19/10/15


En una pequeña ciudad, dos niños se encuentran con un coche de policía en medio del bosque y deciden darse una vuelta en él. Esto ya de por sí podría ocasionarles serios problemas, pero es que, para rematarlo, el coche pertenece a un corrupto sheriff que tiene en el maletero algo que nadie debería ver.

Con esta sencilla pero interesante premisa comienza "Cop Car", una historia de aventuras con cierto sabor a peli de los 80 (algo que todo el mundo comenta pero que, curiosamente, tiene sorprendido a su director, John Watts, que confesó que esa no había sido su intención).


Quizás sea la presencia de niños en papeles protagonistas, o el tratarse de una historia simple (que no simplista) que no se desvía del camino con innecesarios giros enrevesados, o la sensación de que todo puede pasar en la historia, pero he de admitir que sí que me hizo recordar, hasta cierto punto, a las antiguas producciones de Amblin. Aquellas en las que ibas a la sala a disfrutar, con el nerviosismo y la expectación de no saber qué iba a pasar (y no como ahora, que se hacen productos tan prefabricados, que ya sabes punto por punto lo que va a suceder antes incluso de que aparezca en pantalla la primera imagen).

Pero, como digo, la comparación sólo sirve en parte. Porque lo que sí es cierto es que Watts ha hecho un producto más "adulto", con una buena carga de tensión, donde el peligro es real. No se trata de una de esas simpáticas comedias bienintencionadas en las que todo el mundo está a salvo. Esto es el mundo real y la muerte acecha en cada esquina del camino. Y cuando uno se mete en mitad de un turbio negocio de drogas, por muy niño que seas, puede que acabes pagando las consecuencias.


Y más aún si quien te persigue es Kevin Bacon, bordando su papel de malo de la historia y disfrutando con uno de esos personajes repulsivos que tanto le gusta interpretar. Es verlo en pantalla y sentir escalofríos, gracias a un excepcional trabajo en el que intenta "humanizar" a un personaje (alguien que está teniendo un mal, mal día) que, pese a todo, finalmente se revela como alguien con quien sería mejor no cruzarse nunca.

Mientras veía "Cop Car", presentando mi nominación a los Premios "Herodes 2015", admito que hubo más de un momento en el que sentí verdadera antipatía hacia los niños protagonistas. Pero eso es por la maestría de Watts a la hora de componer sus personajes. Si hay algo que hace verdaderamente especial la película es que, por una vez, los críos se comportan como críos. Lo que quiere decir que a veces hacen cosas interesantes y en otros momentos cosas estúpidas. Que no saben medir las consecuencias de sus actos aunque lo cierto es que actúan sin malicia (aunque si fuera la vida real, particularmente les metería dos galletas bien dadas por la ocurrencia de robar un coche de policía).


Los protagonistas de "Cop Car" son seres humanos de verdad, tridimensionales. Con sus cosas buenas y sus cosas malas. Un poco como ocurría con "Green room", nadie tiene un plan maestro. Todos, buenos y malos, van improvisando sobre la marcha, hasta que llega el fatídico tercer acto que marcará el destino de nuestros protagonistas.

Se trata sin lugar a dudas de una de las mejores películas que ha pasado por Sitges 2015. Un ejemplo de cine hecho con el corazón, por alguien que ama el género y que sabe cómo contar una historia que mantiene el interés del espectador al tiempo que influye en sus emociones, haciendo que les (nos) importe de verdad lo que le pasa a los personajes, que suframos con y por ellos.


Por eso no me extraña que Marvel ya se haya dado prisa en fichar a John Watts para hacerse cargo del nuevo reboot de "Spiderman", ahora ya dentro del universo cinematográfico de La Casa de las Ideas. Porque un personaje tan humano, tan cercano al espectador, necesita a alguien que sepa conjugar aventura y emoción a partes iguales. La especialidad de Watts, como demuestra la sublime "Cop Car".