2/3/16


Tiene narices, Leo. 22 años esperando a que te den el Oscar (desde tu primera nominación, como actor de reparto, por "¿A quién ama Gilbert Grape?" en 1994) y ahora que por fin lo ganas estás a punto de dejártelo atrás en un restaurante.

Imagino que a estas alturas ya se saben la historia, pero por si las moscas se la resumo: el domingo DiCaprio gana el Oscar. Luego, como es normal, sale a celebrarlo. Y cuando acabada la fiesta se monta en su coche, pues eso, que tiene que llegar alguien corriendo a darle la estatuilla que se dejó atrás.

Hay quienes afirman que la historia es verídica y quienes dicen que no, que como (casi) siempre son exageraciones de la prensa. En cualquier caso es una historia curiosa...pero no única. Aunque resulte difícil de creer, no es el primer caso (ni el segundo, ni el tercero...) de ganador que pierde su Oscar. He aquí unos cuantos ejemplos:

Si no tuviera la cabeza pegada al cuerpo, la perdería.


En esta categoría tenemos que incluir a Angelina Jolie, ganadora como Mejor Actriz de Reparto en el año 2000 por "Inocencia interrumpida". Como buena hija, Jolie le dejó el Oscar a su madre, luego ésta murió, metieron todas sus cosas en cajas y... ¿tú has visto el Oscar de Angelina? Pues nosotros tampoco.

Muy atentos a las subastas de objetos perdidos, que el día menos pensado uno compra una caja con sorpresa dorada incluida...

Ojo que no es el único caso de estrella despistada. Jeff Bridges pareció muy emocionado con el Oscar que le dieron en 2010 por "Corazón Rebelde". Pero un año más tarde, admitía no tener ni idea de por dónde anda (es lo que pasa cuando uno viaja mucho...o al menos esa fue su excusa). La cosa habría tenido remedio de haber vuelto a ganar el año siguiente, pero perdió el premio a manos de Colin Firth...

...quien también se dejó olvidado su Oscar en unos lavabos, aunque al menos él sí que pudo recuperarlo. Al igual que en el caso de Dicaprio, el representante de Colin Firth niega la historia. Pero vamos, si me pasara a mí también lo haría, tanto si es verdad como mentira.


Más casos de estrellas olvidadizas: Matt Damon ganó uno por "El increíble Will Hunting" (como guionista, no como actor)...pero tras varias mudanzas, inundaciones y vaya usted a saber, pues eso, que si le pides que se saque una foto con él, como que va a ser difícil. Dado que el Oscar lo ganó a medias con Ben Affleck, todo será ir a casa de su colega y robarle el suyo...

¿Más casos? William Hurt, que tampoco localiza el suyo (y la de gente a la que si se le preguntara tampoco lo sabría, parece que el premio no es tan importante como muchos pensamos...)

Y, por último, tenemos que hacer mención a Marlon Brando, que tampoco sabía dónde diablos estaba el galardón que le habían dado por "La ley del silencio". Pero teniendo en cuenta el carácter del actor y la que lió cuando volvieron a premiarle por "El padrino" (negándose a recogerlo y mandando en su lugar a una nativa americana que al final resultó que era una actriz), pues eso, que nos coge menos por sorpresa.

Amigos de lo ajeno


También hay estrellas que no pierden el Oscar: se lo pierden. Es lo que le pasó a Whoopie Goldberg, que envió su premio a la Academia para que lo abrillantaran (sí, esas cosas se pueden hacer)...pero ya saben cómo es Correos. La caja llegó vacía. Nunca se llegó a saber quién le metió mano al paquete, pero la historia terminó de forma rocambolesca, con el Oscar siendo localizado en una papelera del aeropuerto de Ontario, en California. Desde entonces Whoopie ha preferido tener su Oscar sucio que volver a sacarlo de casa.

Algunos piden a la Academia que le saquen brillo a su Oscar y otros, como Margaret O'Brien, se lo encargan a su criada (estamos hablando de 1945). El problema llega cuando resulta que es el último día de la criada y ésta no vuelve a la casa...ni la estatuilla tampoco. Y O'Brien como que se dejó ir un poco, y para cuando se acordó ya habían pasado algunos años y la buena señora había cambiado de teléfono.

Afortunadamente la historia también tuvo final feliz, ya que unos chicos descubrieron la estatuilla y, aunque al principio pensaron en sacarla en subasta, al enterarse de lo que había pasado decidieron hacérsela llegar a su legítima propietaria.


Menos suerte tuvo la actriz Olympia Dukakis, ganadora en 1988 por "Hechizo de luna". Alguien entró en su casa y robó la estatuilla. La actriz, consternada, llamó a la Academia preguntando si no habría alguna forma de reponer el premio: la había. Por 78 dólares se comprometieron a enviarle otra. trato que por supuesto aceptó (¿Se imaginan que hubiera dicho que no, que era demasiado caro?)

Por cierto que uno de los robos más rocambolescos de la historia se produjo en el año 2000, cuando se sustrajeron 55 estatuillas (aún sin nombre, antes de la ceremonia). 52 de ellas las encontró cerca de un cubo de basura un hombre llamado Willie Fulgear, que fue recompensado con dos entradas para la ceremonia de ese año y 50.000 dólares (que, cosas de la vida, le fueron sustraídos por unos ladrones que entraron posteriormente en su casa). Otra estatuilla se encontró años más tarde, las otras dos permanecen desaparecidas y todo el tema le dio mucho juego a Billy Crystal como maestro de ceremonias, en especial en este maravilloso minisketch (al que le siguió otro momentazo de la gala como fue el Oscar a Michael Caine...que, hasta donde sabemos, sí tiene controlados los suyos).


Donar un Oscar no siempre es una buena idea


Son muchos los ganadores de un Premio de la Academia que terminan donándolo a un Museo, a una Universidad...a donde ellos quieran, que para eso es suyo y pueden hacer con él lo que les dé la gana. 

Pero a veces estas cosas traen problemas, como lo que pasó con el Oscar concedido a Hattie McDaniel por "Lo que el viento se llevó", que pasó unos buenos años en la Universidad Howard...hasta que desapareció en los 60. Los rumores apuntan a que los ladrones lo hundieron en el río Potomac, como protesta por los estereotipos raciales en el cine...como el que había interpretado la propia actriz.


Y algo similar, pero menos dramático, pasó con el Oscar de Bing Crosby cedido a la Universidad Gonzaga. Un buen día el premio había desaparecido, siendo sustituido por una estatuilla de Mickey Mouse. Afortunadamente el Oscar apareció, sano y salvo, en la capilla de la Universidad una semana más tarde, y el anónimo ladrón aseguró en el periódico universitario que sólo había intentado hacer reír a la gente (un sentido del humor un tanto extraño, pero...)

Todo esto sin hablar de la gente que, directamente, decide vender el suyo. Seamos sinceros, en estos casos lo habitual es que no se trate de la persona que lo ganó, sino hijos, nietos o beneficiarios varios que ven la estatuilla como su gallina de los huevos de oro particular (algo que cabrea mucho a la Academia, que no le perdona, por ejemplo, al mago David Copperfield que tenga en su poder el Oscar de Michael Curtiz al Mejor Director por "Casablanca")


Es también famoso el caso de Michael Jackson, que compró por un millón y medio de dólares el Oscar a Mejor Película de "Lo que el viento se llevó" y se lo quedó él, que para algo lo había pagado. Pero lo habitual en estos casos es que personajes famosos se hagan con la estatuilla en venta (Steven Spielberg, Kevin Spacey...) y luego se lo devuelvan a la Academia. Que yo no digo que esto repercuta luego en un trato de favor, pero resulta curioso que tanto Spielberg como Spacey hayan ganado dos veces, ejem...