24/5/16


Esperemos que a la tercera vaya la vencida. 

Me refiero a que "The Hollow Point", la nueva película de Gonzalo López-Gallego, que inauguró anoche el Festival Nocturna 2016, consiga por fin convencer a algún distribuidor y hacerse un hueco en la cartelera española, ya que, por motivos que escapan a mi entendimiento, sus dos anteriores aventuras en tierras americanas, las muy interesantes "Apollo 18" y "Open grave", jamás llegaron a verse en los cines de este país.

Por este motivo, decir que "The Hollow Point" merece mucho la pena en realidad no sirve de mucho, ya que las anteriores cintas también cumplían el mismo requisito, y eso no fue suficiente. Pero sí que es cierto que su último film es un paso adelante en la carrera de López-Gallego. Si hasta la fecha había demostrado ser un gran artesano (ya hemos hablado muchas veces de lo que eso significa: directores que no tienen un estilo visual particular, sino que se adecuan perfectamente al material que tienen entre manos. Lo que, lejos de ser peyorativo, es un gran halago; realizadores de la talla de John McTiernan o John Badham entrarían perfectamente en esa categoría) en esta ocasión hace un trabajo más personal, más elaborado. Dicho de otro modo: en "The Hollow Point" la forma se impone al contenido.

López-Gallego durante la presentación de la película
Porque la historia en sí, no nos engañemos, es bastante sencilla y arquetípica. Pequeño pueblo fronterizo.  El héroe que regresa. La chica que ya no es su chica. Negocio con el cártel que sale mal. Asesino despiadado. Sheriffs (en plural) que tienen que impedir que corra la sangre en el pueblo. Esos son los mimbres y tampoco hay que darle demasiadas vueltas, porque la película no trata de subvertir las reglas de género ni hay grandes golpes de efecto.

(Y si tras leer el párrafo anterior se están preguntando qué tiene que ver esta película con el fantástico, les seré sincero: no mucho. Pero Sitges hace lo mismo y, mientras las pelis sean buenas, no seré yo quien me queje por ampliar un poco las miras).

Lo que sí hay es una narración seca, brutal, descarnada, en la que no hay segundas oportunidades para ponerse a salvo. López-Gallego va a contracorriente de los gustos del público (y tanto que me alegro) y, en vez de realizar "set pieces" espectaculares, de esas con muchos tiros y grandes acrobacias, opta por un enfoque directo, violento y al grano. Y sin que le tiemble el pulso a la hora de hacer que sucedan cosas inesperadas (cuando vean la película lo entenderán).

Otra de las virtudes de "The Hollow Point" es el hecho de que es tan importante lo que sucede en la pantalla como lo que sucede fuera de ella. Es decir, en vez de darlo todo mascado, se le pide al espectador el esfuerzo de rellenar los huecos, ya que hay cosas importantes que no se muestran, simplemente ocurren entre secuencias. Lo que es algo meritorio en una película que, insisto, no tiene ninguna complejidad argumental, y aún así a ratos parece más enrevesada de lo que realmente es (sin que resulte confusa, ojo).


No me gustan demasiado las comparaciones porque yo creo que cada película tiene su propia personalidad, pero por si necesitan una referencia, yo diría que "The Hollow Point" no está lejos de "No es país para viejos". Comparte el gusto por lo abrupto, por los anticlímax, por la sensación de que cualquier cosa puede ocurrir en cualquier momento, Y luego, si la peli de los Coen tenia a un excelente Bardem como villano de la función, aquí López-Gallego cuenta con un gran John Leguizamo que sencillamente da mucho miedo.

Lógicamente una película de estas características mejora, y mucho, cuando cuentas con un plantel de actores de primer nivel. "The Hollow Point" lo tiene. Comenzando por un Patrick Wilson que empieza a estar en todas partes (sin ir más lejos volveremos a verle pronto en la clausura del Nocturna, el sábado, con "The Conjuring 2") y que siempre cumple. Junto a él está Ian McShane, disfrutando de lo lindo con el personaje mas carismático de la función, y un recuperado James Belushi que demuestra que es injusto que Hollywood se haya olvidado de el. 

En comparación con este póker de ases el trabajo de Lynn Collins (una de esas actrices que, tras protagonizar "John Carter", se quedó por el camino) no luce tanto, quizás porque su personaje es el que menos matices tiene (para qué mentirnos, aquí ella es sencillamente "la chica de la película")


Excelente thriller con toques de western que, a pesar de lo mucho que me ha gustado, quizás me resulte algo más difícil de vender al gran público, en comparación con los trabajos anteriores del director. Pero, haciendo buena la máxima de William Goldman de que en este negocio nadie sabe nada, quizás, pese a mis temores, ésta sí que logre llegar a los cines de España. Sería una gran noticia para todos.