20/10/15


Ojito con "Strangerland", porque es muy fácil catalogarla como una película aburrida y sin sentido y sencillamente dejar de prestarle atención (es lo que le pasó a mi compañero, Txema, y he de decir que le comprendo; yo también estuve a punto de tirar la toalla...aunque afortunadamente no lo hice).

La apuesta es de lo más arriesgada. Un tempo tan, tan particular (que es la manera educada de decir que es más lenta que una carrera de caracoles) que conseguirá que mucha gente se baje del carro. A eso súmenle una historia contada de un modo tan sutil, tan ambiguo y que deja tantas preguntas en el aire, que es fácil que la mayoría de los espectadores se pierdan, no tengan ni idea de lo que se está contando y que, cuando empiezan a salir los títulos de crédito al final, exclamen un "what the fuck?" señal de que no se han enterado de nada.


Una vez más, no es mi intención dármelas de listo. Porque al terminar la proyección yo tampoco estaba muy seguro de la moraleja de la historia o de haberla entendido bien (o mal...vamos, que estaba perdidísimo). Y si en ese momento me hubiera dejado llevar por la mala leche, seguramente ahí habría terminado todo y estaría escribiendo una crítica llena de bilis y/o humor sangrante (que es casi peor). Pero, por algún motivo, seguí pensando en la trama. Reflexionando, haciendo cábalas. Leí lo que otras personas habían escrito sobre el tema.

Y de repente, todo cobró sentido. Y me di cuenta de que lo que ha hecho Kim Farrant es tan kamikaze como brillante. Ha armado un puzzle muy difícil de montar, en el que dan muchas ganas de dejarlo a medias, pero que si perseveras y lo acabas, cuando ves todas las piezas juntas, terminas por decir "qué maravilla de imagen".


Una pareja (Nicole Kidman, en uno de sus mejores papeles de los últimos años, y Joseph Fiennes, demostrando que cuando quiere sabe actuar) viven en un pequeño pueblo de Australia, en compañía de sus dos hijos adolescentes. Pero un buen día los dos desaparecen, con lo que empieza una búsqueda contrarreloj para encontrarles, liderada por el sheriff del pueblo (Hugo Weaving, tan eficaz como siempre).

Las preguntas no tardan en empezar a aparecer. ¿Alguien ha secuestrado a los niños? ¿Han huido por propia voluntad? De ser así, ¿de qué escapaban? Y una vez que las teorías surgen, es imposible eliminarlas del pensamiento colectivo. De modo que los protagonistas terminan haciendo frente a las habladurías, a los rumores. A los fantasmas que les asedian y les hacen tratar de entender una situación en la que los únicos que podrían ofrecer una respuesta esclarecedora son precisamente los dos jóvenes desaparecidos.


No esperen que al final de la historia quede claro lo que ha pasado, aunque, después de mucho indagar, tengo mi propia teoría, que sinceramente pienso que es la correcta. Y es algo en lo que no había pensado, y que me hace ver la película con ojos distintos, y reevaluar todas y cada una de las escenas del principio, ya que es posible que las respuestas estuvieran ahí, pero yo mirara en la dirección contraria.

"Strangerland" les pondrá a prueba. Les obligará a pensar en la película, en la actitud de los protagonistas, a imaginar lo inimaginable. Es pedir demasiado, yo lo sé y los responsables de la cinta también deberían saberlo. Pero es lo que hay, y en su mano está decidir si creen que merece la pena el esfuerzo, repasar mentalmente las escenas, quizás visionar la cinta por segunda vez si tienen oportunidad, o si la vida es demasiado corta para andar con tantos misterios (por cierto que si alguien quiere que le cuente mi teoría, que obviamente no pongo aquí para evitar los spoilers, sólo tiene que escribirnos a la web, que no hay cosa que nos guste más que entablar un diálogo con los lectores).


Por mi parte, me parece una propuesta sumamente interesante y una de esas películas que se quedan contigo una temporada, jugando con tu cerebro. Aunque un poco menos de hermetismo y de ponérselo difícil al espectador tampoco le habría venido nada mal, para qué negarlo.