El título que he elegido homenajea a todas las adaptaciones
cinematográficas basadas en libros y a la frase que la gente suele soltar una
vez finalizada la película. Me va a ser imposible escribir sobre esta película
sin hablar también del documental “Man on Wire” (a su vez basado en la
autobiografía de Philippe Petit), por lo que en este caso la frase correcta
debería ser “..pues me gustó más el documental”.
Pude ver el ya citado
documental hace más o menos un lustro, en cierto modo por la curiosidad que tengo
todos los años por ver los documentales ganadores del Oscar (“Man on Wire” se
lo llevó a casa en 2009), avivado por el asombro que me causaba ver a un tío
cruzar de una Torre Gemela a otra sin ningún tipo de protección. Dicho
documental resultó ser toda una delicia, con entrevistas a los protagonistas,
una representación de los hechos muy bien conducida y un aporte de imágenes y videos
reales de la gesta que redondearon un documental perfecto. Así que nos
encontramos con un antecedente muy difícil de superar…cosa que no ha conseguido
Robert Zemeckis con esta película.
Me explico, la película es toda una delicia
visual en su parte final y se recomienda, aunque no haya sido mi caso,
visionarla en 3D, ya que si viéndola de forma “normal” me sudaban las manos con
las escenas más vertiginosas jamás rodadas, no quiero pensar en cómo deben ser
esas escenas en las que solo visionamos los pies de Philippe de forma cenital y
en la que vivimos en primera persona ese vacío de más de 400 metros con la
magia de la tres dimensiones, pero ni Zemeckis se ha deslomado en la dirección
ni los protagonistas nos dan las interpretaciones de sus vidas (y mira que Ben
Kingsley es un devora escenas, pero apenas cuenta con metraje en esta cinta).
Los hechos se narran de forma fluida y entretenida, desde la presentación de
Philippe Petit y su historia personal, interpretado por un Joseph Gordon-Levitt
que nos narrará en primera persona la gesta y en la que está correcto teniendo
en cuenta que habrá estado rodeado de croma verde el 90% del rodaje, hasta el
desarrollo del golpe propiamente dicho en lo que supone la segunda mitad de la
película y en la que prácticamente te hacen participe de la acción, pero dejan
poca capacidad para la sorpresa (sumado a que los protagonistas cambian de
hablar en francés a inglés, o castellano según se mire, sin ton ni son durante
todo el metraje, cuando la mayoría de participantes son franceses).
Quizás mi
mayor error es estar comparándola con el citado documental, y seguramente todo
aquel que haya llegado “virgen” al visionado de la película la haya disfrutado
como nadie, pero como he dicho en mi primera línea, para mí ha sido inevitable.
Aun así, insisto, la historia es la que es y si la desconoces vas a
disfrutarla, y hago inciso en la posibilidad de verla en 3D o Imax para acabar
sufriendo de vértigo cinematográfico en estado puro. La película finaliza con
toda una carta de amor a las tristemente desaparecidas torres, en un buen
aporte en forma de epitafio mezclado con un plano de las mismas que consigue
más que cualquier otra película posterior a los atentados y que te dejará con
un nudo en el pecho, quizá gracias a su hermosa simplicidad, ya que estamos
acostumbrados a banderas norteamericanas ondeando, cabezas altas y lemas tipo
“no podrán con nosotros” cuando lo único que necesitas es mostrar algo que
jamás volveremos a ver de una forma sutil.
Lo dicho, entretenida si la comparas
con “Man on Wire” y realmente sorprendente si desconocías la historia del
funambulista Philippe Petit y su pasión por cruzar vacíos.