascinar a tu público y lo tienes que hacer rápido. 


Dicho de otro modo, las series hacen del tiempo su mejor aliado, porque cabe la posibilidad (es más, sucede muy a menudo) que arranques en frío, pero que conforme la audiencia va conociendo a tus protagonistas, cada vez los quiera más. Tienes la oportunidad de enmendar tus propios errores e ir construyendo personajes cada vez más complejos. Por su parte el cine, con todas las ventajas que tiene, carece de esa visión de futuro. Tienes una historia, la desarrollas, confías en que al público le guste y ya está. Largo plazo vs el ahora.

O al menos así era hasta hace relativamente poco tiempo. Hasta que el cine empezó a concentrarse más en el futuro que en el presente.

Aunque no es el único género en el que ocurre, hay que admitir que el de los superhéroes es quizás uno de los mayores afectados por este nuevo enfoque. Y es también uno de los motivos por el que, siendo un gran fan de los cómics, prácticamente ninguna adaptación me resulta especialmente satisfactoria (otro motivo es que me he convertido en un viejo cuarentón cascarrabias, lo sé).


A ver si logro explicarme. Cuando era un niño, pensar en ver una película de Spiderman, de La Patrulla X...uff, eso era uno de mis mayores sueños. ¡Qué diablos, si lo flipé con el Batman de Tim Burton! Sí, esa cinta que, cuando la ves con perspectiva, te das cuenta de hasta qué punto los fans estábamos deseosos de este tipo de pelis, que nos conformábamos con cualquier cosa... (me sigue gustando la película, pero no, eso no es el Joker; y sí, la trama no es más absurda porque no puede).

Pero entonces Marvel comenzó a hacer películas y la cosa les fue bien. Demasiado bien, diría yo. Tan bien que empezaron a planificar su universo cinematográfico en fases. Y para cuando quisimos darnos cuenta, hacían paneles informativos adelantando sus planes hasta 2023 (año arriba, año abajo). Que a muchos fans les encanta, y tanto que me alegro por ellos. Pero a mí, lejos de que me entren ganas de ver todas las películas (que las veré, a quién vamos a engañar), me causa pereza. Porque esto ya no son pelis de mis personajes favoritos. Es una serie que se proyecta en pantalla grande.


Ves "La era de Ultrón", ver "Civil War" y no puedes evitar la sensación de que sus responsables están pensando más en el futuro que en la peli que tienen entre manos. Sí, puede quedarles bien (la segunda) o regular (la primera), pero adiós a la emoción, al dejarte sin aliento, al hacerte creer que estás viendo algo único. Porque no es único. Ni siquiera raro. Cada seis meses tendrás un episodio nuevo. Y en cada caso habrá una secuencia post-créditos que te avisará de que lo que está por llegar es aún más emocionante, en una especie de loop infinito.

El problema es que yo no quiero emocionarme pensando en lo que veré dentro de dos años. Quiero emocionarme ahora.

Voy a detenerme un instante en "Civil War", porque creo que la película es magnífica, así que no es una cuestión de la calidad de los productos. No obstante, resulta que para entenderla del todo es conveniente haber visto "La era de Ultrón" y "El Hombre hormiga" de entrada (la aparición de El Halcón en esa cinta y la escena post-créditos es la mejor prueba de que ya no se hace nada por el bien de la historia o por diversión, sino que está todo calculado al milímetro). 


La aparición de Pantera Negra aún tiene un pase, pero la de Spiderman, por más divertida que sea, está pensada única y exclusivamente para decirte "ey, que dentro de poco tendrá su propia peli y será genial". Incluso el final, dónde queda cada personaje, tiene más que ver con los contratos de los actores (los que hay que ir pensando en sustituir, los que han firmado por 9 pelis y tienes que ver cómo meterlos en todas partes...) que con una cuestión puramente artística. Esa es la parte que odio. Que incluso cuando el resultado final es bueno, la sensación que te queda es agridulce. 

Pero no me tienen que hacer caso a mí. Esto mismo lo dijo Joss Whedon, hace un par de meses, en su charla en el Tribeca Film Festival: que uno de los motivos por los que hacer "Los Vengadores 2" fue un infierno para él es que quería contar una historia unitaria, que tuviera entidad por sí misma, mientras que el estudio sólo pensaba en lo que vendría a continuación.


Por supuesto no sólo es Marvel. "Batman v Superman" es aún peor, porque han construido algo sin pies ni cabeza (no, su "versión extendida" no es una obra maestra, ni siquiera buena, sólo un poco menos mala) en el que Wonder Woman y los cameos de La Liga de la Justicia están metidos con calzador. ¿Por qué? Porque tiene que llegar una peli del grupo que "será buenísima". Promesas, promesas, promesas.

Aún no se ha estrenado "El escuadrón suicida" y ya se habla de la peli en solitario de "Harley Queen". Aparte de que Batman se dejará ver como prólogo a su relanzamiento. No me gustaban los crossovers en los cómic, en el cine ni les cuento.


Pero, como decía, esto no es un problema sólo del género de los superhéroes, así que antes de concluir me gustaría poner algunos ejemplos especialmente sangrantes. Y el primero que me viene a la cabeza, cómo no, es el de "Prometheus". La supuesta precuela de "Alien" que, a la hora de la verdad, resultó que no sólo era mediocre sino que tenía muy poquito que ver. ¿Por qué? Bueno, porque ya habían pensado en una segunda parte en la que se explicaría todo...

Uno puede entender que se hagan tres películas de "El señor de los Anillos" porque hablamos de tres novelas. Pero ¿eran necesarias tres cintas para contar "El Hobbit", que es un libro más corto que cualquiera de los volúmenes de las aventuras de Frodo? ¿Qué gracia tiene ver, en especial, la segunda parte, que ni empieza ni acaba? 


El motivo, por supuesto, es el dinero. Es lo que llevó a los responsables de "Harry Potter" a dividir su última película en dos ("era una historia tan grande que no cabía en una película" mis narices). Una primera mitad muy aburrida y una segunda magnífica. Pero lo importante es que la gente pase dos veces por taquilla.

Lo peor es que funcionó tan bien que ahora todo el mundo lo hace. "Crepúsculo", "Los juegos del hambre", "Divergente"... todas dividen su acto final en dos partes. Como una miniserie de televisión. De modo que cuando sales de la primera de las pelis y te preguntan "¿qué tal?", sólo cabe encogerse de hombros y decir "a ver cómo acaba".

Siendo un gran fan de "Regreso al futuro", cuando era pequeño ya me mosqueó lo de hacer la segunda y la tercera parte al mismo tiempo. Pero al menos eran historias originales (y estuvieron muy bien hechas...la segunda más que la conclusión). Y sí, sé que esto se remonta mucho más atrás en el tiempo, desde el momento en que George Lucas puso de moda las trilogías. Al menos no engañaba a nadie (comenzó por algo llamado "Episodio IV") y su saga estaba planteada como una historia en tres actos.


Mucha menos ilusión me hacen los planes de la nueva trilogía. No porque para entender la historia haya que ver los Episodios VIII y IX (eso ya lo daba por hecho), sino sobre todo por el interés de Disney de hacer miles de spin offs sólo para seguir exprimiendo a la gallina de los huevos de oro. Que puede que alguna de esas pelis estén geniales, pero hace que te preguntes si a alguien se le ocurrió una idea genial y por eso se puso en marcha el spin off, o si había que darle luz verde como fuera a las nuevas cintas, lo que obligó a los guionistas a intentar encontrar historias a la altura.

Todos sabemos cuál es el orden correcto de los acontecimientos.


Que yo me queje amargamente no va a cambiar nada. A decir verdad disfruto de la mayoría de esas películas, y gran parte del público se lo pasa aún mejor, así que tampoco es que sea un gran problema. Pero, después de treinta años viendo pelis compulsivamente, me fastidia un poco verle las costuras a este tipo de cintas antes incluso de que empiecen. Saber qué me van a contar, cómo me lo van a contar, de qué modo va a acabar todo. Con la promesa de "si ésta te ha gustado, no te pierdas la próxima,  que será la releche". 

Llámenme raro, pero me gusta salir en el cine pensando en lo que he visto, no en lo que puede que vea en el futuro.