1/6/16


En un futuro no demasiado lejano, un virus está haciendo que la población se quede sin memoria. La gente es incapaz de recordar a sus seres queridos, hasta el punto de que si pierdes a alguien de vista durante algunos minutos, pronto te parecerá un completo extraño. 

Este es el interesante punto de partida de "Embers", película coral en la que se nos presentan varias historias independientes (con tenues lazos entre algunas de ellas) que sirven para abordar la situación desde distintos ángulos.

Una pareja que se despierta junta y, asumiendo que se aman, deciden continuar el uno junto al otro a pesar de que no se recuerdan ni saben sus nombres. Un científico que lucha contra el virus, haciendo esfuerzos por recobrar la memoria. Un niño para el que cada día es una nueva aventura. Un joven que sólo sabe reaccionar con violencia ante todas las situaciones. Un padre y su hija atrapados en un bunker, a salvo de la infección, pero que han perdido el contacto con el mundo...


"Embers" es una historia de preguntas, no de respuestas. Su directora, Claire Carré, se muestra más interesada en presentar las distintas situaciones que en resolverlas. Nunca llegamos a enterarnos de qué le pasó exactamente al mundo o cómo empezó la infección. Por supuesto, tampoco tenemos ninguna información sobre los protagonistas. Entramos en la película tan a ciegas como ellos, interesados en su intrahistoria pero conscientes de que jamás lograremos conocerla

Dicho de otro modo, no esperen un "Guerra Mundial Z", con Brad Pitt dando con la clave del problema. Aquí simplemente se nos presenta lo que es el día a día en este nuevo mundo al que todos tienen que acostumbrarse. Aprovechando, por supuesto, para reflexionar sobre el ser humano, la importancia de la memoria y hasta qué punto lo que sabemos condiciona quiénes somos.


He de admitir que, pese a su ritmo pausado (en una jornada final del festival en la que lo que realmente me apetecía era algo de adrenalina) la película logró interesarme. Sobre todo porque las preguntas que formula "Embers" están muy bien escogidas, así como las historias que componen el mosaico. No hay nada al azar, todo tiene su razón de ser.

¿Es mejor conservar los recuerdos cuando no hay nadie con quien compartirlos, o a veces hay que saber olvidar para seguir adelante? ¿Estamos predeterminados a comportarnos de un modo concreto aún cuando nos hemos librado de nuestros traumas y no podemos echar la culpa a nuestras vivencias previas? ¿Hay algún momento en que debemos rendirnos, o tenemos que perseverar en la lucha por recuperar nuestra identidad? ¿Es el amor más fuerte que los recuerdos?


Todas estas son preguntas que sobrevuelan los ajustados 85 minutos de "Embers" (algo que se agradece; alargar la película habría sido incurrir en el riesgo de que se volviera aburrida). En algunos casos se nos apunta la respuesta, pero siempre de manera sutil, dejando que seamos nosotros, los espectadores, los que emitamos nuestro propio veredicto.

Excelentemente planteada y muy bien interpretada, "Embers" es una de estas películas que aprovechan el recurso de la ciencia ficción para hablar del mundo en el que vivimos y hacernos pensar en situaciones que muchas veces ni nos planteamos. Entiendo que es un film extraño que se dirige a una audiencia muy específica. Pero lo único que puedo decir es que, personalmente, y a diferencia de lo que me ha sucedido a lo largo de los últimos años con otros cientos de largometrajes, en este caso no creo que pueda olvidarme jamás de esta pequeña gran historia.