11/6/15




Marcus Nispel es un director cuya carrera ha ido de más a menos. Su debut en el cine se produjo con el muy estimable remake de "La matanza de Texas". Pero en vez de probar cosas nuevas, pronto se especializó en la puesta al día de películas que, en la mayoría de los casos, no la necesitaban. De su producción lo único salvable es el reboot de "Viernes 13", ya que tanto "El guía del desfiladero" como el "Conan" de Jason Momoa (miedo me da cómo salga "Aquaman", en James Wan we trust...) se pueden calificar, para no hacer tampoco demasiada sangre, como perfectamente olvidables.

Nispel ha tenido que esperar a su quinto largometraje, "Exeter", para atreverse por fin con un guión oiginal cuya historia también corre de su cuenta. El resultado, sin ser para tirar cohetes, al menos le otorga un poco de crédito extra...que ya le iba haciendo falta.

"Exeter" (o "Backmask", o "The asylum", los productores parecen no terminar de ponerse de acuerdo con qué nombre quedarse) cuenta la historia de un grupo de jóvenes que deciden montar una fiesta en un antiguo pabellón psiquiátrico abandonado. Y claro, esas cosas nunca acaban bien. Sobre todo cuando por casualidad liberan a un ente demoníaco que tiene a bien poseer a uno de los chicos, con vistas a cargarse al resto.


Seamos claros: "Exeter" es una película de Festival. De esas que hace que, con el público a favor y con el buen rollo que se respira en estas ocasiones, se termine siendo más benévolo con el resultado de lo que sería justo. Porque la película cuenta con actores de segunda, un guión de tercera y unas cuantas secuencias de lo más sonrojantes. Pero tiene el suficiente encanto y desvergüenza para no tomarse en serio a sí misma, permitiendo que los espectadores participen de la broma y no sean duros a la hora de emitir sus juicios.

Secuencias como la del tutorial por internet para hacer exorcismos son de estas cosas que, si ves la película solo, hacen que te lleves las manos a la cabeza. Pero contagiado por un ambiente festivo, hasta terminas echándote unas risas. Eso explica por qué la película fue tan bien recibida en el Festival, llevándose incluso dos premios (ex-aequo con "Liza the fox-fairy", que esa sí es una obra maestra, se esté solo o en un evento multitudinario).


Que compartiera el premio a los mejores efectos especiales está justificado. Lo que ya tiene delito es que el otro de los premios fuera precisamente el de mejor guión, quizás lo más flojo de toda la función. Un consejo: cuando vean la película no intenten encontrarle sentido, porque no lo tiene. Yo salí tratando de atar cabos y lo único que conseguí es ponerme de muy mala leche, porque la trama tiene más agujeros que un queso gruyere.

En vez de eso, déjense llevar. Vean la película rodeados de amigos, un día que estén de buen humor y con ganas de pasar 90 minutos entretenidos. Entonces la cosa funcionará a las mil maravillas. O, mejor aún, pongan antes el "Conan" del señor Nispel. Después de eso, no es ya que "Exeter" les parecerá mejor, es que en comparación pensarán que se trata de una obra maestra.