9/1/16

 
 
El título que he elegido homenajea a todas las adaptaciones cinematográficas basadas en libros y a la frase que la gente suele soltar una vez finalizada la película. Me va a ser imposible escribir sobre esta película sin hablar también del documental “Man on Wire” (a su vez basado en la autobiografía de Philippe Petit), por lo que en este caso la frase correcta debería ser “..pues me gustó más el documental”.
Pude ver el ya citado documental hace más o menos un lustro, en cierto modo por la curiosidad que tengo todos los años por ver los documentales ganadores del Oscar (“Man on Wire” se lo llevó a casa en 2009), avivado por el asombro que me causaba ver a un tío cruzar de una Torre Gemela a otra sin ningún tipo de protección. Dicho documental resultó ser toda una delicia, con entrevistas a los protagonistas, una representación de los hechos muy bien conducida y un aporte de imágenes y videos reales de la gesta que redondearon un documental perfecto. Así que nos encontramos con un antecedente muy difícil de superar…cosa que no ha conseguido Robert Zemeckis con esta película.
 
Me explico, la película es toda una delicia visual en su parte final y se recomienda, aunque no haya sido mi caso, visionarla en 3D, ya que si viéndola de forma “normal” me sudaban las manos con las escenas más vertiginosas jamás rodadas, no quiero pensar en cómo deben ser esas escenas en las que solo visionamos los pies de Philippe de forma cenital y en la que vivimos en primera persona ese vacío de más de 400 metros con la magia de la tres dimensiones, pero ni Zemeckis se ha deslomado en la dirección ni los protagonistas nos dan las interpretaciones de sus vidas (y mira que Ben Kingsley es un devora escenas, pero apenas cuenta con metraje en esta cinta).
Los hechos se narran de forma fluida y entretenida, desde la presentación de Philippe Petit y su historia personal, interpretado por un Joseph Gordon-Levitt que nos narrará en primera persona la gesta y en la que está correcto teniendo en cuenta que habrá estado rodeado de croma verde el 90% del rodaje, hasta el desarrollo del golpe propiamente dicho en lo que supone la segunda mitad de la película y en la que prácticamente te hacen participe de la acción, pero dejan poca capacidad para la sorpresa (sumado a que los protagonistas cambian de hablar en francés a inglés, o castellano según se mire, sin ton ni son durante todo el metraje, cuando la mayoría de participantes son franceses).
Quizás mi mayor error es estar comparándola con el citado documental, y seguramente todo aquel que haya llegado “virgen” al visionado de la película la haya disfrutado como nadie, pero como he dicho en mi primera línea, para mí ha sido inevitable.
Petit y sus asombrosos ayudantes totalmente bilingües.
Aun así, insisto, la historia es la que es y si la desconoces vas a disfrutarla, y hago inciso en la posibilidad de verla en 3D o Imax para acabar sufriendo de vértigo cinematográfico en estado puro. La película finaliza con toda una carta de amor a las tristemente desaparecidas torres, en un buen aporte en forma de epitafio mezclado con un plano de las mismas que consigue más que cualquier otra película posterior a los atentados y que te dejará con un nudo en el pecho, quizá gracias a su hermosa simplicidad, ya que estamos acostumbrados a banderas norteamericanas ondeando, cabezas altas y lemas tipo “no podrán con nosotros” cuando lo único que necesitas es mostrar algo que jamás volveremos a ver de una forma sutil.
Lo dicho, entretenida si la comparas con “Man on Wire” y realmente sorprendente si desconocías la historia del funambulista Philippe Petit y su pasión por cruzar vacíos.