22/10/15


En 1978, en una pequeña región francesa, se instaura el terror por culpa de un psicópata que mata mujeres jóvenes a las que dispara a quemarropa. La policía comienza a investigar el caso, pero sus posibilidades de lograr encontrar al responsable son bastante reducidas...sobre todo teniendo el cuenta que el asesino es uno de sus agentes.

Desde luego, con estos ingredientes en Hollywood (o en Hong Kong) te montaban un blockbuster espectacular, al estilo de "Infernal Affairs", con el criminal haciendo lo imposible para mantener su tapadera mientras sigue llevando a cabo asesinatos cada vez más elaborados.

Pero esto no es Hollywood, sino Francia. Y la historia, por aterrador que resulte descubrir esto, no ha salido de la imaginación de ningún guionista, sino que se basa en hechos reales. De modo que lo que tenemos es una película extraña, con un ritmo peculiar, lo que sinceramente no sé si es bueno o malo. Al menos es diferente. No se puede decir que "La próxima vez apuntaré al corazón" sea un clon de otros productos similares, sino que conserva su propia personalidad.


A decir verdad, lo más desconcertante de todo es descubrir cómo, siendo sinceros, el asesino no sólo es un hombre desequilibrado, sino además bastante cutre. Sólo hay que ver la torpe planificación de sus acciones, la de errores que comete, lo poco preparado que está. Pero claro, como digo esto no es CSI, y aunque viaje con un coche manchado de sangre o vea cómo sus compañeros son capaces de localizar su vehículo, aún así la justicia no logra atraparlo tan rápidamente como pudiéramos pensar. Porque en la vida real no es tan sencillo resolver casos como éste,

"La próxima vez apuntaré al corazón" es, en última instancia, el retrato de un hombre confundido, enfermo. Vamos, que le falta un tornillo. Sus actividades criminales quedan en segundo plano, ya que el director, Cédric Anger, está más interesado en ver cómo una persona así trata de integrarse en la sociedad y aparentar ser normal.


Su comportamiento no es el colmo de la cordura, es un tipo callado con habilidades sociales limitadas, pero aún así tiene el respeto de sus compañeros e incluso logra que una jovencita (Ana Girardot) se enamore de él, sin sospechar la clase de persona que es. Es en este análisis psicológico, en el modo en cómo se muestra la forma en la que los monstruos pueden caminar entre nosotros sin que lo notemos, donde la película cobra mayor interés.

Pero nada de esto sería posible sin el excepcional trabajo de Guillaume Canet, el policía con tendencias homicidas, que borda su personaje. Lejos de intentar dotarle de carisma, lo que hace es presentarle como una persona enferma, que es evidente que no está bien. Que parece estar constantemente en guerra consigo mismo, incapaz de parar pero sin disfrutar tampoco con los asesinatos. Sus métodos improvisados y la correspondencia que incluso llega a mantener con la policía, a la que escribe después de los crímenes, terminar de constatar hasta qué punto hablamos de un hombre desequilibrado que necesita ayuda desesperadamente.


No puedo decir que me gustara, pero sí que se trata de una película interesante que no me arrepiento de haber visto. Por cierto, un último apunte; teniendo en cuenta que los verdaderos problemas para el asesino comienzan cuando resulta que una de sus víctimas no está muerta, ese título de "La próxima vez apuntaré al corazón" se me antoja cargado de mala leche; un humor negro que, curiosamente, no está presente en ningún momento de la película.