11/10/15


No hay nada nuevo bajo el sol. Obviamente los plagios en la industria del cine están a la orden del día, pero también es cierto que muchas veces personas distintas, en lugares opuestos del mundo, tienen ideas similares sin que sea posible que uno haya copiado al otro. Siempre he fantaseado con la idea de hacer una peli de humor-terror con niños zombis en un colegio... y luego llegó "Cooties" y vi que alguien (y no un alguien cualquiera, sino Leigh "Insidious" Whanell) había tenido la misma idea.

Les cuento esto porque, si me permiten la pequeña divagación, mi socio Pedro Carballido (excelente guionista) y un servidor llevamos tiempo hablando sobre hacer una película de "gángsters viejunos". Antiguos delincuentes que ahora ya son ancianos pero que siguen siendo tipos duros y que se unen para un último trabajo. En serio, llevamos hablando del tema casi dos años.

...y de repente llega Takeshi Kitano y hace "Ryuzo and his seven henchmen".


Con lo que les he dicho, supongo que ya se imaginarán de qué va la trama. Ryuzo es un antiguo yakuza, aburrido, al que su  hijo le increpa su pasado constantemente, y que decide reunir a la vieja pandilla y, juntos, formar una nueva familia de yakuzas (el modo en que deciden quién es el nuevo jefe no tiene desperdicio). Pero los tiempos han cambiado, y tendrán que enfrentarse a una organización que opera en lo que era su antiguo territorio, pero sin el código ético de los viejos tiempos,

Kitano, autor por el que (como muchos otros) siento una gran devoción, es una persona con un sentido del humor muy particular, como queda demostrado en la película. "Ryuzo and his seven henchmen" es una comedia basada no tanto en los gags (aunque hay algunos antológicos) sino en sus personajes. Los ocho componentes de la banda (curiosamente Kitano no interpreta a ninguno, sino que se reserva un pequeño papel como policía) están perfectamente definidos y es muy fácil cogerles cariño. Desde el estafador que siempre cuenta la misma historia hasta el fan de Steve McQueen que siempre va pistola en mano, o el lanzador de clavos que odia el tabaco. Tipos duros...muy cascados. Ahí está la gracia.


Los yakuzas de la película siguen dando miedo, pero menos. La escena que mejor lo refleja es cuando intentan extorsionar al dueño de un restaurante y éste, al verlos, se apiada y les da algo de dinero para comer, como limosna. Y cuando salen, uno de los protagonistas dicen "aún logramos acojonarlos, ¿eh?". Y es que a veces cualquier tiempo pasado sí que fue mejor.

El problema es que, si bien el arranque es espectacular, pronto queda claro que la historia, como tal, no va a ninguna parte. Kitano parece más interesado en mostrar a sus personajes y crear situaciones divertidas (toda la historia de las protestas, tan divertida como prescindible) que en organizar una trama bien articulada, lo que hace que el supuesto enfrentamiento entre esta nueva banda yakuza y sus enemigos más jóvenes en realidad no deje de dar vueltas en círculo, sin un objetivo claro.


Sólo en la parte final se crea un clímax como mandan los cánones. Pero el cabrito de Kitano (dicho con cariño), cuando parece que finalmente le va a dar al público lo que pide, al final termina negándoselo, como si dijera "esto ha sido todo, gracias por venir, si quieren ver más paguen otra entrada". Después de 100 minutos algo lentos, el final pasa en un abrir y cerrar de ojos, dejándote con la sensación de que diez minutos extras y una resolución más potente sin lugar a dudas habrían ayudado a convertir la cinta en un clásico instantáneo.

No obstante, eso sería ya por rizar el rizo, puesto que, como está, "Ryuzo" es una película más que recomendable. Especialmente brillante es el segmento de la estafa telefónica o la irrupción final en el cuartel general de los malos. Son momentos en los que Kitano demuestra que, además de crear excelentes historias violentas, también tiene un gran ojo para la comedia. Una en la que se echarán un par de buenas carcajadas, eso se los aseguro.