2/9/15


Hablar de "Música del Corazón", creo que su única incursión fuera del género de terror (y que le proporcionó una nominación al Oscar a mi querida Meryl Streep), se queda en lo anecdótico cuando uno repasa la filmografía de un contador de historias tan genial como terrorífico.

Cuando era pequeño, iba al cine dos veces por semana: los miércoles por el día del espectador, y los viernes por los estrenos. Sólo tenía que cruzar 3 pasos de peatones, dibujando una "L" invertida entre la casa de mi abuela y el Multicines Galaxy's, en Las Palmas de Gran Canaria, el cine de mi vida antes de cerrar (ojalá pudiera abrirlo...) y encontrar un nuevo refugio en el Multicines Monopol... Y mi género favorito era el terror. No puedo ni recordar cuántas porquerías vi, pero también disfruté de un buen par de joyitas...


La cuestión es que, salvo por "Halloween H20", pocos viernes de aquella época recuerdo esperando un estreno con tanta claridad como aquel de 1997 en que se estrenaba "Scream": fui a verla a la sesión de las 20:00 h., me compré una bolsa de M&M's y un Radical Fruit (me gustaba la combinación, y debí ser de los pocos en España a los que les gustó aquel refresco sin gas... ¡Que vivan los 90!), y la sala era una fiesta... Grupos de niñatos ruidosos, amantes de las pelis de miedo, parejas mayores que conocía de vista del instituto, incluso alguna pareja de cincuentones que probablemente pensarían que se trataba de algo más thriller y menos "puñalada" (aquel subtítulo en España de "vigila quién llama" no lo dejaba claro)... Todos cómplices del crimen, porque sabíamos sin saber que estábamos viendo algo nuevo, por mucho que no era ni más ni menos que un homenaje a todo lo viejo, al género que dominaba tan bien y que supo (volver a) reinventar.


Salí de la película excitado, como quien se baja de una montaña rusa, soñando como tantas otras veces cuánto deseaba dirigir una película de terror... Y mientras caminaba por Mesa y López dirección al laboratorio fotográfico de mis padres (a ver si les quedaba mucho para terminar, como cada viernes, y cenarme un "pepito" con una Fanta naranja del piscolabis de al lado), sólo pensaba: "la semana que viene la vengo a ver otra vez... ¡Qué ganas de que salga para comprarla en VHS!"... Bendita inocencia.

Gracias por formar parte de mi memoria, Sr. Craven. Y si algún día logro dirigir aquella película que soñé y escribí hace siglos, será en parte gracias a usted: a sus pesadillas, sus gritos, su sótano del miedo y su vuelo nocturno...

Hasta siempre, maestro... Salude a Freddy de nuestra parte.