29/2/16


Esta mañana hablábamos de los premiados y ahora toca hacerlo de la gala de los Oscar en sí. Y para no extenderme más de la cuenta (podríamos estar horas y horas hablando del tema) voy a ceñirme a doce ideas, reflexiones o como quieran llamarlo. Básicamente mis impresiones generales sobre el espectáculo de anoche (que, como bonus track, déjenme decirle que fue infinitamente superior a los Goya)

1. La ceremonia siempre, siempre, será larga.

La de anoche duró unas tres horas y media. Y fue como un tiro. Es decir, quitaron cualquier número musical, dejaron de interpretar dos canciones, los clips de las películas nominadas iban de dos en dos, los agradecimientos no sobrepasaban los treinta segundos, los presentadores iban al grano... y aún así, los más de doscientos minutos no se los quitó nadie. Señal de que es virtualmente imposible reducir  más la gala sin quitar premios. Pero como eso me parecería un error, pues eso, que este es el límite por lo bajo. Dicho lo cual, admito que por una vez la gala no se me hizo larga.


2. Chris Rock, notable.

Entramos en el terreno de los gustos personales: servidor echa de menos a Billy Crystal. Sus hilarantes videos con los que comenzaba las galas, sus números de apertura con mucha música... Pero también es cierto que su fórmula ya pertenece al pasado (como quedó demostrado la última vez que hizo de maestro de ceremonias).

De modo que Chris Rock, sin ser mi cómico favorito, creo que hizo un trabajo muy digno. Él es un comediante e hizo un monólogo muy en la línea de lo que suele hacer...y bastante políticamente incorrecto, lo que siempre se agradece. Sí, no todos los gags me parecieron igual de inspirados (lo de las girls scouts vendiendo galletas me pareció un WTF en toda regla), pero los que funcionaron (y de ellos hablaré a continuación) fueron excepcionalmente buenos.

3. La ceremonia tuvo una importante nota de color.

Dicho con doble sentido. Porque, ante la polémica por la falta de actores negros nominados, los responsables se empeñaron en meter a todo presentador afroamericano que se les ocurrió, cayendo en la exageración...exageración que supieron llevar con mucho humor, con lo que al final no quedaba claro si la afluencia de tantos actores negros sobre el escenario era una especie de disculpa pública o una coña gigantesca. Posiblemente un poco de cada (grande Kevin Hart quejándose de que no le hubieran dado un asiento en primera fila. "Yo creí que con la que ha caído, tendrían interés en sacarme mucho, pero ya veo que no")


4. Gala temática con el tema de los "Oscar So White"

La polémica terminó siendo un filón para los guionistas de la gala, que se centraron casi exclusivamente en este punto. Y, ojo, seguro que el resultado ha levantado ampollas. Porque por una parte supieron darle un tono reivindicativo...pero por otra no dejaron títere con cabeza entre quienes decidieron hacer una llamada al boicot. Más humor políticamente incorrecto, del que servidor aplaude.

5. Will Smith... ¿alguien le quiere?

En el terreno de las habladurías, siempre se ha comentado que Will Smith, pese a lo simpático que parece, es un tipo insufrible con el que nadie quiere trabajar. No sé si esto será cierto, pero los Oscar se cebaron con él y con su mujer (la, siempre según los rumores, aún más insufrible Jada Pinkett-Smith). Desde el monólogo destroyer de Chris Rock hasta el brutal gag "One minute of Black history with Angela Bassett", uno de los sketch más brillantes de la noche y que me habría encantado escribir. 


6. Humor, en pequeñas dosis

Otros años, los presentadores se dividían entre los muy sosos que sólo se limitaban a leer del teleprompter, sin emoción, y los que montaban un show en el escenario. Este año ni una cosa ni otra. No hubo gags especiales, de esos brillantes pero que se comen mucho tiempo (casi cualquier cosa con el excelso Will Ferrell, por ejemplo), pero, para compensar, todo el mundo aportó pequeñas dosis de humor. Desde el tandem Russell Crowe / Ryan Gosling (inesperada vena cómica de ambos) hasta Jacob Tremblay subido en una caja para alcanzar el micrófono, pasando por Tina Fey y Steve Carell, que demostraron que tres líneas divertidas valen su peso en oro.

7. Y ahora, el humor políticamente incorrecto.

También hubo de eso. Mucho y muy bueno. Lo mejor vino de parte de Louis C.K. (con una presentación muy pasada de rosca de lo "pobres diablos" que son los ganadores de las categorías dedicadas a los cortos) y Sacha Baron Cohen, que en vez de publicitar su última peli decidió salir vestido de "Ali G", para seguir con la coña sobre el racismo de la Academia. Y a eso hay que sumarle el sketch "Las películas de los Oscar interpretados por actores negros" que fue sencillamente sublime.

...y eso por no mencionar el gag de los niños chinos, una burrada de esas que uno nunca se esperaría encontrar en los Oscar.


8. Pequeños guiños animados

¿Presentadores de esta edición? Pues tuvimos a los Minions, a los androides de "Episodio VII" y hasta a Woody y Buzz, los héroes de la factoría Pixar, que entregaron el Oscar a "Del revés"...de la factoría Pixar. Las tres intervenciones fueron muy celebradas y dieron color a la gala sin que ésta se resintiera en cuestión de ritmo.

9. Los discursos de agradecimiento: aquí no se respeta a nadie.

Los organizadores lo dejaron claro: los discursos por adelantado, por favor, porque a los 45 segundos empieza a sonar la música. Y no les tembló el pulso a la hora de echar a quien fuera del escenario. Las únicas excepciones fueron Ennio Morricone (es que si no le dejan hablar, yo mismo quemo la Academia) y Leonardo DiCaprio que, pese a todo, fue rápido. conciso y brillante. 

La nota negativa, cómo no, la puso Alejandro González Iñárritu (pero qué mal que me cae), que siguió hablando y hablando pese a que la música no dejaba de sonar. Fue más por chulería que porque tuviera cosas que decir. Pero bueno, quizás yo no esté siendo del todo justo (en serio, es que no le soporto).


10. Magníficos clips

No me refiero a los de las presentaciones de los actores y actrices nominados, que esos, como siempre, elegían el momento más "intenso" de sus actuaciones. Me refiero a un par de joyas como el video que abrió la gala (con imágenes de las películas más destacadas del año) y la que demostró, en poco más de un minuto, en qué se diferencias las categorías de Sonido y Efectos de sonido. Nunca me había quedado tan claro como anoche. Chapó.

11. Lady Gaga y su puesta en escena

Sí, se interpretaron tres canciones en la ceremonia, pero sólo una será realmente recordada: la de la canción interpretada por Lady Gaga (y que vino precedida de una presentación del vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Bidden). La puesta en escena, seamos sinceros, fue brutal.

Luego la cosa está en que no ganó, pero bueno esa es otra historia...



12. Esto ya no es lo que era.

No he querido leer lo que opina la crítica sobre la gala para no intoxicarme. A mí me gustó. Mucho. Creo que no se puede hacer más con las cartas con las que les toca jugar. Pero también, y aquí entra el factor edad, creo que los Oscar ya no son lo que eran. Antes veía actores de las películas de moda, aprovechando para hacer un poco de publicidad, cosa que ayer no sucedió (eché en falta a Ryan Reynolds y su "Deadpool" que está arrasando en taquilla, la verdad).

Antes había números musicales, y la gente podía aplaudir en los In Memoriam, y todo parecía tener como más peso, más relevancia. Ahora me parece una gala que está bien y de la que todos nos habremos olvidado dentro de una semana.

Pero, como en la frase hecha para romper, soy yo, no los Oscar. La ceremonia tiene que evolucionar y encontrar a su público del siglo XXI, aunque algunos como un servidor empecemos a ejercer de abuelo cebolleta recordando viejos tiempos. Y en ese sentido, no me cansaré de decirlo, es posiblemente la mejor gala desde la que presentó Hugh Jackman (lo que, viendo el nivel de los últimos años, sé que tampoco es decir demasiado, pero...)