14/10/15



Cuando "February" lleva diez minutos y todavía no eres capaz de saber de qué va la cosa, te dan ganas de llevarte las manos a la cabeza y decir, "oh, Dios mío. Otra cinta de esas de interpreta tú lo que está pasando" (que puedo tener mis opiniones, vale, pero me gustaría que el guionista también dejara claras las suyas).

La buena noticia es que no es de este tipo de películas, es decir, al final todo queda atado, explicado y visto para sentencia. Pero la mala noticia es que, si quitas los silencios, el montaje confuso lleno de saltos temporales y cuentas la historia de forma sencilla y lineal, te da como mucho para un cortometraje.


Joan es una joven a la fuga que es recogida por una pareja de mediana edad, con una trágica historia a las espaldas. Rose es una estudiante de un internado que engaña a sus padres para que no la vengan a recoger durante las vacaciones escolares y así poder pasar más tiempo con su novio. Aunque la cosa se complica al descubrir que podría estar embarazada. Y Kat es una estudiante novata y asustadiza del mismo internado, muy preocupada porque sus padres aún no han ido a buscarla ni dan señales de vida.

Son tres historias independientes que, no obstante, comparten importantes vínculos. Poco a poco, a medida que avanza la película, iremos atando cabos y entendiendo qué relación tienen las tres chicas. Lo que, una vez más, dicho así no parece un mal planteamiento. Pero, por favor, recordemos lo dicho en el segundo párrafo: el nexo es tan simple que se podría escribir en una servillete pequeña y sobraría espacio.


No voy a ser tan cabrón como para destriparles la sorpresa de la película, pero si hay alguien que no tenga 90 minutos para sentarse delante de la pantalla y quiera saber el argumento íntegro (no un resumen, el argumento escena por escena), que me avise, que se lo explico en un minuto (no necesitaré más),

Ese es el mayor problema de "February": su absoluta, completa, preocupante falta de ritmo. Que a veces confundimos los términos, y parece que con decir "es que es de ritmo pausado" podemos defender cualquier película aburrida. No, ritmo pausado (te guste ese tipo de cine o no) es "Bone Tomahawk". Esto es estirar las escenas como chicle sin que pase nada.

Peor aún. Uno, que como ha visto ya mucho cine es capaz de pillar golpes de efecto mucho mejor preparado, ya se imaginaba cuál iba a ser la sorpresa. Por si acaso, cuando la cinta lleva cincuenta minutos, se nos da una pista casi determinante. Y si aún así hay quien no lo ha pillado, al final se explica la situación con pelos y señales. Pero atentos, porque no contento con esto, el director nos ofrece una especie de epílogo de 10 minutos en el que vuelve a recalcar una vez el quid de la historia, imagino que por si alguien justo acababa de venir del baño. En serio, ¿no les parece un poco excesivo?


Y es una lástima, porque "February" tiene cosas buenas. La historia no carece de potencial, y sus primeras escenas tienen una cadencia propia que resulta intrigante (eso los primeros veinte minutos; después ya sólo quieres que pase algo, lo que sea. Y para el final te preguntas dónde están los Weinstein y su sistema de "montaje metiendo tijera a saco"). Las tres protagonistas (Emma Roberts, Lucy Boynton y, sobre todo, Kiernan Shipka) están muy bien y, además, ésta si es una peli de Sitges, vamos, que es género terror (hay que hacer la distinción, porque en Sitges, para bien o para mal, a día de hoy te puedes encontrar cualquier cosa de cualquier género)

Pero nada de esto es suficiente para levantar una película que lo fía todo a su atmósfera, pero que termina teniendo que aceptar que no es "It follows". Que por mucho que intentes ser hipnótica, al final en muchas ocasiones lo único que consigues es ser aburrida.