21/9/15


Álex de la Iglesia siempre ha tenido mucho en común con Guillermo del Toro. Los dos son cineastas a los que da gusto oír hablar, que está claro que aman el cine y entienden perfectamente el medio, que dicen cosas de lo más coherentes e interesantes pero que luego, cuando ves sus películas, te preguntas qué diablos ha pasado y por qué no han aplicado todos los principios que defendían.

En el caso del cineasta español, lo triste es que todas sus películas empiezan muy bien, pero sabes que va a llegar un momento en el que la cosa se salga de madre. Que pierda el control y que la parte final no esté a la altura de lo visto hasta el momento. Le pasó en "Balada triste de trompeta", en "Las Brujas de Zugarramurdi", en "La comunidad"... qué diablos, le pasa siempre.

O, mejor dicho, le pasaba casi siempre.

Porque "Mi gran noche", su última película (estrenada en San Sebastián y que dentro de poco podrá verse en cines de toda España) es una comedia divertidísima de principio a fin. No su mejor película, pero sí una de las más redondas y que creo que conectará magníficamente con el público, en gran parte gracias a un ritmo endiablado que no decae en todo momento.


De la Iglesia apuesta por una comedia coral, excesiva (como todo su cine), pero tan hilarante y con un humor tan corrosivo que acabas por perdonarle lo inverosímil de muchas situaciones. En este caso toda la acción transcurre durante la grabación de un programa de nochevieja para la televisión...unos cuantos meses antes del 31 de diciembre (como suele ser habitual en la televisión. sé de lo que me hablo). El problema es que la cadena acaba de despedir a 500 trabajadores. que no se lo han tomado nada bien, convirtiendo las inmediaciones del plató en una auténtica batalla campal, que hace que nadie,ni equipo técnico, ni artistas ni extras, puedan abandonar el lugar hasta que no se haya terminado la grabación.

Y en este clima de crispación se suceden infinidad de historias. Como la del personaje de Pepón Nieto, un extra al que llaman a última hora y que comienza una historia de amor con otra extra, Blanca Suárez, en la que parece haber gato encerrado (Pepón...Blanca...sí, hay algo que no pega en esa pareja). Y es que la chica parece tener un "don" un tanto especial, que da lugar a algunos de los mejores gags de la película.


Luego está la guerra de Hugo Silva y Carolina Bang, presentadores de la gala, pareja en la vida real (en la vida real de la ficción, quiero decir; en la realidad-realidad, Carolina Bang sigue con Alex de la Iglesia) y que se boicotean mutuamente para intentar presentar "Supervivientes".

Hay más historias. La de Mario Casas, ídolo de adolescentes (su canción "Bombero", con la música del "Torero" de Chayannne es impagable) al que le intentan hacer un "Boris Becker" (si no saben de lo que les hablo busquen en internet cómo una mujer consiguió tener un hijo del ex-tenista). O la de Jaime Ordóñez, un fan acosador que sólo busca respeto. A decir verdad el reparto es interminable: Santiago Segura, Carmen Machi, Ana Polvorosa, Carmen Ruiz, Terele Pávez, Enrique Villén.. todos tienen su minuto de gloria, todos consiguen que sus personajes sean recordados. En "Mi gran noche", este es otro de sus aciertos, no sobra ni desentona nadie.


Y luego está ÉL. Con mayúsculas. Raphael. En serio, si por mí fuera le daría el Goya ya mismo, porque se lo merece. Y no tanto por su actuación (en el fondo hace de sí mismo) sino precisamente por eso, por tener las narices y el sentido del humor de hacer de una versión oscura de sí mismo: el famoso cantante Alphonse (con esa "ph"), un egocéntrico artista que no permite que nadie le haga sombra, que quiere salir justo después de las campanadas y que se da aires de divo, mientras putea a su hijo y representante (un inconmensurable, aunque eso no es ninguna novedad, Carlos Areces).

Raphael en esta película es lo que las malas lenguas siempre han pensado que es Raphael. Usa sus tics, sus gestos, su cadencia, su sonrisa. para dar vida a un personaje bastante despreciable al que además no ofrece oportunidad de redención. Es una broma, un chiste que parece disfrutar de lo lindo, sin preocuparse por el qué dirán. Y de fondo, para que quede clara la mala leche, sus propias canciones. Un auténtico"Escándalo", de los que merecen una sonora ovación.


Hay un momento de la película en la que parece que, una vez más, De la Iglesia va a perder el control. Son unos minutos de incertidumbre que, afortunadamente, se quedan en un simple susto. La resolución no es tan brillante como su tramo inicial, pero aún así mantiene el tipo, quizás porque para ese entonces ya estamos completamente entregados a la locura de una trama caótica, protagonizada por unos personajes tan esperpénticos como entrañables. En definitiva, un gran éxito.

Resulta curioso que las dos películas en las que,en opinión de un servidor, el director sabe mejor cómo hacer del exceso una virtud ("Muertos de risa" y "Mi gran noche") tengan que ver con el mundo del espectáculo, algo que Álex de la Iglesia conoce muy bien. El mundo de los humoristas en el primer caso, la televisión en éste que nos ocupa. Sé que es mucho pedir, pero particularmente sueño con que en el futuro nos regale un nuevo film ambientado ya directamente en el cine, y más concretamente en los entresijos de su Academia. Sería algo apoteósico.