9/6/15



Una de las mejores cosas de asistir a festivales de cine es descubrir películas que, en otras circunstancias, podrían pasar desapercibidas. Que no tienen un elenco famoso que las respalde, que no han sido financiadas por los grandes estudios ni cuentan con una gran campaña publicitaria. Pero que, pese a todo ello, resultan sumamente interesantes. "The house on Pine Street" entra de lleno en esa categoría.

Jennifer y Luke son un matrimonio que se ve obligado a abandonar Chicago y regresar a Kansas, a pesar de las protestas de la joven, nada contenta con  la idea de volver a su antigua ciudad y tener que lidiar con su posesiva madre. Para empeorarlo todo, resulta que está embarazada, algo que tampoco parece hacerle especialmente feliz. Pero sus problemas no han hecho más que comenzar. Porque pronto descubre que en la casa a la que acaban de mudarse pasan cosas extrañas. Sucesos inexplicables que pondrán en peligro su cordura y también su vida.


La ópera prima de los hermanos Aaron y Austin Keeling (la plataforma imdb les concede crédito por un largometraje anterior, "I.Q", del que ellos reniegan, asegurando que fue un proyecto académico que esperan que jamás vea la luz) es, más que una película de terror al uso, un drama psicológico con toques sobrenaturales. Un magnífico estudio de personajes (creíbles y tridimensionales todos ellos) que hace un especial esfuerzo por huir de los clichés del género

Aquí los sucesos extraños ocurren a plena luz del día, de repente, sin música in crescendo o fórmulas manidas de esas que anticipan al espectador cuándo ha llegado el momento de que se produzca otro susto. El ritmo es pausado pero no aburrido, tomándose su tiempo en presentar una situación que se va volviendo insostenible conforme pasan los minutos.Y todo ello revistiendo al film de una interesante ambigüedad que hace que en ningún momento podamos estar seguros de si lo que estamos presenciando es real o sólo está en la mente de la protagonista.

"The house on Pine Street" bebe mucho, muchísimo, de "La semilla del diablo" (también hay en ella algo del Ti West de "The inbetweeners", aunque teniendo en cuenta que uno de los directores la adora y el otro la odia, digamos que su influencia es sólo del 50%). No sólo por el hecho de que el personaje principal está embarazada, sino también por la presencia de una comunidad en apariencia normal pero que quizás esconda oscuros secretos. Aunque el conjunto está tratado con tal grado de sutileza que al final la película se desarrolla más en la mente inquieta del espectador que en la propia pantalla.



Es precisamente esa arriesgada apuesta por la normalidad, por hacer una película de género coherente consigo misma y que nunca descarrilla (lo que era sin duda el mayor problema de "The bababook", con un tercer acto espantoso que echaba por tierra sus maravillosos primeros setenta minutos) lo que en última instancia puede acabar jugando en su contra. Porque nunca hay un gran clímax. Las revelaciones se producen escalonadamente, con parsimonia. Se podría decir que lo cerebral se impone a lo emocional. Lo que, visto el gusto del público de hoy en día, quizás sea algo perjudicial. Aunque no para el que aquí suscribe.

"The house on Pine Street" es una estupenda película de corte clásico, filmada con inusitada madurez y elegancia y que cuenta con un impresionante trabajo por parte de su protagonista, Emily Goss, que carga con todo el peso de la trama, construyendo un personaje lleno de matices al que no sabemos si amar u odiar, si creer en lo que cuenta o compadecernos por sus delirios. 

Confío en que en un futuro cercano este estupendo largometraje, que ya ha recorrido algunos festivales (en España estuvo en el Fant de Bilbao y luego en el Nocturna), logre encontrar distribución y acabe llegando a las pantallas de todo el mundo. Y que, en ese momento, el público decida darle una oportunidad. Se la merece, vaya que sí.