30/8/15


"We are still here", uno de los múltiples títulos con Barbara Crampton de protagonista presentes este año en el Frighfest, venía precedida por una gran expectación, al considerarse que podía ser uno de los títulos estrellas del festival. Y si bien la cosa tampoco es para tanto, he de admitir que es una película bastante interesante y, de lejos, la mejor de todas cuantas he visto en el certamen.

En realidad es una película de casas encantadas sencilla y sin pretensiones. Barbara Crampton y su marido se mudan a un pequeño pueblo alejado de la mano de Dios (mal asunto), tratando de superar la muerte en accidente de coche de su hijo adolescente. Una vez en su nuevo hogar, la buena señora empieza a escuchar voces y sentir cosas (ya saben, pisadas, cuadros que se caen...) que le hacen pensar que quizás el espíritu de su hijo está presente en la nueva vivienda. Pero, por si se lo están preguntando, no, no es su hijo. Son fantasmas con muy malas pulgas.


Y aquí tenemos de nuevo todos los tópicos del género. Casa abandonada con historia, vecinos extraños, lugar alejado, suficiente gente que pasa por allí como para que podamos contar con un buen número de cadáveres, sustos, apariciones y giro final. 

Sin embargo, de algún modo "We are still here" se las arregla para, siendo lo mismo de siempre, ofrecer algo distinto. Y lo hace jugando con las normas de la propia película, que varían y se transforman conforme pasan los minutos. La historia tiene lugar en 1979, y el film tiene un look "antiguo", algo frío. De peli de casas encantadas de las de toda la vida. Y cuando crees que ya le has pillado el punto a la atmósfera y sabes cómo va a ser todo, te coge por sorpresa con una parte final mucho más gore de lo que nunca hubieras imaginado.


Lo mismo ocurre con los secundarios. Esos vecinos cuyo único cometido en esta clase de películas es decir eso de "qué valientes son viviendo a vivir aquí después de lo que pasó...", para luego arrepentirse, no contar la historia o contarla a cuentagotas, y desaparecer de escena, como si su máxima diversión consistiera en acojonar a los recién llegados y ver cuánto tiempo tardan en pasarlas putas en su nuevo hogar.

Pues bien, hasta eso es distinto. No quiero entrar en detalles (temo estar bordeando peligrosamente el terreno de los spoilers) pero sólo diré que la segunda mitad de la película te atrapa con el paso cambiado, resultando mucho más interesante de lo que había supuesto durante los primeros minutos.

A todo esto tenemos que sumarle la presencia en el reparto, como secundarios de lujo, de Larry Fessenden (sobreactuado y, pese a ello, carismático) y Lisa Marie. Ya saben, la que fuera novia de Tim Burton a la que éste le daba pequeños papeles en todas sus películas (hasta que la sustituyó por Helena Bonham Carter, en una decisión en la que sinceramente creo que salió perdiendo). Lo más doloroso del asunto es ver que tampoco ella se ha resistido a pasar por el cirujano...que, una vez más (y ya son unas cuantas estrellas las afectadas) hizo un trabajo de lo más mediocre.


Pero eso son frivolidades que, aunque tampoco me voy a disculpar por sacar a colación, no tienen ningún interés en la crónica que nos ocupa. Lo importante es que "We are still here", sin ser una joya del género, sí que resulta una película de lo más interesante. Una a la que, si hay que achacarle algo, es que no ahonde más en su propia mitología (aunque atentos al final), Dicho de otro modo, si estoy harto de decir que muchas películas mejorarían con quince minutos menos de metraje a ésta le pasa lo contrario; diez minutos extras le habrían venido de perlas.

En cualquier caso, no saben cómo me alegro de abandonar por fin mi vena negativa y poder recomendar una película, en vez de decirles eso de "huid, insensatos", que se estaba convirtiendo en la tónica general en este Frighfest...